Me duele la cabeza y quiero solo dormir.
Ya es de noche y aún no llega Keiran. Le he estado esperando en la entrada del departamento porque no deseo estar sola en ese espacio grande. AA esta hora ya deberían haber terminado esa dichosa reunión. ¿Es por eso que no ha llegado? Sonrío de mala gana. Al menos, hay una buena noticia para él. Será tío.
Un hijo de los Carson.
Un matrimonio para unir ambas familias.
Un trato entre abuelos.
Saco de la cartera, el dichoso anillo de matrimonio que me entregó Decker. Recuerdo que ese día, fue especial. ¿Debería de botarlo? Es mala suerte tener algo del ex. Después de todo, se casará con otra mujer y tendrá una familia.
Maldita sea.
—Anti.
Me tenso y miro sorprendida a la persona que acaba de aparecer afuera del departamento de Keiran. Está de pie y con su traje de empresario todo descuidado. Parece como si hubiera corrido. ¿Qué hace aquí con ese aspecto?
—Sí. Estoy embarazada de un mes.
Trago saliva con dureza.
—¿Qué haces aquí? —pregunto de pie. Él corre hasta mí y me abraza fuerte—. Suéltame.
—No lo sabía.
—¿Qué?
—Era una trampa que me puso —comenta con tono desesperado—. ¡¡Siempre me mantuve en línea con ella!!
Trato de alejarme de nuevo, pero su agarre se vuelve férreo.
—No hay nada que explicar, Decker. Todo está aclarado. ¿Recuerdas lo que dije la otra vez? —cuestiono sin moverme—. Ya no tenemos nada que ver.
—¡No la amo!
—¿Y a mí qué me interesa tus sentimientos hacia ella? —cuestiono, dándole un puntapié. En segundos, me suelta—. Para todo hay consecuencias. Por lo tanto, solo sé responsable con ellos.
—Hablaré con ella y mi familia. Puedo manutención al niño y….
¿Qué acaba de decir? ¿Piensa que lo aceptaré después de todo lo que hizo?
Resoplo.
—¿Hablas en serio?
—¡No quiero perderte! —profiere en tono desesperado—. ¡Te amo, Anti! ¡Solo fue un error de una noche! ¡¿Piensas que siento algo por ella?! —Lágrimas salen de sus ojos—. ¡Eres mi vida, Anti! No quiero perderte. Por favor…
Soy su vida.
Sonrío de mala gana.
—No. Es mejor dejarlo así.
—¡¡Anti!! ¡¡Por favor!!
—El sueño de tu familia, es tener un heredero —replico, extenuada—. Lo cumplirás sin mí. Desde ahora, no quiero volverte a ver y saber tu existencia. Mantente apartado de mí.
—¡No me hagas esto, Anti!
Quiere volver a acercarse, pero niego su contacto.
Este hombre no sabe lo que quiere en su vida. ¿Desde cuándo ha sido así? ¿Tan ciega ha estado en todo este tiempo?
—Felicidades, Decker. Tendrás a tu amado heredero.
Lanzo el anillo a un lado de él y le sonrío a lo grande. Necesito irme cuanto antes de aquí. No pensé que iba a aparecer en el departamento de Keiran.
—¡¡Te amo, Anti!! ¡¡Dejaré todo!! —pronuncia entre una voz desgarradora—. Solo dímelo. Podremos irnos lejos de aquí. Solo los dos.
Irnos lejos.
Lo miro incrédula, mientras río con el dolor en el corazón.
Lo ha dicho. Lo que tanto quería escuchar desde hace años atrás. Al fin lo soltó. ¿Por qué tuvo que lanzarlo en esta ocasión? Si lo hubiera dicho antes, sería la mujer más feliz.
—Sí. Eso quería escuchar desde hace tiempo atrás —hablo sin voltearme. Lágrimas resbalan de mis mejillas—. Sin embargo, ya es tarde para escucharlo. Demasiado.
Con esas palabras, me alejo con pasos apresurados. Quiero alejarme cuanto antes de él. No puedo creer que lo haya dicho en este momento. Sonrío y lloro a la vez.
Duele la verdad.
Lo que esperé, recién lo escuché, pero ya es demasiado tarde.
—¡¡Anti!!
Apresuro más los pasos, hasta que un auto se estaciona abrupto a un lado. La puertazuela se abre de sorprende, apareciendo nada menos que Keiran.
—¿Kei?
Observa por detrás de mí.
—Te daré dos opciones, Antia —dice, volviendo a mirarme—. ¿Te dejas atrapar por mi hermano o vendrás conmigo?
¿Qué?
—Yo… Eso…
—Tienes tres segundos en contestar —indica—. Uno….Dos….
—¡Iré contigo!
Entro enseguida a su auto y maneja, alejándonos de Decker.
De nuevo ha aparecido en momento menos oportuno. ¿O es al revés? No digo nada. No tengo ganas de hablar. Parece que recién vino de esa reunión en la mansión de los Carson. Significa que ya se enteró que será tío. Cierro los ojos y siento el sentimiento amargo de escuchar lo que anhelaba regarse por todo mi ser.
Maneja hasta estacionarse en una vista panorámica de la ciudad.