Casita de muñecas

Casita de muñecas

Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, estaba tendido sobre un piso de madera, no soy un experto en los tipos de maderas, así que solo diré que es un material duro y claro, podía sentir el olor de la naturaleza por ese piso, evidentemente no era artificial. ¿Por qué hago tanto énfasis en el suelo donde desperté?, la verdad que no lo sé, soy consciente que esto no tiene sentido, pero aquellos pocos minutos en el que pase tendido sin estar consciente de lo que me depararía la realidad que estaba viviendo o estaría por vivir, fueron los minutos más felices que pude haber pasado. No se como me llamo, puedo percatarme que si tuve un pasado, mis recuerdos deben estar escondidos en alguna parte de mi memoria, intento dejarlos salir pero me resulta imposible. Creo que hay cosas que debería recordar, pero algo bloquea mi mente. Es una fuerte sensación de inconformidad, sé que algo está mal. El sentimiento de vacío en mi cabeza y el interior de mi ser me invadió por completo, me siento como un cascaron vacío.

Mi martirio comenzó cuando decidí ponerme de pie, sacudir mis ropas llenas de polvo, y mirar a mí alrededor, lo primero que note es que estaba en una casa acogedora, hermosa, con sus paredes de un tierno color sepia y patrones de hojas como decoración. Un reloj cuelga en una de las paredes donde se encuentra la heladera, lo primero que hice cuando la vi fue abrirla y ver si había algo dentro, para mi decepción estaba vacía y desconectada. Una mesa de vidrio adornaba el centro de la cocina, a través de el pude ver mi reflejo, de esa forma pude reconocerme como persona. Camine alrededor de la mesa, mis pasos sonaban muy fuerte en el suelo, y a eso se le sumaba el crujir de la madera, cualquier pequeño sonido comenzó a ser una molestia para mi, el dolor de cabeza no se me iba, así que procedí a quitarme el calzado que llevaba, pude notar que tenía barro en las suelas, ya estaba seco, al punto que cuando los deje en el suelo junto a la heladera se desprendieron fragmentos de barro seco y ensuciaron un poco la madera.

Comencé a caminar descalzo por la pequeña cocina, el crujir del suelo seguía ahí, seguía molestándome, pero al menos el golpeteo del calzado sobre la madera había desaparecido, esa era una pequeña ayuda para mi cabeza que ya no daba más. Cuando me harte de explorar la pequeña cocina, que no me llevo más de unos 10 minutos. Lo mas extraño hasta ese momento que pude notar, había sido la particular ventana que daba hacia un espacio desconcertante del exterior, es decir no lograba divisar un suelo, césped ni siquiera tierra, por lo tanto no llegaba a notar un supuesto cielo o algún tipo de vegetación como árboles o arbustos, simplemente era un color pálido, tirando del rosado al rojo, ese era el espacio exterior que logro ver desde adentro de la casa, un color plano rosado pálido. Revise las alacenas, y muebles, pero estaban completamente vacías, entonces comencé a desesperarme. Me acerque a la puerta que al parecer es la de salida, gire el picaporte pero era imposible abrirla, parecía trabada, intente ver por la comisura si tenía puesto el seguro o alguna llave, pero no logre ver nada, simplemente estaba cerrada. Obviamente intente abrirla también por la fuerza, pero no había forma de abrirla, cada vez que la golpeaba con todo mi cuerpo, sentía que todo retumbaba dentro de mi, pero la puerta ni se movía. Intente abrir las ventanas y romperlas con las sillas que había dentro de la cocina, pero también, eran inamovibles e irrompibles, me siento metido dentro de una casa de muñecas, por alguna mano mágica que me dejo este destino incierto e infernal. ¡Haz con migo lo que desees pero sácame de este sufrimiento silencioso!

Me harte de gritar, de intentar romper ventanas o puertas, hasta las paredes intente rasgar, pero lo único que logro romperse fue mi alma, mi voluntad, y la poca esperanza que tenia de saber que hago aquí. Cuando me encontré en el suelo, agitado, con las manos lastimadas y con lágrimas en los ojos, observe la puerta cerca de la heladera, lo que había detrás de esa puerta era un misterio, hasta ahora no había intentado abrirla, pero ya no tenía otra opción, así que me puse de pie, y con la curiosidad de un niño la abrí esperando encontrar tal vez otra habitación o de alguna forma mi libertad. Lo único que encontré detrás de esa puerta fue la decepción, un grito inentendible lance cuando note que lo único que había detrás de ese rectángulo de madera era solo un pasillo completamente oscuro, me sofocaba la oscuridad que emanaba, al punto que podía palparse.

Con un poco de miedo me metí dentro esperando tal vez encontrar alguna puerta oculta. La parte mas terrorífica de mi estadía en esta extraña casa fue ese momento en el que decidí meterme dentro del pasillo, por alguna extraña razón aquella puerta se cerró sola, sin más. Yo salte del miedo, fue un golpe muy fuerte, había quedado completamente a oscuras, las paredes de ese pasillo eran totalmente rasposas y gruesas, intente empujar la puerta que me había dejado prisionero en ese pequeño cuarto, pero estaba completamente cerrada, inamovible, la desesperación invadió mi cuerpo, golpee la puerta con mi cuerpo, las paredes con mis manos, grite hasta que mi garganta quedo dañada y afónica, hasta cierto punto tenia la esperanza de que alguien pudiese escucharme, pero con el pasar del tiempo me percate de que estaba solo yo en ese mundo, y nadie vendría a rescatarme. No logro ser consciente de cuanto tiempo pase en ese cuarto, tal vez fueron semanas, o solo horas, o quizás años, lo único que se, es que fue tortuoso, interminable, y eterno. Lo único que podía hacer allí dentro era llorar, mis ojos estaban hinchados, la oscuridad lúgubre que me acompañaba se convirtió en mi amiga, ya no recordaba como eran mis manos, ni mis piernas. Mi estadía en la prisión oscura me enseño dos cosas: La primera es que por alguna razón no tenia necesidades fisiológicas, no me era posible tener hambre, ni sueño, tampoco la necesidad de ir al baño. Eso me perturbo un poco, por alguna razón yo conocía todo eso, sabia que en algún momento yo podía hacer todas aquellas cosas, y ahora todas esas necesidades eran ajenas a mi, ¿Deje de ser humano en algún momento?, ¿Las necesidades fisiológicas me hacían sentir humano?... La segunda cosa que aprendí, era que el estar ciego es como sentirse en un cuarto oscuro pequeño del que no podes salir, me sentía ciego en el lugar donde estaba, añoraba la luz, forzaba mi vista para lograr ver algo dentro de tanta oscuridad, pero mis ojos no lograban acostumbrarse al extraño y lúgubre cuarto en el que me encontraba.



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En el texto hay: soledad, inmortalidad, monstruo

Editado: 02.03.2020

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