—¡Hola, tía May! —saludó Peter nada más cruzar la puerta—. Ya estamos aquí.
Desde la cocina llegaron pasos rápidos, y May apareció enseguida en el recibidor. Al ver a Arya, su expresión pasó rápidamente a una sonrisa amplia y cálida.
—¡Arya! ¡Qué alegría verte por aquí! —dijo, envolviéndola en un abrazo que Arya correspondió de inmediato.
—Hola, señora Parker. Yo también me alegro mucho de verla.
Arya siempre había sentido afecto hacia May. Incluso cuando ella y Peter se peleaban constantemente en primaria, May jamás había sido fría con ella. Al contrario, siempre aparecía con meriendas después de los castigos y la llevaba a casa cuando su propia madre se olvidaba de hacerlo.
—Peter, podrías haberme avisado con tiempo. Habría preparado algo especial para cenar.
—Oh, no hace falta que se moleste —se apresuró Arya a decir con amabilidad—. Solo hemos venido para terminar un trabajo escolar, no voy a quedarme mucho.
May agitó la mano, quitándole importancia.
—De ninguna manera. Te quedas a cenar con nosotros. Puedes avisar en casa.
Arya abrió la boca para protestar, pero Peter intervino con una sonrisa resignada.
—Créeme, Arya, no vas a ganar esta discusión.
May sonrió satisfecha.
—Id arriba. Os avisaré cuando la cena esté lista.
Cuando ponían el pie en las escaleras, la voz de May los alcanzó de nuevo.
—¡Y dejad la puerta abierta! Que yo también tuve vuestra edad.
Arya notó cómo se le encendían las mejillas. Peter se cubrió el rostro con una mano, claramente avergonzado.
—Perdona a mi tía, por favor. Está exagerando porque nunca traigo chicas a casa.
Arya carraspeó incómoda, acelerando el paso.
—Ya, lo entiendo —respondió, evitando mirarlo mientras subían.
Al entrar en la habitación, Arya dejó la mochila junto al escritorio, sacó rápidamente sus cosas y se sentó para empezar a trabajar. Peter, en cambio, se lanzó sobre la cama, observándola en silencio.
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo después de un rato.
—Ya lo has hecho —respondió Arya sin levantar la vista de los apuntes.
—¿Por qué siempre estás a la defensiva conmigo?
Arya dejó el bolígrafo en suspenso y lo miró directamente.
—¿Eso crees?
—Sí —Peter se sentó al borde de la cama—. Quiero decir, ahora mismo estamos bien, hablando normal. ¿Por qué terminamos peleando siempre?
Arya se encogió de hombros lentamente.
—No siempre es culpa mía.
—Nunca he dicho que lo sea —replicó Peter—. Pero podríamos llevarnos bien si quisiéramos.
Arya alzó una ceja, divertida.
—Vaya. ¿Peter Parker sugiriendo amistad?
Peter sonrió con una expresión algo tímida.
—¿Sería tan raro?
Ella negó suavemente con una media sonrisa.
—Un poco.
Peter resopló divertido.
—Lo raro es que hayamos sobrevivido tanto tiempo sin matarnos.
Arya soltó una risa breve antes de volver la vista a sus apuntes, aunque la idea no le desagradaba tanto como aparentaba.
Al cabo de una hora, May los llamó a cenar. Al bajar, Arya sintió cómo se le hacía agua la boca al percibir el delicioso aroma del pavo asado que llenaba toda la cocina.
—Dios mío, señora Parker, esto tiene una pinta increíble —exclamó Arya, impresionada.
—Tía May —la corrigió con cariño—. Sentaros, está casi listo. Peter, pon los cubiertos.
Arya se apresuró a ayudar a Peter, tomando varios platos y colocándolos sobre la mesa.
—Hacéis buen equipo —comentó May mientras servía una generosa porción de puré en cada plato.
—Claro, cuando no intentamos matarnos —respondió Peter con dramatismo, logrando que Arya riera nuevamente.
May sonrió divertida mientras todos se sentaban a comer. Arya disfrutó el ambiente familiar que hacía tiempo no experimentaba. Durante un momento, la tensión habitual entre Peter y ella desapareció por completo.
—Siempre pensé que vosotros dos acabaríais siendo amigos —comentó May después de unos minutos de silencio.
Arya casi se atragantó con su bebida, y Peter miró fijamente el plato, avergonzado.
—Tía, por favor... —murmuró él.
May rio suavemente.
—Solo digo que sería bonito veros llevaros bien.
—Estamos trabajando en ello —respondió Peter, esquivando la mirada de Arya.
Arya sintió que una sonrisa involuntaria asomaba a sus labios mientras se concentraba en la comida.
Cuando terminaron de cenar, Arya recogió tranquilamente sus cosas para irse. Al despedirse, May la abrazó con ternura.
—Vuelve cuando quieras, Arya. Siempre serás bienvenida aquí.
—Gracias por todo, tía May —respondió Arya sinceramente.
May lanzó una mirada significativa a Peter, que enseguida reaccionó.
—Claro, voy contigo.
Arya intentó protestar, pero May no cedió.
—Estaré más tranquila si te acompaña. Ya es de noche.
Finalmente, Arya aceptó con un suspiro suave y salió con Peter. La noche estaba fría, y enseguida notó cómo se le enfriaban los brazos. Trató de disimularlo frotándose la piel discretamente, pero Peter se dio cuenta de inmediato.
—Toma —dijo él, quitándose la chaqueta para ofrecérsela.
—Estoy bien —respondió Arya rápidamente.
—Te estás congelando, no seas cabezota —insistió él con suavidad, extendiéndole la chaqueta.
Ella lo miró un segundo, dudando, pero terminó aceptándola con un suspiro exagerado.
Peter rio con sinceridad.
—Mi salud mental te lo agradece profundamente.
Arya puso los ojos en blanco, aunque no pudo evitar sonreír mientras caminaban en silencio bajo las luces de las farolas. Quizá, después de todo, Peter tenía razón, y podrían empezar a llevarse bien de verdad.