Cataleya

Capítulo 33 ¿En cinta?

Cataleya

Mientras mi esposo conduce con rapidez, yo no puedo apartar la mirada de la autopista. Mi mente divaga en los ojos de ese hombre desconocido que provocaron que mi cuerpo temblara de miedo. Nunca antes había sentido temor, pero la forma en que me miraba ese hombre me incomodaba profundamente. Le dije a mi esposo que me sentía cansada y que era hora de irnos de ese lugar, especialmente después de las insinuaciones de esa mujer que parecía sugerir que aún tenía algo con Dylan. Trato de apartar esos pensamientos cuando llegamos a casa.

No esperé a que Dylan me abriera la puerta del copiloto; simplemente me bajé y entré en casa. Tomé un jugo de naranja y luego subí a mi habitación para tomar una ducha. Después de unos treinta minutos, salí del baño con mi albornoz puesto y encontré a Dylan desnudo y recostado en la cama, aparentemente había tomado una ducha en la otra habitación.

—Ven acá —me llamó, palmeando el espacio a su lado en la cama. Suspiré y me recosté a su lado.

—¿Se te ha pasado el mareo? —preguntó mientras quitaba mi albornoz.

—Un poco —respondí, subiéndome a horcajadas sobre él.

—Me encanta cuando tomas el control y te subes encima de mí —dijo acercando su boca a mi pecho.

Froté mi vagina contra su pene erecto. Sus manos viajaron hasta mi humedad, acariciándola y penetrándola con un dedo. Jadeé mientras mordía suavemente su lóbulo de la oreja. Me moví hacia atrás cuando bajó, lamiendo mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris. Apriété su brazo con fuerza al sentir los espasmos invadir mi cuerpo.

Ambos gemimos de placer. Tomó su pene y me penetró, gimiendo agitado al sentir mi vagina apretada alrededor de él.

—¡Oh, nena! Esto es increíble. Eres increíble, mi amor. Te amo, me vuelves loco. ¡Oh, sí, preciosa!

Me mordí el labio por sus palabras excitantes. Sabía que esta posición lo enloquecía. Atrapó uno de mis pechos y lo estimuló suavemente, mientras yo enredaba mis manos en su sedoso cabello. Nuestros cuerpos se movían al ritmo del deseo, y en pocos minutos alcancé mi orgasmo. Luego, él llegó, embistiéndome con fuerza. Sentí su semen llenándome y rápidamente me levanté de su regazo para dirigirme al baño.

—¿Estás bien, mi amor? —preguntó Dylan, preocupado.

—Sí, estoy bien, solo pensé que terminarías fuera de mí y no...

Se acercó y me llevó a la ducha, acariciando mi mejilla y besando mis labios. Encendió el grifo y el agua nos envolvió. Sus besos eran apasionados, y me levantó las piernas para penetrarme con fuerza.

Nuevamente nos entregamos a la pasión.


*****

Ha pasado un mes desde que he vivido los mejores momentos junto a mi esposo. Cada día lo amo más, y la forma en que me trata me hace sentir amada y valorada. A pesar de su atareado trabajo, siempre encuentra tiempo para mí. Dejando a un lado a mi amado esposo, pienso en mi mamá. Finalmente ha vencido el cáncer de mama, a pesar de haber perdido uno de sus senos. Ahora está sana, gracias a Dios.

Mi vida ahora se siente completa. Mi madre está bien de salud, mi hija está feliz en su nueva escuela y con sus nuevas amigas, y yo tengo a un hombre perfecto que me demuestra su amor día tras día. Dylan está pendiente de mí y de mi hija, y puedo ver lo mucho que quiere a Ale. En algún momento, será un buen padre, de eso no hay duda. En este momento, nos dirigimos a la mansión de mi suegro, ya que él está de cumpleaños. Dylan y sus tías han organizado una cena familiar. Al llegar, bajamos del auto y nos dirigimos al interior de la mansión, mientras mi esposo toma mi mano.

—Buenas noches, papá —saluda mi esposo con un abrazo y luego le entrega su regalo.

—Buenas noches, suegro —lo saludo con otro abrazo.

—¿Cómo han estado? —nos pregunta con una sonrisa sincera.

—Bien —respondemos Dylan y yo al unísono. Le entrego su regalo de cumpleaños, él lo toma y luego me mira sonriente.

—Sabes que me hubiera gustado de regalo —me dice sin apartar sus ojos de los míos. Asiento sin entender su petición. —Un nieto al que pueda cargar y darle besos todos los días.

Mis ojos se abren de sorpresa al escuchar eso. Aún no estoy preparada para tener hijos.

—No te preocupes, padre. El próximo año, ese será tu regalo de cumpleaños.

Fruncí el ceño al escuchar a Dylan hablar con tanta seguridad. La noche transcurre de manera agradable, con una cena exquisita, bebidas y música. Ya me siento agotada y con sueño. Me pregunto a qué se debe mi cansancio. Llevo meses sintiéndome extraña; la última vez, mi madre notó que estaba pálida y más delgada. No entiendo a qué se deben estos cambios en mi cuerpo, pero ahora que lo pienso, llevo casi tres meses sin ver mi periodo. ¡Dios mío! Hasta ahora se me viene a la mente ese detalle. Soy tan tonta por haberlo olvidado. ¿Podría ser posible que esté... embarazada? Me acerco a Dylan y le pido que me lleve a casa, pero primero pasemos por una farmacia. Él me mira confundido, pero acepta igualmente. Salimos de la mansión y nos dirigimos a la farmacia más cercana. Durante el viaje, ninguno de los dos dice nada.

—Esta es la única abierta —dice él, estacionando el auto frente a una farmacia a unas cuadras de nuestra casa. —Pero, Cataleya, ¿qué tienes? ¿Por qué quisiste que viniéramos a una farmacia? ¿Ocurre algo, amor?

Un nudo se forma en mi garganta. Me pregunto si Dylan lo tomará bien.

—No pasa nada, mi amor, solo voy a comprar algunas cosas —miento. Sin esperar a que él diga algo más, bajo del auto y entro a la farmacia a comprar las pruebas de embarazo.


*******

Respiro hondo mientras observo las dos rayitas reflejadas en la prueba de embarazo. Suspiro y al mismo tiempo niego con la cabeza. No me siento preparada, pero ya está aquí, ahora solo debo esperar la reacción de mi esposo. Espero que le agrade la idea. Sé que apenas llevamos poco tiempo de habernos casado, pero ambos nos confiamos al tener intimidad sin protección alguna, o bien nos confiamos en el método de terminar fuera. Toqué mi vientre plano y bufé molesta por no haberme cuidado, pero lo hecho, hecho está. Salgo del baño y lo encuentro de pie al lado de la cama, dándome vueltas.




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