Catastrofe Amazonas

Parte 2 - Juicio

Los ojos de Gian se abren y no son capaces de enfocar, después de un rato de no recordar nada el hombre decide levantarse de donde está. Aunque en penumbras, se ve claramente todo lo que hay alrededor de él, quien sorpresivamente despierta en medio de un gran campo plagado de girasoles agachados porque no hay sol que los guie. Lo que llama la atención de Gian es que a varios metros de él hay un gran árbol, pero eso no es lo sorprendente, ya que justo en la mitad del frondoso árbol se divide el día y la noche “Eso es físicamente imposible”, piensa él hombre quien va en esa dirección. Al avanzar varios pies se percata de que no está solo, de los alrededores del lado de la inmensa oscuridad hay personas yendo a la misma dirección. Al reunirse Solano con el grupo mira hacia arriba fijándose que del gran árbol se desprende una incandescente luz que por un momento no deja ver con claridad. Pero luego se atenúa dándole forma a una figura femenina humanoide de una belleza exagerada, al igual que los demás Gian queda con la boca abierta. La mujer de túnicas blancas que a la vez se difuminan cuando llegan a sus pies, si es que los tiene, hace un gesto que parece un saludo y luego dice en unas lenguas extrañas algo que un buen entendedor comprendería “síganme”. El grupo camina detrás de la mujer hermosa que levita sobre los aires hasta llegar a una puerta que parece antigua por su forma pero es de roble vivo. Y vuelve a decir en lenguas extrañas lo que todos entienden como “sigan”, en el gran valle de Sinadé, donde está el gran árbol que sirve de frontera entre el mundo de los vivos y la oficina de los pendientes está Gian Solano, esperando a encontrarse con el Dios Jadd quien decide el destino de las almas, sean buenas o malas.

La habitación en donde entran parece estar en medio de la inmensa primavera que está de este lado de la frontera, pero a su vez las paredes son de una especie de cristal blanquecino parecido al color de las perlas de una ostra de mar. Después de unos minutos sin saber que hacen allí específicamente entra el Dios Jadd, arrastrando una larga túnica blanca y sentándose en medio de dos espigas de un metal parecido al cobre que simulan ser un trono. Todos aguardan atentamente cualquiera que vaya a ser la acción del dios, este se queda inmóvil en su trono mientras todos lo detallan. Es un hombre que mide alrededor de dos metros, su cuerpo delgado no demuestra haber realizado oficio alguno y parece alguien joven, su piel es morena color panela ahumada con apariencia luminosa. Lo único que tiene blanco son sus dientes y el cabello extremamente liso que le llega un dedo antes de los hombros. No parece tener ojos, en lugar de ellos tiene dos picos que nacen desde la punta de su nariz, cada uno termina el crecimiento del cabello de la parte superior de la frente siendo estos de color escarlata con los picos difuminados en dorado. También tiene unos brazaletes color oro rosa que empiezan desde su muñeca y terminan en pico fuera de sus codos.

De repente entra una lechuza blanca por la puerta y se acomoda en un hombro del dios Jadd, el ave tiene los mismos picos que tiene él en sus ojos y sus patas son de color rojo real. Solo entonces él se levanta de su trono y camina con sus pies descalzos hasta donde había permanecido levitando la mujer guía, mira a su lechuza y asiente, esta sale volando por la habitación y de todas las personas que hay en la sala se posa en el hombro de Gian quien queda extrañado de que el ave no pese tanto. La mujer guía le ordena venir pero ahora en señas y él obedece, cuando el elegido está al frente de ellos dos la lechuza vuelve al hombro de su dueño y este le dice “Español”.

“Todos de este lado de la frontera sabemos que tu misión no ha terminado, que el rumbo de las almas no finaliza más aquellas no tienen el mismo destino”, empieza diciendo el dios Jadd. “Este cuerpo no es tuyo, te corresponde una piel que te haga sentir en carne propia el peso de tus decisiones”. Entones Gian comprende lo que está diciendo la divinidad y mira alrededor suyo viendo como todas las personas lo miran sin expresión alguna esperando a ser juzgadas como él. “No perteneces aquí Gian Solano”, dice el dios Jadd empujándolo con su mano derecha, el hombre cae sobre el piso blanquecino de la habitación. “Reencarnarás y esta será tu nueva piel, tu nueva conciencia y tu nueva percepción del mundo”. Una luz cubre al mortal por completo dándole una nueva apariencia y transportándolo a algún lugar que solo la divinidad sabe, detrás de él se va la mujer guía y ambos desaparecen con la luz incandescente.

No hace muchas horas la señora Hada junto con Marshall llegaron de la clínica y ninguna de las dos saben cómo le van a explicar a los pequeños que su padre ya no está. A decir verdad Hada no se siente capaz, por el contrario no quiere volver a hablar jamás en su vida. Aunque Hada no estaba de acuerdo con las políticas de izquierda, el poco compromiso de Gian de cuidar del medio ambiente y la no tan buena persona en la que se había convertido su hijo cuando subió al poder, ella es madre, y una madre es madre para querer hasta al peor ser humano sobre la faz de la tierra. Y así pasó el día de Hada, entre lamentos vacíos y plegarias incomprendidas al cielo.



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En el texto hay: reencarnación, aventura y fantasia, dosmundos

Editado: 17.12.2019

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