Cásate conmigo

Capítulo 53.

Oliver.

– Espero no equivocarme y ¿no vives con tus padres? - preguntó de repente Cristina.

- No. Tengo mi propio apartamento en el centro, al lado del restaurante. Así que no tienes de qué preocuparte, no tendrás que vivir en el mismo sitio, que mi madre. - Sonreí.

- ¿Por qué debería vivir contigo?

- Ya te lo he explicado, tú y yo necesitamos que todos crean que nuestro matrimonio es real. ¿Qué clase de familia será ésta, si marido y la mujer viven separados? Mis padres no entenderán esto. – objeté.

- Está bien, eso es comprensible. ¿Pero por qué deberíamos vivir en tu apartamiento y no en el mío? - ella no se rendía.

- Porque tu apartamento es demasiado pequeño, el mío es varias veces más grande. Además, tengo un garaje para dos coches y está cerca de mi restaurante. - Respondí.

- Esto huele a egoísmo, - concluyó Christina, pero me di cuenta de que estaba dispuesta a darse por vencida.

- Sin egoísmo ninguno. Es un simple cálculo de tiempo y conveniencia. Tú tienes un trabajo continuo y yo trabajo turno partido, además mi cocina está más equipada que la tuya, y eso es importante para mi oficio.

- ¿No me digas, que cocinas tus platos en casa? -  estaba sorprendida.

- No, por supuesto, pero me gusta crear algo nuevo en casa con más tranquilidad, - respondí y me acerqué a ella, pero Christina se alejó, como si fuera contagioso, así que tuve que fingir que quería arreglar el espejo. -Entonces ya entiendes, ¿dónde estaremos más cómodos?

- Está bien, estoy de acuerdo, pero necesito una habitación separada, - dijo, lo que me enojó aún más.

En realidad, yo mismo no sabía lo que quería de ella, pero no podía soportar su evidente negativa a aceptar cualquier afecto de mi parte. ¿Nuestro sexo era realmente tan malo que ella no quería que nos acercáramos bajo ningún pretexto? Pero, por el contrario, me sentía cada vez más atraído por ella. Aunque ella me recordaba siempre que nuestro matrimonio sólo sería en el papel, pero yo no estaba seguro de eso, quería algo más. Fue esta diferencia de deseos lo que me enfurecía.

- Perdón, espero que no le hayas contado a mi mamá sobre tu embarazo falso, como le dijiste a Oscar. – pregunté irritado.

- ¡Por supuesto que no! – exclamó ella.

- Lo siento, pero te escuché decirle esto a tu hermano, así que pensé que no encontraste nada más original para ganarte a tu madre, - dije un poco avergonzado.

- Le conté a tu hermano lo del embarazo, porque me volvió loca con su interrogatorio. -  respondió. - Espero que él mantenga esto en secreto, como prometió.

- En realidad, no deberías haber confiado en él, pero espero que cumpla su palabra. - Respondí tranquilizándome.

Ahora no tenía ninguna duda de que Christina lo había inventado todo. Sentí una extraña sensación de decepción en mi pecho. Por un momento, de repente quise que Christina estuviera embarazada de mí, aunque este pensamiento idiota desapareció rápidamente de mi cabeza.

- ¿Quizás podamos ir a algún lado? - Sugerí.

- No. Ya tuve suficiente comunicación por hoy, pospongámoslo para mañana. No lo olvides, todavía tenemos que convencer a mamá a venir a la cena con tus padres. - respondió sonriendo.

- Está bien. Te entiendo, mi madre a veces es muy difícil y mi hermano es insoportable casi siempre. - Estuve de acuerdo, acompañé a Christina hasta la entrada de su casa.

No digo, esperaba hasta el ultimo momento, que me invita a pasar y tomar un algo, pero eso no surgió.

Al día siguiente, según lo acordado, llamé a Christina y le avisé que la recogería en media hora para ir a ver a su madre, pero ella me dijo con voz nerviosa que ya no tenía tiempo para eso y colgó. Sin entender nada, todavía fui a su casa. Llamé a la puerta, pero nadie me abrió. Llamé nuevamente a Christina y una voz metálica respondió que el teléfono estaba apagado o fuera de la cobertura. Esto me preocupó un poco, así que llamé a Ángel, sabiendo que su mujer era amiga de Christina.

- Hola, Ángel. Perdón por molestarte en el trabajo, pero ¿no sabes qué le pudo haber pasado a Christina? Acordamos ir junto a su madre, pero Chris dijo que estaba muy ocupada. Ella no está en casa y su teléfono está apagado. - pregunté.

- No, no lo se. Vanesa ya está en el trabajo, intentaré llamarla y averiguarlo. ¿Quizás le pasa algo a su madre? - el sugirió.

- ¿Por qué no me lo dijo?

- No lo sé. Tan pronto como sepa algo, te llamaré. - respondió.

No tuve más remedio que volver al coche. En mi cabeza pululaban ideas con muchas razones para el extraño comportamiento de Christina. Finalmente, Ángel me volvió a llamar y me dijo que las chicas tenían algún problema en el trabajo, así que Christina fue allí. “Bueno, tendré que resolver yo mismo el problema con mi futura suegra”, - pensé y fui al hospital.

Naturalmente, no sabía dónde vivía la madre de Christina, pero sabía dónde trabajaba y su nombre. Esperaba que alguien me ayudara a encontrarla. En la recepción pregunté inmediatamente por la Dra. Luisa Asmus.

- Para hoy no puedo darle una cita con la Dra. Asmus, ya que está terminando su consulta. ¿Quizás la próxima semana? - me preguntó la agradable chica.

- No, gracias, no necesito una cita médica, tengo un asunto personal. - Respondí.

- ¿Personal? - se sorprendió la niña. - Entonces puede esperar un poco, la Dra. Asmus debería estar libre a las doce.

- Dime, ¿en qué oficina recibe?

- En el doscientos uno, en el segundo piso.

Genial, ahora sabía dónde encontrarla, pero no tenía idea de cómo iniciar una conversación con mi futura suegra. Christina me dijo que su madre estaba al tanto de los planes de su hija y no los aprobaba. Pero necesitaba convencerla de que conociera a mis padres y viniera a la cena hoy por la tarde. Imaginé que no sería fácil, pero ya era demasiado tarde para retroceder. El último paciente se fue y yo entré en su consulta. La mujer sentada a la mesa era exactamente aquella mujer que vi, cuando recobré el sentido. Ella fingió no reconocerme, o realmente no me recordaba.




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