«íí«
Pensé que después de esa noche, nos habíamos acercado, pero me equivoqué. Cada vez que me acercaba, terminaba en dibujar una línea entre los dos. Me cuestioné que mismo pasó esa vez que estuvo enfermo. ¿Acaso no le gustó que me quedara dormida a su lado? Hice todo lo posible para acercarme a él….
—Me odia —musito al lado de Decker, el cual, está recostado sobre mis piernas—. ¿Acaso está en su fase de rebeldía?
Mi prometido ríe.
—Pareces una madre.
—Lo digo en serio —pronuncio en un suspiro—. Pensé que ya nos habíamos acercado. Solo lo cuidé estando enfermo. ¡Es lo normal!
—Cada uno tiene su manera de ser, Anti. Deberías dejar de preocuparte por él y enfocarte en tu futuro —recalca, acariciando mi rostro. Tiene una hermosa sonrisa. A comparación con Keiran, Decker heredó los ojos verdes oscuros de su madre, junto con su cabellera castaña clara—. ¿Ya sabes que escogerás en la universidad?
—Sí.
—Cuando terminemos la universidad, nos casaremos —recuerda sin quitar su mirada verdosa oscura de mí—. Quiero viajar por todo el mundo contigo. Lo debemos hacer antes de tener hijos.
Tener hijos con él después de unos años, es agradable de imaginar.
—Tendremos cuatro.
Ríe.
—Eso es mucho —indica, levantándose y acercándose a mí—. Abre la boca, Anti.
Acato lo que dice y espero sus labios, pero en vez de ello, deposita un pequeño chocolate que hace sentirme bien. Antes que diga algo, su boca cubren la mía, dándonos un beso de enamorados.
Empezamos a besarnos hace un año.
Éramos novios sin saber que acabaríamos comprometiéndonos.
Cada vez que lo besaba, me sentía en las nubes. Mis sentimientos chispeantes de adolescente, están vivos, queriendo hacer otras cosas. No nos podremos vernos en cuatro años porque irá al exterior a estudiar.
Lo extrañaré un montón.
—Eres demasiado tentadora —musita en mis labios. Quedamos con las frentes juntas y la respiración entrecortada—. Las hormonas de adolescente son un problema.
Río ante su comentario.
—Lo son.
Besa mi mejilla y sujeta una de mis manos para llevarlas a su corazón que está latiendo apresurado en su pecho.
—Quiero disfrutar todo este tiempo a tu lado —dice mirándome con esa calidez que nunca se ha ido—. Te quiero, Anti.
Un romance que comenzó desde niños.
Ambos pasamos nuestras primeras veces. Es difícil imaginar no poder estar a su lado por varios años, pero todo es por el bien de su crecimiento profesional. Él será el futuro de la empresa Carson. Por lo tanto, debe prepararse para ese cargo importante.
Seré la esposa de ese presidente.
O eso pensé hasta que mi padre dijo la verdad del compromiso de ambas familias. Yo acepté porque estaba enamorada de él, no imaginé que tuviera otro motivo oculto.
—Solo debes darle un heredero a Decker —habla mi padre desde el asiento de su escritorio—. Esta alianza matrimonial se debe por el acuerdo de sus abuelos.
—Pero yo estoy enamorada de él. Pensé que me eligieron por haber estado a su lado todo este tiempo y…
Mi padre ríe.
—El amor no es lo primordial cuando está vinculado con el dinero y poder —recalca moviendo sus dedos sobre el escritorio—. Fuiste preparada de antemano. Creciste con buenos valores. Serás una buena mujer y madre.
Un matrimonio importante.
—¿Si no nos casamos?
Mi padre deja de sonreír y todo el ambiente se vuelve frío.
—No digas tonterías, Antia —dice, levantándose de su escritorio hasta ir hacia mí—. Esta familia necesita ese matrimonio. Así no iremos en bancarrota.
Sus palabras se clavan en mi mente, mientras algo pesado se estaciona en mis hombros.
—Padre, eso….
—Debes estudiar administración de empresas —declara sonriendo—. Así, podrás ser su mano derecha en su empresa.
Administración de empresa.
No estaba en la elección de carrera.
—Pero padre, yo…
—Debes ser perfecta, Antia. Una buena mujer, Madre, amante —declara sin quitar su mirada de mí—. No vayas a cometer errores que pueden llevar a tu familia a la quiebra, hija.
Otro peso más se estaciona en mi pecho.
No pensé que comprometerme con Decker, cambiaría todos mis planes de mi vida. Ahora comprendo todo lo que me enseñaron desde niña. Era porque estaba preparándome para ser la esposa del futuro presidente de la empresa Carson.
—Sí, padre.
—Confío en ti. Espero mucho de mi hija.
A medida que salgo de la oficina de mi padre, un sentimiento molestoso se estaciona en mi pecho. ¿Estudiar administración de empresas? No me gusta nada de eso. Camino hasta mi cuarto. Cada paso que doy, el peso se hace más.