Cataleya

Capitulo 7 Muerte

Había transcurrido exactamente un mes después del trágico encuentro que hubo con los narcos rusos que buscaban la mercancías que tenia Faddei, incluyendo el polvo blanco. Cataleya cada día que pasaba sentía que su alma moría, al ver a su gemela postrada en esa cama, poco faltaba para que naciera su criatura, ahora debía de ser fuerte y no estar triste pero era inevitable, sobre todo lo ocurrido con su hermana, ella se encontraba sentada en unos de los cómodos sofás viendo los pequeños pitidos que sonaba de la máquina que conectaban con el cuerpo de su hermana,

-¿Cuando piensas despertar Cati? mama y yo te necesitamo demasiado- replicaba al cuerpo dormido de su hermana. Se le acerco y le acarició el rostro, el cual se veía como la bella durmiente de tanto permanecer de esa manera. El médico le informo que el disparo que recibió en la cabeza hizo que entrará en un Coma temporal no sabían cuando despertaría y por otro lado la pequeña padecía de un problema del corazón ya que este poseía un orificio en la parte superior y necesitaba un trasplante antes que se detuviera.

Francela quedó muy sorprendida al darse cuenta hasta ahora de esa enfermedad que poseía su hija, aparte de haber nacido ciega ahora resulta que nació con el corazón dañado. Cataleya y su madre lloraban a mares sintiendo que el corazón se les quebraba en pequeños trozos.

-Madre, porque razón le pasan estas cosas horribles a mi hermana, en mi caso nunca he sufrido como lo ha echo ella desde pequeñita. La vida estaba empeñado en dañar a su hermana.

-Hija mía, no digas esas cosas, tú también has sufrido, a causa de un error de tu padre.-Volvió a a sentarse cerca de la camilla donde se encontraba su hermana, le sujeto la mano y le empezó a hablar diciéndole lo mucho que la ama y si fuese capaz darle una parte se su organo para que pueda levantarse de una vez y vivir.

Francela les daba las gracias a Mauricio y a su esposa por haberlos ayudado, Mauricio era un médico cirujano y protector de Guía en las playas, tenía 35 años era un hombre americano, de piel morena y su esposa una mujer Rubia de ojos grisáceos talvez de unos 30 años muy parecida y de buen vestir.

Ella miraba una y otra vez a la pareja que los ayudo, se veían tan unidos y de buena personalidad en ese momento deseaba estar con su esposo se preguntaba una y otra vez donde se encontraría su esposo, ¿será que se encontraba muerto? A la misma vez se maldecía a si misma por no haber hecho algo en el momento que se dio cuenta que Faddei tenia una gran cantidad de droga escondida, nunca supo si era robada o si le pertenecía a su esposo, por otro lado ella tampoco sabía de dónde tenia tanto dinero, cuando conoció a su esposo se sorprendió al darse cuenta que era muy rico pero luego se dio cuenta que el dinero que poseía era ajeno, se sentía cansada por no haber dormido bien, se sentía triste, lloraba todos los días al ver a sus hijas sufrir, Catalina en una cama postrada sin señales de despertar y Cataleya embarazada llorando todos los días al ver a su gemela sin señal de despertar.

*****

-Señora, le pedire a Dios para que que su hija despierte pronto del coma y en cuanto a su hija Cataleya espero que se cuide mucho por su embarazo.

-Gracias a ustedes por todo.

El amable hombre le tendió un papelito con su dirección y número de móvil.

-Si necesita de nuestra ayuda no dude en llamar, espero que su hija se recupere pronto-sin decir más se despidieron. Ya era de noche, ellas iban a descansar un rato a su apartamento. Elena había pedido unos días para cuidar de sus hijas no podía dejar su trabajo por la necesidad que tenía y lo peor en país ajeno sin tener ni idea de que hacer.

-¡Mamá! ¡Ah! Ayúdame- escucho gritar a Cataleya, se levanta de volandas del sofa y entro en la habitación.

-¿Hija que sucede?-Inquiero preocupadam

-¡Me duele el vientre!-Grito su hija con la voz entre cortada.

-Ya va a nacer, estas sangrado mucho tratare de levantarte, debemos ir al hospital.

-¡No! ¡No puedo duele!- Cataleya grito de dolor sintiendo que se le desgarraban todo su interior, Francela no sabía que hacer salió corriendo de su apartamento pidiendo ayuda al vigilante, no le importó con tal de sacar a su hija y llevarla de emergencia. Se subieron en un taxi rumbo al hospital, Cataleya gritaba estética por el dolor.

-¡Ma...mam...! No puedo... no puedo más, duele...duele.- Replico débil a lo que su madre sintió una inmensa tristeza al ver como su pequeña sufría.

-Mi amor, ya acabará pronto...Por favor señor apúrese-le rogó al conductor.

-Si señora, eso trato pero demasiado tráfico- llegaron al hospital después de más de la hora, varios médicos se hicieron presentes, la trasladaron al cuarto de parto rápidamente

-Por favor doctor, déjame entrar con mi pequeña se lo pido- Francela le rogaba al médico para estar al lado de su hija.

-Está bien señora, venga- entraron a sala de parto, Francela se acercó a su hija y le acarició el rostro susurrando palabras tranquilizadoras.

-Mi amor, todo estará bien.

-Duele mucho mama-Susurro Cataleya con lágrimas en sus ojos verde esmeralda.

-Señorita, le pondremos un calmante pero necesitamos hacerte un ultrasonido para ver cómo está el bebé ¿Ya cumplió los nueves meses verdad?-pregunta el médico con algo de enojo en su rostro. Francela se preguntó a si misma que le pasaba al médico.

-Si doctor, ella está ya en su último mes- Respondío Francela por su hija, ya que la pobre no podía más.

El doctor miraba a Cataleya negando con la cabeza como era posible que una niña estuviera embarazada, acaso éste mundo se ponía peor o la madre no le inculcó modales, habla para sí mismo en voz alta sin percatar que Madre de la jovencita lo escuchaba.

-Doctor, tal vez usted piensa que mi hija es muy chica para estar embarazada, pero resulata que ella no tiene la culpa de que hayan abusado de su inocencia.

El doctor se sorprendió al escuchar a la madre de la chica como lloraba al hablar de la tragedia que le había pasado a la pequeña.




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