Cataleya

Capítulo 11 Nuevo vida.

Narrativa en primera persona desde este capítulo.


Cataleya

Estoy casi segura que mamá aún no ha tomado su pastilla.

-Madre, ya llegué -llamé entrando a mi humilde hogar.

-¡Mami! ¡Mami! -me llamó mi pequeña.

-Hola, pequeña. ¿Dónde está tu abue?

-Ella aún duerme-Respondío mi pequeña encogiendo los hombros. ¿Qué estará pasando con Francela? Me adentro a la pequeña casa que compramos con los ahorros que Mark dejó a Marcelo.

-Mamá, mamá -grité tocando la puerta de su habitación. Al no recibir respuesta alguna, entré. Está dormida, me le acerqué y noté palidez en su rostro. -¡Francela! ¡Mamá, qué tienes, reacciona!... preciosa, llama al 911, pide una ambulancia. La abuela está enfermita -le dije a la niña sin mostrar preocupación en mi tono de voz.

A la media hora llegó la ambulancia, trasladaron a Francela a un hospital público. Llegamos y un médico nos dijo que esperáramos.

-¿Mami, la abuelita Francela estará bien? -preguntó mi solecito.

-Sí, Aleyna, ella estará bien, no te preocupes -suspiré cansada de todo esto. Los minutos pasaban y el médico no salía a darnos información sobre mamá, me estaba cabreando por la demora. No quiero perder a mi madre, ella es lo único que me queda, claro mi pequeña Aleyna también, pero no quiero que le pase nada malo a mamá. Mi hija se me acercó, me dio un beso y luego recostó su cabecita en mi pierna, a los segundos se quedó dormida. Después de la hora apareció un médico.

Cargue a mi hija en mis brazos y me encaminé hacia el médico.

-Doctor, ¿cómo se encuentra mi madre, Francela?

-Ella acaba de reaccionar, pregunta por Cataleya. ¿Es usted?

-Sí, soy yo.

-Pensé que se llamaba Catalina.

-Los dos nombres me pertenecen, doctor-Replique distante.

¿Qué le sucede a Francela? Ya le he dicho que mi nombre es Cataleya.

-Bien, señorita, puede ir a verla. Al parecer, tuvo una recaída, ella tiene su presión muy baja y eso provocó un desmayo. Debe llevar la receta.

-¿Dónde puede comprar el tratamiento?

-Señorita Cataleya, tiene que ir a un hospital privado para que le hagan el tratamiento. Aquí no tenemos la capacidad para su mejoría. Puede pasar a verla.

-Gracias, doctor. Haré todo lo posible para que ella tenga ese tratamiento. -Sin más, el médico caminó hacia el pasillo, perdiéndose en una de las tantas habitaciones. Ahora, ¿qué haré para llevar a mi madre a un hospital privado? Debe ser muy caro, apenas tengo para el alimento diario.

Desperté a mi pequeña y le dije que iremos a ver a la abuelita. Caminamos por el pasillo del hospital hasta llegar a la habitación donde se encontraba. Entré en la habitación, se encontraba una enfermera suministrándole una inyección.

-Mamá, ¿cómo te encuentras? -la miré seria.

-Catalina -Susurro mi nombre real. A lo que niego molesta

-Mamá, ya te he dicho ciento de veces que me llamo Cataleya, llevas años llamándome así.

-Hija, perdón por preocuparte tanto -resoplé bufando. Ella siempre dice lo mismo.

-Mamá, no digas eso. Veremos qué haremos para conseguir ese tratamiento -aunque tenga que hacer cosas que jamás pensé hacer.

-Hija mía, he sido una carga para ti.

-Francela, no sigas con lo mismo, siempre dices eso. Si tú eres una carga, ¿qué fui yo cuando nací con mi discapacidad, cargaste conmigo durante 14 años? Luego tenías que trabajar día y noche para poder darnos de comer a mí y a mi hija.

-Pero, hija...

-Pero nada. Ya no sigas y deja de hablar de lo mismo. Haré lo necesario para que tengas el tratamiento. Está dicho, Francela, ya no quiero seguir discutiendo de lo mismo.

Al día siguiente, la llevé a casa. Aconsejé a Aleyna que se portara bien, que no hiciera sus travesuras de siempre. Sin más que decir, fui a la disco en la que trabajo como bailarina y como mesera.

-Buenas noches, Cataleya. Por fin llegas. ¿Estás disponible para trabajar hoy?

-Discúlpame, Marimar, mi madre se enfermó ayer y no puede venir, pero haré horas extras.

-Está bien, no te preocupes. Hoy quiero que atiendas la barra.

-Como digas, Marimar.

Marimar es una mujer de aproximadamente 36 años, muy linda de piel morena. Llevo cuatro años trabajando para ella. Es muy amable, es con la única que platico.

-Señorita linda, nos sirve dos vasos de vodka -Dos hombres se acercan a la barra. Uno de ellos se nota guapo, me mira sin pestañear. Luce nervioso.

-Claro -digo sin quitar la mirada del otro desconocido.

-Oye, qué linda eres tú, señorita. ¿Te gustaría bailar conmigo o atenderme solo a mí?

No le respondo. Les sirvo el vodka y sigo en lo mío de atender a los demás clientes.

-Dylan, amigo, iré a dar una vuelta por los alrededores ya que la chica no me contesta. Señorita, me cuida a mi amigo, está un poco ebrio.

-Lo siento, no me pagan para ser niñera -comento seria.

-Qué mal. Luego vengo por ti, quedas con esta dulzura, amigo. Espérame aquí -Sin más, el tipo se pierde entre las demás personas.

-No me jodas, haz lo que te plazca. Chica, sírveme un tequila y te invito uno.

Vaya que tipo más arrogante. Se nota que está ebrio, le sirvo el tequila y solo noto cómo me queda mirando. Es un hombre muy atractivo, de ojos café, cabello oscuro, cejas muy gruesas y unos labios gruesos y rosados, con un cuerpo bien trabajado. Siento algo muy raro cuando me mira con profundidad.

-Oye chica linda, ¿te gustaría casarte conmigo? -bromea conmigo, qué demonios le pasa a este hombre.

-¡Qué demonios le pasa! -Grito enojada llamando la atención de algunos en la barra

-No te enojes, te estoy proponiendo que te cases conmigo.

-No lo conozco para que venga con esa estupidez y confianza -Se acerca una pareja, me piden cerveza, se las entrego y se sientan en una de las mesas.

-Y entonces, ¿aceptas? -insiste.

-No lo conozco -Replicó sin mirarle. Hago un ademán con la mano, como si no le importara lo que le decía-Escucha la palabra, no lo conozco.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.