Catastrofe Amazonas

Parte 7 - Avenida Pinar del Sur

Los niños llegan del colegio y Marshall está hecha bolita en un sillón de la sala de estar. Cuando ellos se posan en frente de ella pega un brinco en su lugar y luego los abraza pareciendo ansiosa.

— Miren les tengo una noticia muy buena — dice Marshall haciendo sentar los pequeños en el sillón — ¡Nos vamos de viaje! — Dice Marshall con un entusiasmo incomprendido. A los niños parece no gustarles la noticia y se miran entre sí, ella lo nota.
— A donde iremos mamá — dicen los pequeños en coro.
— Lejos, muy lejos — dice Marshall con la mirada perdida — ¿Saben qué? Escojan ustedes el lugar, que sea hermoso y tenga arbolitos, o una playa.

Esa idea convence más a los niños y Marshall descansa tan solo un poco del peso que lleva sobre sus hombros. La ansiedad de Marshall hace que camine como si no tuviese sentido de la física, tropieza contra todos los muebles por su camino y llega hasta un cajón de madera que guarda los licores de las visitas, toma una de las botellas y se bebe la mitad de un solo trago. Baja a la planta inferior y sale por la entrada trasera donde está su viejo carro que dejo de usar hace demasiado tiempo porque ya no podía ni salir al balcón sin compañía. Cuando la puerta del garaje se va abriendo Marshall ya está subida en el carro acelerando, cuando está abierta en su totalidad ella arranca a toda velocidad. “¡Apártense imbéciles!”, grita Marshall viendo como los guardias le hacen señas de que se detenga y ellos no se mueven, más ella no desacelera y metros antes los guardias tienen que quitarse del pasadero. Después de varios minutos de manejar en el tráfico de la ciudad y de acabarse por completo la botella de licor que llevaba, Marshall aparca donde estuvo ya hace varios días, en el cementerio.

— Disculpe señora ya está cerrado — Le dice el celador a Marshall y ella empieza a llorar como si fuera una niña.
— Por favor señor, me voy en unos días para no volver jamás y quiero despedirme — llora Marshall.
— Oh, primera dama — dice el celador cayendo en cuenta de quien se trata — Siga usted, disculpe las molestias.

Entonces el portón se abre, Marshall entra a toda prisa y por los pasillos llega a su objetivo: la tumba del difunto presidente Gian Solano. Y se queda allí de pie, sin hacer ninguna expresión dejando que las lágrimas corran por sus mejillas, ningún sollozo y ningún quejido. De pronto sus rodillas se doblan cayendo sobre el pasto y los recuerdos empiezan a torturarla:


“Algo muy especial, algo muy real. Prometo que la vida entera te voy amar. Amor, tu tu tu tú…”, Terminó haciendo melismas con su voz Gian tocando acordes en su guitarra y delante de él estaba una Marshall joven y enamorada. “Yo también te voy a amar toda la vida”, dijo Marshall sonriendo y los ojos se le humedecieron sintiendo que no podía amar a otra persona más que como amaba a Gian.

“Tu tu tu tú”, canta Marshall recordando la voz de su esposo cantando la canción. “¿Me esperas Gian?”, dice ella sintiendo que el alma se le quiebra en dos y el dolor le quema el pecho “¿¡Me esperas amor!?”, sigue preguntando ella como si su esposo le fuera a contestar, luego se sienta en el piso totalmente “tu tu tu tú”, sigue cantando Marshall con amargura hasta que el sol se pone.

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Si por casualidad estabas pensando en que dejaría la obra ahí porque llevo al rededor de una semana sin subir actualización (despues de prometer que puntualmente iba a estar publicando dos veces por semana) pues no verdad. Ademas antes de escribir lo siguiente me pregunto si en verdad les importa mi vida haha, tipo escribe y no molestes. Pero pienso que tambien un escrito asi le puede ayudar a alguien. El caso es que les resumo: Sali del colegio el año pasado y no he hecho nada con mi vida, no he estudiado ninguna carrera y trabajo en algo que no me gusta, lo unico que me libra de este caos es solamente escribir. Obviamente que estoy tratando de cambiar la direccion de mi vida y que esta no sea directamente al caño. Pero es muy dificil cuando no tienes el apoyo de tus padres (Fui criado por mi abuela) y ellos se hacen bolas cada vez que me ven. Y eso ha sido todo, vengo despues de tres crisis existenciales en menos de dos semanas a traerles este capitulo y a decirles que trataré de que no se me valla el ritmo y seguir publicando constantemente. Adios... Sigue leyendo, obvii...

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Se evacuó a los seres vivos que se pudo de la zona deforestada y ahora todos están en las montañas del norte donde hay otra comunidad indígena. Hay una fogata encendida y hay tanto humanos como animales cerca de ella, en un árbol de mandarinas cercano están subidos Auden, Naifas y Eloísa mientras Gian y Unika están descansando arrodillados en la raíz. El siervo mira hacia la fogata por un buen rato, pero luego se percata de que más allá en la pequeña cima está el cacique mirando hacia la zona deforestada y esto le remueve la conciencia, las preguntas sin esperanza de ser respondidas llegan a su mente. Después de varios minutos de ensimismamiento Gian tiene la sensación de ser observado, su vista recorre alrededor hasta que sus ojos enfocan a Unika, quien está congelada viendo en su dirección. Cuando ella se haya descubierta baja sus orejas y la vergüenza se apodera de su sistema.



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En el texto hay: reencarnación, aventura y fantasia, dosmundos

Editado: 17.12.2019

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