Cataleya

Epílogo

Dylan

Diez años después.

Estamos todos preparando los 18 años de Aleyna. Cataleya y yo decidimos hacerle una fiesta sorpresa, sé que le encantara mucho la sorpresa, mi hija ya es toda una adolescente y de remate ya tiene novio, pero bueno si no conociera de quien se trata sus padres ya le hubiese dejado sin dientes. Ya hace años Mi padre falleció, realmente lo extraño a pesar de los años de su partida fue muy difícil para mí. Pero lo supere a lado de una buena mujer que me ama y es paciente conmigo y sobre todo el cariño de mis hijos.

Les contare los dos niños malotes que tengo, ambos juntos son fuego y dinamita. Creo que Cataleya ya no desea tener más ya que ellos se triplican. Mis pequeños cumplieron 10 años de vida, son idénticos a mí, bueno sus ojos son una rara mezcla de verde y gris, supongo que salió a uno de sus abuelos, pero su rostro, cabello y gestos. Derek es un poco serio, callado y casi no llora, creo que sus actitudes las saco de mi fierecilla. Dimitry es más abierto, juega, ríe, es un tanto bromista, si supieran las bromas que le hace a su hermana mayor se sorprenderían.

—¡Papaaa!— hablando de rey de Roma y este que se asoma.

—¿Dimitry porque corres?—le pregunto bajándome a su altura.

—Papá, Ale me quiere golpear porque le estropee su labial—dice con voz agitada. A los segundos Aleyna viene caminado con pasos largos hacia nosotros.

—Papá, este pequeño hizo un revoltijo en mi habitación— se queja Ale, tratando de pegar a su hermanito.

—Yo no fui Ale, promesas.

—¡Ah! Seguramente quieres echarle la culpa a Derek, ¿cierto?

Dimitry ríe, le saca la lengua a su Hermana y luego se hecha correr. Niego riendo al ver que ella se quita sus tacos y lo sigue al rededor jardín. Amo a mis hijos, ellos son la luz que alumbra mis días, a pesar de que los tres son unos terremotos al unirse, los amo, sin ellos está casa no sería lo mismo.

—¿De qué te ríes amor?— pregunta mi esposa sacándome de mis pensamientos. La acerco a mis labios y depositó un beso tierno.

—Pienso en nuestros hijos, en lo mucho que han crecido en estos diez años, vez como Ale corre siguiendo a Dimitry

Cataleya suspira y luego sonríe viendo la escena infantil que monta Ale y mi pequeño.

—Ella ya es mayor de edad, ya pronto se ira de nuestro lado— dice con melancolía. Acarició su mejilla, dejo un casto beso en sus rosados labios y sonriente le digo.

—Cuando llegue ese momento, ambos la apoyaremos como se debe.

—Siempre tienes la razón, eres único. Te amo.

—Yo te amo más, mi fierecilla.

—Podríamos ir primero al cementerio. Luego Francela y Faddei irán juntos.

—Si vamos para que luego estés más despejada.

Tomó su mano y camino con ella, hasta el coche.

—¿Hija, irás al cementerio?— pregunta su mamá con los ojos algo lloroso. A su lado está mi otro hijo jugando con su Tableta.

—Si madre, iré primero ya sabes que lueguito terminamos en organizar lo de Ale.

—Vayan con cuidado, Faddei se llevará a estos terremotos en busca de algunas cosas.

—¡Mama! Dile a Dimitry... ¡Ahss! ¡Niño me las pagaras!—grita Ale desde el interior de la casa.

—Pero que inmaduros— comenta Derek, rodando los ojos.

—Oh Dios estos niños me van a volver un tanto loca, Dylan Vamos o no sé qué les haré a Ale y a Dimitry—Rio mientras le abro la puerta del copiloto.

—Aleyna fue junto a su novio ayer muy de mañana al cementerio, me contó que le presento a Josua a mi hermana— dice mi Esposa sin quitar la mirada de la autopista.

—Ella debe sentirse feliz de saber que su hija ya está toda una jovencita madura e inteligente y con novio.

—No lo dudo— sonríe triste. Antes de llegar al cementerio pasamos por una Floristería a comprar margaritas de varios colores que en total fueron, Tres canastos.

Minutos después llegamos al cementerio. Cataleya empieza a regar las flores al rededor la tumba, yo tomo unos cuantos y las pongo en la lápida de cristal que mandamos hacer con una imagen de ella, ya hace más de siete años.

Una hora después salimos del cementerio, dirigiéndonos a las casa, en el trayecto ningún dijo nada, el silencio era pasivo y armoniosa. Pude notar los ojos llorosos de mi Esposa, si bien esta es la fecha más triste y a la vez alegre, ya que su hermana gemela falleció al nacer su hija, pero al menos no todo es tristeza, ya que ella vive dentro de los corazones de sus seres queridos al igual que el de su hija, esa jovencitas que es la viva imagen de ella.

Mi suegra nos contó que Aleyna tiene los gustos, gestos y todo de su mami muerta, eso hace que Cataleya ame día a día a Ale.

*******

La noche llego y con ella el bullicio por la fiesta sorpresa. Invitamos a todas los amigos y compañeros de Ale. Ella estaba alegre por la fiesta sorpresa.

—Papi, mami, gracias por haberme organizado esta fiesta, los amo son los mejores padres que cualquiera quisiera tener y yo soy muy afortunada de tenerlos—dice abrazándonos, besa nuestras mejillas. —Gracias por quererme papá y a ti también mami yo sé que mi otra mami debe estar muy agradecida con ustedes— llora por todo lo que dice, sé que son sinceras sus palabras. Mis ojos y el de mi Esposa se llenan de lágrimas.

—Ya está preciosa, debes verte radiante recuerda que es tu fiesta—le digo limpiando sus ojitos, veo a su novio de pie y fingiendo seriedad, le replico. —Ah y tu muchacho ven para acá.

—Eh, señor dime para que soy bueno.

—Verás esta niña que ves acá es nuestra joya más preciosa, así que cuídala o no tendrás hijos. Okey.

—Okey señor, no lo dude ya que ella es lo que más amo.

Sonríe, cogiendo la mano de mi hija.

—Eso espero, ya sabes que...

—¡Papa!

—¡Dylan!

Ambas mujeres me regañan por mi comentario. Los gemelos se acercan y nos dice que se irán a jugar con su consola. Ya que se aburrieron de ver a su hermana mayor ignorarlos.

—Mami y papi, ella ya no nos quiere—señalan a Ale. —Cada que viene este pancho, flacucho de su novio, nos abandona—dice Derek con recelo y tono serio.




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