Catastrofe Amazonas

Parte 4 - Unika

Recuerda que tenemos una cita aquí los Martes y los Jueves, tres de la tarde hora del centro SIN FALTA.

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Al cabo de varios minutos de caminata en donde Gian se tropezó varias veces llegan a un lugar donde no hay más que árboles y troncos por donde se ponga la vista. “¿Qué hacemos aquí?”, pregunta Gian mientras los otros animales ven hacia arriba. “¡Eloísa!”, gritan los animales y se escucha un ruido que desciende de los árboles. El siervo empieza a sentir temor, al mismo tiempo que cae un gran animal que este no alcanza a ver. Le calló nada más y nada menos que una anaconda verde encima, el reptil enrolla al ciervo hasta hacerle crujir los huesos.

— Te presento a la anaconda Eloísa — dice la siervo con un entusiasmo incomprendido, mientras Gian siente que su cerebro va a explotar.
— ¿Siempre es tan afectuosa? — Dice él siervo con la voz temblorosa.
— Oh, Eloísa ¡Él es él nuevo integrante! — agrega la siervo.
— Cómetelo, la selva tiene muchos peligros — Dice el perezoso que reposa sobre la raíz de un árbol.
— Los dioses te convertirán en gallina — Le responde la ardilla voladora al perezoso.
— Eloísa — dice de nuevo la siervo con un tono de advertencia y el reptil obedece.
— Te debo una disculpa siervo novato — Dice Eloísa desenroscándose a lo largo sobre la tierra.

A la siervo se le ocurre una idea brillante y es que aún nadie sabe el nombre del nuevo integrante. — Es hora de presentarnos — dice la siervo y todos le ponen atención — El nuevo integrante no sabe nuestros nombres así que debemos presentarnos, mi nombre es Unika — dice ella y el siervo por alguna razón extraña no para de mirarla, tal vez su nombre le hace justicia y ella es única. En este momento el nuevo corazón de Gian está experimentando algo nuevo, siente como si se estuviera enamorado por primera vez, como cuando le empezó a gustar aquella chica en tercero de primaria, pero lo que en verdad le abre un hueco en la cabeza es saber que Unika es un ciervo “¿Puede algo así ser posible?”, piensa Gian y cual sea la respuesta él no se atreverá a averiguarla. — El cacique me puso ese nombre porque en español significa que no hay nadie más especial que yo en la faz de la tierra.
— Entonces que idioma hablas en este momento — Dice Gian extrañado sintiendo quiere llorar de la confusión pues su idioma original es Español.
— No lo sé, soy un animal — Dice la siervo y Gian empieza a maravillarse de lo que acaba de aprender, pues si bien hasta los animales se comunican y mejor de lo que él pensaba — ¿Qué idioma crees que hablamos los animales? Tu que vienes de ser un humano.

La sangre se le va a los cascos a Gian, el aguarda la esperanza de que lo que hizo siendo un humano haya cambiado con su reencarnación, hasta por su mente pasa el estar en otra época, o hasta en un mundo paralelo — No lo sé aún, los humanos no lo saben todo. Pero como es que sabes que vengo de ser una persona — Responde el siervo y Unika asiente con la cabeza.
— Todos aquí sabemos de dónde vienes, lo que no sabemos es porque — Dice el perezoso tratando de no sonar cizañero — A todos los que estamos aquí nos asignaron un nombre, pero tú ya vienes con uno ¿Sabes que me dicen los espíritus? Que eres especial, pero yo pienso que ese el “porque” que nosotros no sabemos, puedes estar siendo peligroso pero ahora eres un siervo. — Si, y yo soy Auden la ardilla voladora, deja de creerte un gran brujo africano. Nadie te cree ese cuento — Le responde Auden a Naifas el perezoso y Unika rueda los ojos.
— Auden y Naifas, silencio. Creo que Eloísa ya no necesita presentación — Dice Unika y sonríe con ironía — Quien necesita presentación eres tú.

Cuando ella dice eso el siervo abre los ojos y se queda en silencio unos segundos “Mi nombre es Gian”, dice él y ellos se asombran ya que no es un nombre común en la selva.
— Bien Gian, bienvenido a la selva amazónica — Le dice Eloísa a Gian siseando con su lengua.

Ligia corre por el pasillo y abre la penúltima puerta para encontrarse con la esotérica, quien está yendo de un lugar a otro como si tuviera la más grande de las preocupaciones, se tiene la cabeza como si está se le fuera a escapar. “¿Señora está usted bien?”, dice la joven mientras la otra mujer voltea a verla para luego desplomarse sobre la silla a un lado del escritorio.

— ¿Porque esto me pasa a mi Ligia? Los dioses quieran que Marshall no se entere de que esa mujer estuvo aquí — Dice la esotérica.
— ¿Por qué no se ausenta el día de mañana? — Dice Ligia y la mujer sentada parece ida de sus cabales.
— Tienes razón — Dice la esotérica señalándola como si Ligia fuera la solución hecha persona — Agenda las citas que tengo para pasado mañana.
— Me avisa si necesita algo más señora Amalia — dice Ligia y sale por la puerta del consultorio de la esotérica.



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En el texto hay: reencarnación, aventura y fantasia, dosmundos

Editado: 17.12.2019

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