Cataleya

Capítulo 3 Denigrada

La semana transcurre rápido, Cataleya se tomaba fotos y videos con su hermana ella trataba de hacer reír a Catalina. Sin embargo no lo lograba, su hermana ciega era difícil de sonreír y eso le partía el alma.

Una tarde, Francela y su esposo salieron de compras y las niñas quedaron solas, ambas estaban acostadas cuando escucharon un ruido provenir desde la entrada de la cueva.

—Cati, escuchaste eso, mama acaba de irse con papá.

—Sí, lo escuche, será que ya están de regreso.

Un desconocido entro sin ser invitados a la cueva secreta del Ruso, la niña llamada Cataleya  sorprendida lo observo para luego preguntarle que hacia ahí.

—¿Que hace usted aquí?

—Hola chiquitas— dice el amigo de Faddei.

—¿Mi padre no esta, que desea?— pregunto Cataleya—Será mejor que se vaya.

—No busco a su padre, linduras—él camina hacia las niñas con una mirada maldosa, su rostro reflejaba morbosidad.

—No se nos acerqué, como entró aquí, mis padres nos dejaron con llave.

—Digamos que yo tengo una llave.

—Que quiere, váyase.

—Me parece que hacen Muchas preguntas— él se acercó a ellas, la niña que podía ver grito y Catalina la abrazo al sentirla cerca de ella.

—No dejare que nos hagas daño— Replico Catalina, pero él hombre saco una pistola y apunto a la apunto.

—No se quienes, es quien, pero quiero a una de ustedes, las deseo desde que las vi, si no obedecen las disparo y sin asco, luego lo haré con sus padres

—No por favor déjanos— suplico Cataleya, pero no sorvio de nada, ya que el empezó a golpearlas sin piedad. Catalina empezó a pelear y trato de defenderse pero el maldito le pegó en la cabeza con la pistola y callo desmayada.

—Nooo, que le hiciste maldito sucio—Llora Cataleya a gritos.

—Ella no puede ver, tu sí, entonces, verás lo rico que te hare, con soñó verlas mi deseo sexual se activo.— comento atrapando a la chica.

—No, no por favor que nos vas a ser.

—Nada malo, sólo jugar un rato, hacerte sentir mujer.

La niña negó asustada. El tipo riendose la aventó contra la cama y le arranco la ropa dejando a la pobre chica desnuda.

—¡No! ¡No, suéltame! Por favor, no hagas eso duele, duele, me da asco, no me toque...¡Mamá, papá!—grito Cataleya mientras la maldita escoria abusaba de ella.

—¡Cállate! Eres una llorona— la niña lloraba a mares, sentía que la desgarraban por dentro y fuera, el maldito estaba abusando sexualmente de ella sin importarle que era tan solo una nena.

—Mamá, Ayúdame por favor—susurro nuevamente con dificultad.

El hombre empezó a golpearla y y abusar de ella. La pequeña  gritaba, lloraba ya no podía más sentía que le desgarraban el alma, su vida, tenia asco de hombre tan despreciable.

—Que deliciosa eres pequeña, serás mi mujer, te llevare conmigo, saldrás de este encierro, conoceras lugares hermosos, solo debes de ser obediente — decía él maldito, al él no percatarse Catalina se había despertado y se encontraba detrás de él con un arma, el mismo que el tenía.

—Suéltala o te mató desgraciado perro.

El hombre escucho el sonido del arma, el muy maldito se le había olvidado su arma cuando golpeo a Catalina.

—Eres una maldita ciega, no sabes dónde disparar, tal vez Hasta dispares a tu hermana.

¿Eso crees?

El muy confiado rio a carcajadas sin tener idea que Catalina era más que inteligente, ella entrenaba sola cada vez que solía sentirse  sola, ella era una niña capaz de todo con tal de protegerlas.

—Eres una estúpida ciega, nisiquiera sabes lo que haces.

—No estés tas seguro. Cataleya salte de ahí ahora—grito en dirección a su hermana. Esta obedeció, se levanto débilmente alejándose, a lo que Catalina jalo el gatillo y dispara contra el hombre una y otra vez hasta que este cae muerto. —Catalina ven hermana, todo terminó

La niña se le acerco llorando, su hermana busco una sabana para cubrir su cuerpo desnudo.

—Me duele mucho. Me duele, porque, porque nos pasa esto, abuso de mí, no quiero vivir, odio a mi papá por haberlo traído aquí.

—No digas eso por favor, todo terminó, el esta muerto— las lágrimas de ambas se mezclan al juntarse en un abrazo. Escucharon otro ruido. Eran sus padres que venían de hacer las compras.

—¡¿Que paso aquí niñas?! ¡¿Qué pasa?!

Faddei y Francela se les acercó y vio al hombre muerto, ambos se asustan.

—¡¿Que paso aquí?!— grito furioso el padre de ellas. Noto como a una de ellas que estaba arropada y medio desnuda, encima golpeada y llenas de sangre.

—¿Mis hijas, que paso, por Dios?— pregunto llorando.

—Él... Abuso de mí—murmura Cataleya con un hilo de voz

—¡Que! ¡No, eso no puede ser!— Francela cae de rodillas a lado de su pequeñas la toma en brazos y lloro, se decía del porque tanto sufrimiento.

—¡Maldito desgraciado! Para eso me pidió confianza, para abusar de una de mis hijas, maldito como me hubiese gustado a verte matado con mis propias manos.

—Yo me encargue de el Faddei —la voz fría de Catalina lo dejo perturbado. Él abre los ojos como Plató, sin dar crédito a lo que decía su hija ciega.

Francela se levanta busca una manta y se la coloco a Cataleya, la lleva al pequeño baño y la baño mientras que Catalina lloraba de dolor por no poder ayudar a su hermana en esta tragedia que las dejará marcada de por vida.

Faddei, se sentía el padre más irresponsable que nunca, no sabía como consolar y reparar la tragedia que le sucedió a una de sus hijas, se recrimino por haber llevado a ese maldito hombre a la cueva donde su familia estaban a salvo por tantos años. Se decía que desde que empezó su batalla con los narcos y la pólvora blanca su vida había sido un desastre, por su mente cruzaba miles de cosas pero antes tenia que sacar a su esposa y sus hijas de ese terror que se le avecinaba.

 




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