Cataleya

Capítulo 22 Atracción

Cataleya.

No puedo creer lo que mis ojos ven. Este idiota está con mi pequeña. ¿Quién se cree que es, intentando ganarse a mi hija? Camino hacia la entrada de la escuela, Dylan juega con Ále. Me acerco a él con cautela, conteniendo mi frustración.

—Oye, ¿qué te has creído al venir aquí? —le reprocho, sintiendo la irritación crecer dentro de mí.

—Está mal venir por mi futura hija —responde, confundido.

Ruedo los ojos, al borde de sacárselos por idiota.

—Eres un imbécil —le digo, ya cansada y hastiada de él.

—Mami, ¿por qué estás peleando con mi papi, Dylan? —interviene Ále, pronunciando esas palabras que me hacen contener el aliento.

Oh no, ahora le dice "papi". No puedo creerlo. ¿Por qué demonios este hombre entró en mi vida? Ahora parece que no podrá salir de ella.


*******

Llegamos a la casa, dejo las llaves en la mesa. Dylan entra junto a Aleyna ambos ríen y no sé de qué. Saco zumo de piña y galletas, les sirvo a mi niña y al don idiota. Me siento en la mecedora mientras observo a mi pequeña reír junto a mi supuesto "novio".

Siendo sincera me retracto por lo que dije en mi mente hace una hora, realmente me siento agradecida gracias al él mi madre está bien ya que la llevo al hospital aquel día que la atropelló un auto y pues ahora él está costeando lo del hospital aunque tampoco es gratis. La voz seductora de Dylan me saca de mis pensamientos.

—¿Por qué me miras tanto, preciosa? ¿Te gusto? —pregunta de forma coqueta, y ruedo los ojos ante su estupidez. Lo dejo hablar con la niña mientras tanto llamo al hospital para informarle a mamá que no podré ir esta noche.

Después de avisar a mi madre, me dispongo a arreglar la cama y algunas cosas de Ale. Miro hacia afuera y una silueta llama mi atención, está escondida detrás de los árboles que bordean el parque. Espero que no sea un ladrón, pero cuando vuelvo a mirar, ya no está.

Ahora tengo mucho miedo. Llevo días sintiendo que alguien nos sigue. Bajo al pequeño salón y me quedo impresionada al ver a Dylan dormido en el sofá, abrazando a mi hija. Me acerco sin hacer ruido. Su rostro refleja paz.

Se ve tan guapo. Aunque no, no es guapo, es un idiota.

—Dylan, debes levantarte, ya es tarde. Tienes que irte —balbucea algunas palabras sin sentido. Levanto a la niña y me subo con ella a la habitación, depositándola en la cama y arropándola. Luego entro al cuarto de baño, lavo mis dientes y mi rostro.

Bajo nuevamente y Dylan sigue dormido placenteramente. Camino hasta él, me pongo de cuclillas y observo su rostro. Callado se ve más bonito, pero cuando abre la boca, es un idiota.

Me levanto para ir por agua, pero no avanzo más, ya que sus fuertes manos me hacen caer en su regazo.

—¿Qué demonios, pensé que estabas dormido? —digo nerviosa.

—Sí, lo hacía, pero tu olor a frutas me ha despertado —su voz ronca suena sensual, y no entiendo por qué demonios me siento cohibida.

—Es hora de que te vayas, ya es muy tarde —murmuro, bajando la cabeza.

—Déjame acompañarte esta noche —niego, tratando de zafarme de su agarre, pero nuevamente me detiene, acorralándome contra su pecho—. Eres una fierecilla, pequeña rubia.

Gruño tratando de zafarme, pero no puedo.

—Oye, idi...

Mis próximas ofensas se quedan atrapadas en mi boca al sentir su labio pegado al mío. Sin darme cuenta, me dejo llevar por el grandioso beso. Su lengua juega con la mía, y juro que me daré una fuerte golpiza a mí misma por tonta. ¿Cómo puedo ser tan dejada? Pero no puedo negar que me encanta sentir sus labios.

—Me encantan tus labios —me lo dice apartando su boca, y dicho eso, me vuelve a besar. Un fuerte estruendo en la puerta nos hace sobresaltar, deteniendo el beso.

—¿Qué fue eso? —pregunta Dylan, me levanto de su regazo y él se levanta también, camina hasta la puerta y se asoma, abriéndola. ¿Será la misma persona que vi hace poco en la avenida del parque? Estoy empezando a tener miedo.

—Es muy raro, no hay nadie —dice Dylan, cerrando la puerta con seguro. Frunzo el ceño, ¿acaso no piensa irse? Aunque por hoy le agradecería que se quedara.

—Emm, ¿tú no te vas a ir a tu casa? Ya es tarde —digo nerviosa, joder, ¿desde cuándo me hace sentir de esta manera?

—Me quedaré contigo, no confío en lo que acaba de suceder —sin más, jalonea mis manos. Subimos las gradas en silencio, y al llegar a la habitación, le señalo una cama vacía, mientras yo dormiré con Ale. No imaginé tener a un hombre en mi habitación, pero realmente tengo miedo, es por eso que dormirá por hoy aquí.

—Bueno, buenas noches. Si deseas usar el baño, ahí está, a la derecha —digo señalando la puerta al costado de la otra.

—Okey, nena, despreocúpate.

—Ah, ten cuidado de no tocarme. El beso de hace rato solo fue un ensayo para cuando tu familia nos vea. Ahora, duerme —su rostro es de burla, se le nota, es un idiota.

Apago la lámpara que está en la mesilla de noche. Dylan entra al baño, me arropo al lado de mi niña, y mi mente piensa en el beso que nos dimos. Repimo toda clase de pensamientos adentrándome en el mundo de los sueños.

 

*****


Dylan

Mientras miro mi reflejo en el pequeño espejo del baño, pienso en sus deliciosos labios. Luego recuerdo lo que pasó afuera; logré ver la silueta de un hombre correr y me pregunto quién podría ser. Por esa razón, decidí mentirle a Cataleya, diciéndole que no había nada.

Tendré que poner las cartas sobre la mesa. Mañana mismo la saco de aquí; ella y la niña no están seguras. Tendré que adelantar la boda para sacarla de este lugar y que pueda vivir conmigo, o al menos en mi apartamento.

Lavo mi rostro y luego enjuago mi boca. Al salir del baño, me acerco a mi futura esposa. Realmente, esta nena es muy linda; se mueve en la cama.

Miro una sombra en su espalda; es muy raro, parece un tatuaje. Me pregunto qué podría ser. Me encamino hacia la otra cama, me recuesto y me dejo llevar por el cansancio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.