DOS DIAS DESPUÉS – DEPARTAMENTO DE NICK
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La habitación parecía suspendida en una burbuja de luz dorada. Las cortinas filtraban los últimos rayos del atardecer, dibujando reflejos tibios sobre las paredes, los muebles, la piel pensativa de Nick. El único sonido era el suave rasgueo de su guitarra, como un susurro tímido que se arrastraba entre notas inconclusas. Sentado al borde de la cama, despeinado y con los ojos perdidos en algún punto invisible, dejaba que sus dedos tocaran por inercia. No era música. Era un eco de su confusión.
Sobre el escritorio, dos libretas abiertas revelaban el caos: acordes a medio construir, versos tachados, ideas sin final. Lo miraba todo… y no veía nada.
"Cuando Rouz se fue, me quedé en la cafetería sin saber qué pensar. No hemos hablado desde entonces. Ni un solo mensaje..."
El recuerdo aún estaba fresco, como si la lluvia que caía ese día no se hubiera detenido. El silencio que ella dejó al marcharse había sido más estruendoso que cualquier grito.
"Sofía... su aparición fue como un espectro del pasado. Pero lo que me preocupa es lo que vi en Rouz. Su mirada, la manera en que se fue…"
Una duda, peligrosa y persistente, comenzó a nacer. "¿Y si se fue porque le importó demasiado? ¿Y si lo que dijo Sofía... le dolió?"
El aire se volvió más denso. Nick frunció el ceño. Sus dedos temblaron, y una nota discordante rompió la armonía.
"Solo le podría afectar si..."
Soltó un suspiro, irritado consigo mismo, con sus pensamientos, con la vida.
Y entonces, antes de poder resumir sus propios pensamientos y posibilidades, el timbre de la puerta sonó.
Una vez.
Y luego otra, con más insistencia.
Se levantó con lentitud, como si el cuerpo le pesara más de lo normal. Abrió la puerta… y el mundo cambió de tono.
—¡Finalmente, el gran Nick King en persona! —anunció una voz cargada de energía.
Allí estaba Christian, de pie, mochila al hombro, sonrisa desvergonzada. Su presencia era como una bocanada de aire fresco.
Nick parpadeó, entre incrédulo y aliviado.
—¿Qué... qué demonios haces aquí?
—¿Acaso no puedo visitar a mi mejor amigo después de una eternidad? Esta ciudad necesitaba una dosis de mi brillo —dijo Christian, entrando como si fuera su propio departamento.
Nick no pudo evitar sonreír.
—Pasa, idiota.
—Gracias por la cálida bienvenida. —Christian dejó caer la mochila sobre el sofá mientras escaneaba el lugar—. Estoy decepcionado, pensé que vivirías en medio de guitarras rotas, papeles de canciones y montañas de drama.
Nick resopló, cruzándose de brazos.
—Llegas en el peor momento.
—Al contrario, en el perfecto. —Christian se dejó caer en el sofá—. Así que dime... ¿quién te rompió el corazón esta vez?
Nick no respondió. Su mirada se desvió hacia la guitarra abandonada. La libreta con tachones. El nudo en su pecho.
Christian lo observó en silencio unos segundos.
—Esto huele a lío romántico —dijo, ahora más serio—. No me digas que… ¿Sofía volvió?
La mandíbula de Nick se tensó.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque soy brillante... Y porque me llegaron rumores. Esa chica nunca me gustó. Sonreía demasiado... pero sus ojos siempre estaban calculando.
Nick bajó la mirada. Las palabras de Christian eran exactas. Crueles… y necesarias.
—Y déjame adivinar… Rouz estuvo ahí.
No hubo respuesta.
Christian se enderezó, con los ojos brillando como quien huele el drama.
—¡Uf! ¡Esto se pone jugoso!
Nick lo fulminó con la mirada.
—No es gracioso.
—No. Pero me emociona —replicó Christian, guiñándole un ojo—. Porque por fin hay algo entre ustedes... ¿o no?
El silencio volvió. Nick no negó. No confirmó. Solo sostuvo su mirada con una mezcla de culpa y anhelo.
Christian suspiró, casi divertido.
—Sabía que si fuera por ti, te quedarías toda la vida en pausa. Siempre esperando el momento perfecto. Mira tú... ¡como en las películas!
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AL MISMIS TIEMPO – EDIFICIO DE GRABACIÓN