«íí«
Tres años después….
Corro enseguida hasta el departamento de Keiran y tecleo la contraseña sin importarme si me encontraría una escena de adultos en media sala. No pensé que los mayores me llamaran para llevarlo a la fuerza. De una patada tumbo la puerta de su cuarto. Inspecciono rápido, comprobando que no haya mujeres.
Suspiro aliviada.
De cierto modo, solo una vez lo encontré con una mujer.
—¡¡Keiran!!
Mi grito hace que se moviera de la cama.
Se ha dormido con ropa y todo. No huele a licor. ¿De nuevo se quedó acostada después de hacer la tarea de la universidad? Como está en su último año, es normal que se llene de trabajos grupales.
—Deja de gritar.
—¿Por qué no contestas el celular? —pregunto, acercándome a él—. Los señores Carson han estado llamándome.
—Debiste ignorarlos.
Resoplo.
—No soy como cierta personita.
—Dormiré dos horas —contesta con tono adormilado—. Apenas dormí algo.
Lo sé, pero debo llevarlo conmigo.
Tomo un respiro y me siento sobre su colchón para luego empezarle a quitar la camisa. Medio que lo hago, aparece unos abdominales perfectos en mi centro de visión. Ha crecido hasta convertirse en todo un hombre.
Pincho su pecho.
—¿Has estado yendo al gym?
Él detiene mi mano.
—No pensé que te gustaba tocarme, Antia —declara, mirándome cansado. Tiene ojeras en los ojos. Lo miro con pena—. Deja esa mirada. Ya me levantaré.
—Te prepararé un café bien cargado con tu bocadillo favorito.
Suspira y empieza a cerrar los ojos, pero le impido. Le abro los párpados con mis dedos.
—Eres muy drástica a veces.
—Lo siento, pero debo llevarte conmigo como dé lugar —digo, ayudándolo a levantarse—. Puedes dormir un poco en el auto, ¿entendido?
—Lo que quieras.
Se levanta de la cama y va directo al baño.
Medio que escucho la llave de la ducha abrirse, corro a la cocina para prepararle el desayuno. Pongo mis audífonos y empiezo a escuchar música. Desde que terminé la universidad y mi curso de repostería, he estado pasando tiempo con la familia Carson.
Me he presentado en cada reunión familiar.
Decker estuvo estudiando más para hacerse cargo de la empresa de su padre, mientras que Keiran, está por terminar la universidad. A pesar que ha compartido tiempo con otros, ese chico sigue siendo un asocial.
Ambos hermanos Carson siguen siendo los mismos.
Preparo un buen desayuno para un chico zombie, mientras no dejo de bailar. Así alivio el estrés que tendré dentro de poco con la familia Carson. Detengo el movimiento de mis caderas, al sentir unas gotas de agua caer.
—¿También comerás conmigo? —cuestiona Keiran detrás de mí. Apoya su mentón en mi hombro, mientras le doy un pedazo de carne—. Está delicioso.
—Siempre cocino bien.
—Lo sé —responde, mientras lo hago sentarse. Empiezo a secarle el cabello con la toalla que tiene alrededor del cuello. Él come tranquilo lo que preparé—. No he tenido tiempo por la universidad.
—Es normal. En este periodo, te mandan demasiado trabajos —declaro—. Me alegro que no estés yendo a muchas fiestas. Siempre debo estar llamando a un chofer para que te recoja. Parezco una madre cuidando de su hijo.
—No es que me guste ir.
No es la primera vez que me dice algo contradictorio de su vida.
—¿Es por Decker? —cuestiono—. Siempre que viene, vas a fiestas y te emborrachas. ¿Por qué odias a tu hermano mayor?
Él no dice nada y sigue comiendo tranquilo.
La relación de ellos no ha cambiado, siguen estando en tensión. Aunque, no he visto pelearse con lo físico. Al menos, no los veo herirse entre sí. Suspiro y friego su cabello azabache.
—No odio a mi hermano.
—¿En serio?
—No tengo motivo para despreciarlo hasta ese punto —comenta, devorando lo que está en el plato—. Solo tenemos diferencias y rivalidad. Cambiando de tema, ¿tienes pensado estudiar dos años más en tu curso de repostería?
Mi curso de repostería.
Sonrío leve. Desistí de la idea por la familia Carson. No quiero que estén poniéndome estrés por estudiar algo que me gusta. Después de todo, seré la esposa del ceo y a él, no le gustan los dulces.
—Por el momento, no —respondo—. Más bien, ¿cuándo tendrás novia? No he sabido de ninguna relación seria que hayas tenido, abreviando tus aventuras…
—No he tenido aventuras.
Carcajeo por su pequeña mentira.
—No diré nada sobre tu vida libertina —declaro, terminando de secar su cabello. Él termina de comer—. Recuerda comportarte bien este día, Kei. No estará el abuelo Benjamín. Así, tendremos que enfrentarnos a los otros.
No estará la persona que lo defiende.
Por lo tanto, estará rodeado de personas que no lo aceptan por su origen de nacimiento.
—¿Piensas que soy un niño pequeño que no puede defenderse?