Cataleya

Capítulo 34 Emociones

Dylan.

 

—¡Embarazada! Dios es la mejor noticia de mi vida—replicó ya exaltado, emocionado y con millones de sentimientos. Saltó de alegría, la tomo en mis brazos, la giro dando vueltas como un demente, ella me mira confundida, su ceño está fruncido Por mi rara actitud, supongo que se preguntara porque estoy eufórico pero es normal, Darte cuenta que serás padre y mejor aún ya que le voy a darle el nieto a mi padre, lo que el tanto desea, sólo espero que ella no lo sepa. —Te amo mi amor, es la mejor noticia de mi vida— le digo sin poder ocultar mi felicidad.

—Pensé que no se, tal vez no te agradaría la idea, ya que apenas llevamos poco de...

No dejo que termine de mediar palabra alguna, cuando atrapó su labio inferior y beso con locura, amor y pasión, meto mi lengua, lo succiono y me deleitó. Un gemido de placer sale de su boquita, la levanto de las piernas y la dejo sobre la cama, en unos segundos ambos ya nos habíamos despojados de nuestra ropas, nuestro beso y caricia aumentaron, le hice el amor con deleite y emoción, Me siento jodidamente feliz al saber que voy a ser ¡papá! Como me encantaría gritar a los 4 vientos esta inexplicable alegría formarse en mi interior. Amo a mi esposa, cada día a su lado es como llenar mis días de alegrías. Estaba encerrado antes de conocer a Cataleya al pensar que jamás me volvería a enamorar de una mujer ya que  Merlina, me había abandonado y roto mis ilusiones, para creer en el amor. Pero ahora estoy benditamente colado, enamorado, como lo quieran llamar.

Luego de haber saciado mi felicidad, atraigo a mi fierecilla con fuerzas a mi pecho, ella acuna su rostro en mi cuello, beso su sien y le digo palabras de amor. La quiero y la amo, antes de casarme pensé que sólo estaba en caprichado con ella, porque si bien me costó convencerla para que aceptara mi propuesta. Había ciento de mujeres que hubieran aceptado gustosa mi proposición, pero yo no quería a esas mujeres falsas que sólo se vestían bien para llamar la atención o alguna mujer fácil.

Al conocer a Cataleya, deduje que era la mujer perfecta para mí, acerté muy bien y decidí, hostigarla hasta conseguir atraparla.

********

Al despertar por la mañana, no podía esconder mi sonrisa de felicidad por la noticia de ayer. Tal parece que ella ya se encontraba en el salón dándole la noticia a mi suegra, que por cierto seguro estoy, que la está replicando algún sermón o reclamo por no haberse cuidado y otras riñas. Me enfurece saber que actúa de esa manera.

Me cortaría las bolas si miento en decir que la señora Francela se entromete en nuestra relación. Ya vestido con mi traje de empresario, bajo al salón en donde agudizó los oídos al oír como mi suegra trata a su hija en unos susurros.

—Por Dios, tu desde cuando eres tan dejadota, como no te cuidabas, sabes que eres muy joven para ser madre.

—¡Ya Basta Francela! Amo a mi esposo y si quede embarazada ese es asunto mío y de nadie más, así que no te metas—ordena hastiada. Aprieto los puños, ya algo cabreado por la actitud de mi suegra. Al menos mi esposa no le pone tregua a su madre, lo que ella dice hasta ahí queda.

Garraspeo, llamando la atención de ambas.

—Amor, paso por ti al mediodía para que vayamos a la clínica en el que debes llevar el control prenatal.

Asiente levantándose del sillón, se acerca a mí, levanto su barbilla, e inspeccionó su rostro algo pálido, sus ojos verdes Esmeraldas están brillosos, estos me miran sin pestañear, en esta mañana viste un vestido color Blanco con mangas, calza sus sandalias negras de piso, su cabello está trenzado, y huele deliciosa.

—Deja de disgustarte, en tu estado no está bien, ok. Ah y otra cosa debemos hablar seriamente. Te amo—replicó con tono serio.

Depósito un tierno beso a mi esposa, saludo a la odiosa de mi suegra, busco a Ale con la mirada pero no está, sin más salgo de la casa, me dirijo a mi Renault, arrancó a toda máquina, conduciendo hasta mi empresa.

Al llegar a la empresa, saludo a todos los trabajadores con una sonrisa torcida. Entró a mi oficina, le pido a Maria que traiga los informes, para la firma. A los  minutos se presenta y me informa que el señor Petrov, llamo a invitarnos a mi esposa y a mí a asistir a una cena de beneficencia que el mismo promovió para este sábado en su mansión.

Le digo a Maria que le informé que estaremos presentes. La mañana transcurrió algo lenta, me encontraba ansioso por llegar a casa e ir con Cataleya a la ginecóloga para saber de cuántas semanas esta y como se encuentra en su estado. Dejo todo en orden y salgo de mi despacho. Llamó a mi esposa y le digo que esté lista para irnos.

Cuando llegó al estacionamiento me encuentro con Merlina. Ella al verme camina con pasos rápidos hacia mí. Ruedos los ojos al escucharla llamarme.

—Dylan, espera necesitamos hablar.

—Merlina será en otro momento, ando con prisa.

Sin esperar respuesta por parte de ella me subo a mi coche y arrancó a toda prisa.

******

—¿Cómo esta doctora?— pregunto ansioso por saber el estado de nuestro bebé. Me dirán loco, pero ya deseo que el vientre de Cataleya crezca para ver lo hermosa que se verá.

—Veamos en donde se esconde, acá está. Umh. ¡Oh! Valla que sorpresa—dice exaltada la ginecóloga. Apretó las manos de mi esposa con fuerzas, mientras no quito mi vista de la pantalla en donde la ginecóloga inspecciona. — En hora buena señora Maxuell— le dice dedicando un sonrisa a mi esposa, ambos la miramos sin pestañear.—Usted tiene un embarazo de gemelar de 10 semanas de gestación.

Agrando los ojos hasta más no poder por la doble sorpresa.

—Oh Dios mío— susurra mi esposa.

—Felicidades, ellos están en un buen peso, y muy agarrados ¿Desean oír sus latidos?

—Si por favor—pide ella ansiosa y yo estoy igual. La doctora nos dedica su mejor sonrisa, mientras mueve la flechita en la pantalla. A los segundo se oye los latidos de nuestros tesoros. Es una melodía hermosa, pasiva, riguroso, no sabría que nombre ponerle a esta sensación de amor.




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