Catastrofe Amazonas

Parte 10 - Dolor

Son las ocho de la mañana y Unika parece más emocionada de lo normal y al mismo tiempo parece estar en trance de modo que decidió apartarse de sus amigos y respirar el aire fresco. No pasa mucho tiempo cuando llega el equipo periodístico a buscar un escenario adecuado para la grabación y así comenzar con la entrevista del cacique. Mientras algunos cuadran el set fijo, otros fotografían y graban a la comunidad, en especial a las mujeres y a los niños. De pronto una muchacha del equipo ve a Unika bajo la sombra de un árbol y se acerca a grabarla, la siervo mira la cámara y siente que la muchacha le quiere hacer daño y baja sus orejas con temor “Mira que hermosa es”, dice la mujer acercando demasiado la cámara al rostro de Unika quien no tenía ni idea de lo que intentaba hacer la chica y en un ataque de pánico se puso de espalda y le dio una poderosa patada al aparato volviéndolo trizas, corrió a donde estaban sus amigos con el corazón a mil.

— ¡Si viste Gian! ¡Esa humana intentó atacarme con un mazo cuadrado de piedra! — dice Unika muy alterada.
— ¿Unika estás bien? — dice Auden la ardilla, Gian empieza a reírse y no puede parar.
— ¿Qué es tan gracioso? Pudieron lastimarla — dice Naifas y Gian al ver la ignorancia de todos los animales de su grupo empieza a reír de carcajadas, los animales lo observan estupefactos a él tumbado sobre el suelo carcajeándose.
— Ya no sé si se ríe o se ahoga — dice Eloísa y todos asienten.
— ¿Creen que deberíamos preocuparnos? — dice Unika al ver que Gian de verdad no puede parar de reír. Pero cuando ya le duele la pansa se levanta con las piernas temblorosas.
— ¿Es que ustedes no comprenden lo gracioso de la situación? — dice Gian ahogando las ganas de reír, pero luego se comporta al ver el signo de interrogación en el rostro de sus amigos. — Lo que esa mujer tenía en sus manos era una cámara fotográfica.
— ¿Cámara? — pregunta Naifas.
— ¿Fotográfica? — Pregunta Auden. Cuando Gian se sintió seguro de que no iba a reír más les explicó a sus amigos lo que era una cámara fotográfica y entonces todos comprendieron.
— ¿Cuál es la necesidad de hacer algo así? — dice Eloísa aún con dudas.
— Los humanos toman fotografías para capturar momentos que no quieren olvidar — dice Gian.
— ¿Sería como congelar un momento para siempre? — pregunta Naifas y Gian asiente.
— ¡Oh! ¡Miren! Los humanos se están agrupando — dice Auden subiéndose a los cuernos de Gian — ¿De qué estarán hablando?
— Vamos a averiguarlo, — dice Gian y todos caminan tras de él.

— Cuéntenos señor cacique en que está afectando a las poblaciones indígenas el gobierno de Gian Solano — le pregunta el periodista al líder indígena
— El gobierno de Solano ha afectado a muchas de las poblaciones indígenas de este sector de la selva amazónica, los que vivimos de este lado se nos ha dado la orden de evacuar las zonas y un puñado de hectáreas han sido deforestadas para llenarle los bolsillos de plata a los politiqueros que no ven el mal que le hacen a la demás gente. No es lo que nosotros queremos ¡No queremos evacuar nuestras tierras! Queremos que respeten a nuestra madre tierra — responde exaltado el cacique.
— ¿Qué ha ocurrido con ustedes haberse negado a cumplir la orden de evacuación señor cacique? — pregunta el periodista.
— El gobierno ha ordenado la evacuación de las poblaciones indígenas, eso es verdad, pero no nos da otras tierras para que nos podamos reestablecer. Y como no obedecimos la orden, le metieron candela a la zona, como quien dice, se mueven o se mueven. — Responde el cacique con ira y sus ojos se encuentran por en medio de la población con los de Gian quien tiene los ojos hechos cristal de saber lo que su grupo de trabajo sigue haciendo aun después de haber fallecido.

— ¿Gian estás bien? ¿Qué es lo que están diciendo? — dice Unika y Gian parece desorbitado, la mira nervioso y retrocede dos pasos.
— ¿Cómo puedo arreglar esto? — dice Gian y las lágrimas le corren por el hocico mientras se aleja de su grupo.
— Tú que entiendes cuéntanos que estaban diciendo — dice Auden y Gian niega con la cabeza, ahora más que nunca quiere estar solo, se aleja corriendo hasta la sombra de un gran árbol de naranjas y se arrodilla en la raíz sintiendo que está respirando el aire más fresco del mundo.

“¿Por qué dios Jadd? ¿Por qué solamente no recordar nada así como mis amigos?”, llora Gian sintiéndose el peor animal del mundo. “¿Cómo podré parar esta Catástrofe Amazonas?”, dice Gian como si las Amazonas le fueran a responder. Después de que pasa un buen rato el siervo siente que unos pasos se dirigen hacia él y levanta su cabeza alerta, pero solo son sus amigos que quieren saber cómo está.



#23595 en Otros
#3155 en Aventura
#16691 en Fantasía

En el texto hay: reencarnación, aventura y fantasia, dosmundos

Editado: 17.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.