Cuando entré, la habitación de Rajesh estaba vacía como siempre, sólo estaba él con su laptop en su cama azul. Me miró cuando aparecí, dedicándome una sonrisa cansada que se asomó en su rostro.
- Estás empezando a verte como yo. - Remarcó mientras asentía al ver mi ropa suelta y mi gorro con cierta sorpresa en su rostro.
Me encogí de hombros y me senté en mi silla, subiendo mis pies a un lado de su cama.
- Hoy no fue el día de los pantalones ajustados en el apartamento de los Wolowitz-Hofstadter.
- Creo que para mí nunca hay días de pantalones ajustados. - Colocó su laptop a un lado, cerrándola con un pequeño click.
- Bueno, no es tan grave. - Le dije sonriendo ampliamente. - Tengo algo para ti.
- ¿En serio? - Alzó una ceja mientras miraba mi bolsa. La abrí y busqué dentro de ella.
Estaba muy agradecido por su llamada de la noche anterior. Quería hablar sobre lo que me había pasado, estaba pasando por un duro momento. Hacer la cita con el doctor fue difícil para mí; pero si me diagnosticaban de nuevo con cáncer, yo se lo diría. Juro que lo haría.
Saqué el dibujo de mi bolsa y se lo di en sus manos.
- Cortesía de Olly Murs, mi favorito, tiene siete años.
- Excelente trabajo con los colores. - Remarcó con una sonrisa y con una felicidad genuina en sus ojos. - ¿Es un paciente?
- Tiene linfoma. Es el niño más dulce que puedas conocer, y es realmente bueno coloreando.
Rajesh trazó la línea de uno de los delfines con su dedo y luego colocó el dibujo en su mesita que estaba al lado de su cama.
- Bueno, ¿quién no es bueno coloreando?
- No he conocido a nadie que sea bueno coloreando y que me guste hablarle a la misma vez. - Le dije dejando escapar un bostezo, me sentía cansado.
Él asintió levemente mientras cambiaba de tema.
- No dormiste mucho ayer, ¿verdad?
Le respondí asintiendo mientras cruzaba mis brazos en mi pecho.
- Creo que fue obvia la llamada.
Él elevó sus manos en forma de inocencia y sus ojos brillaban con cierta luz.
- Oh, ya veo cómo es esto... me necesitas en la noche, y luego en la mañana no soy nada para ti. No te preocupes, no me lastimas.
- Cállate, no seas tan dramático. - Golpeé su pierna con mi pie mientras lo miraba.
Me dio una sonrisa traviesa mientras colocaba las sábanas alrededor de su cintura y se acomodaba en las almohadas que tenía en su cabeza.
- No quiero callarme.
Le saqué la lengua mientras me resistía de darle otro golpe con mi pie.
Me dio una pequeña sonrisa y yo se la devolví en gesto de amabilidad, mientras nuestros ojos se encontraban en una forma tan especial que parecía que mi corazón se saldría por mi garganta.
- Creo que me gusta más cuando hablamos de ti. - Le dije, sintiendo una brisa de aire a pesar de que tenía mi chaqueta.
Rajesh se encogió de hombros y me miró.
- Bueno, ya sabes cómo me siento cuando quieres que te hable de mí.
Me estaba comenzando a sentir como él, pero no en la forma que él creía.
- Nah, pero hablar de ti es mi trabajo.
- ¿En serio? - Preguntó. - Creí que tu trabajo era llevarme a la panadería y darme ricos pastelitos.
- Tonto. - Le contesté dándole una pequeña sonrisa. Me ericé un poco, comenzaba a sentir frío en su habitación y mi chaqueta no servía de mucho.
Él me miró mientras se envolvía con sus sábanas.
- ¿Hace mucho frío ahí, Howard?
- ¡Púdrete! Me estoy congelando. - Contesté mientras frotaba mis brazos en un intento de calentarme.
- Iba a dejar que te subieras a mi lado, pero si me vas a insultar... - Se encogió de hombros mientras unos mechones caían sobre su frente.
- Bueno, tendré que aguantarme el frío, considerando que meterme en tu cama no sería nada profesional. - Respondí sarcásticamente mientras reía un poco.
- ¿Y llamarme a las tres de la madrugada es profesional? - Levantó una ceja. - Además, ya te has quedado dormido en mi cama antes, señor profesional.
Mordí mi labio como muestra de culpabilidad, la verdad es que no me sentía mal por eso...
- Ambos puntos son justos.
Rajesh colocó sus ojos en blanco mientras estiraba sus sábanas haciéndome un espacio.
- Bueno, ven aquí entonces.
Le sonreí con cierta timidez, quitándome mis zapatos y me subí a su lado.
- Dios, ¿te metiste en un congelador? Tienes los pies fríos. - Dijo mientras se acomodaba a mi lado.
- No, sólo a veces me pongo bolsas con hielo en mis pies. - Le respondí riendo mientras aprisionaba mis pies helados contra los suyos.
Él me miró escandalizado haciendo un sonido gracioso mientras golpeaba en mis brazos. Levanté un dedo, y utilicé el "modo reina gay de Howard".
- Sigue golpeándome y no respondo, Rajesh Koothrappali, te voy a morder.
- ¡No! No te creo, no me morderás. - Contestó mientras seguía dándome pequeñas palmadas en mis brazos con una risa que hizo que sus dientes aparecieran. Era tan hermoso, su piel morena, sus labios y sus hombros fuertes que se asomaban en su playera. Parecía un muñeco, un muñeco con unos ojos marrones preciosos.
- ¡Te voy a morder! - Repetí, tomando sus palabras como un reto.
- ¡No, no lo harás! - Me contestó retándome de nuevo.
Bajé un poco mi rostro y mordí su hombro descubierto. Sabía como a sal, pero dulce a la vez; lo mordí un poco más fuerte y entonces él soltó un gemido mientras aprisionaba la almohada.
- ¡Hay vampiros en mi cama! - Contestó exaltado mientras bajaba sus dedos a mis costillas haciéndome cosquillas.
- ¡No! - Le respondí riendo mientras trataba de escapar de sus manos. - ¡No! ¡Rajesh malo!
Dejó escapar una gran risa, una de esas risas llenas de vida y felicidad, de esas que a veces Rajesh parecía olvidar dejar salir de su boca.
- ¡Tú comenzaste todo esto!
Traté de esconderme debajo de las sábanas, pero me apoyó contra la cama tomándome de mis muñecas y terminó sobre mí mientras sus mechones de cabello rozaban mi rostro.