Habían pasado dos días desde que Arya estuvo en casa de Peter y, como prometió, iba a hacer de celestina entre él y Gwen. Aunque por alguna razón, pensar en eso le generaba una ligera incomodidad que prefería no analizar demasiado. Como Gwen llevaba días sin aparecer por clase, Arya tuvo que buscar a Nick, su hermano pequeño, que estaba en primero.
Nick le explicó que Gwen estaba enferma y amablemente le facilitó su número de teléfono. Arya decidió mandarle un mensaje preguntando cómo estaba, aprovechando para ofrecerse a llevarle los apuntes de clase. Esa sería una buena excusa para visitarla, ya que, aunque eran amigables entre ellas, no eran realmente cercanas.
La respuesta llegó justo antes de terminar la última clase. Gwen le agradecía el gesto y le enviaba la dirección de su casa.
—Oye, Quill, ¿tienes planes hoy? —preguntó Peter, acercándose a su mesa cuando sonó la campana.
Arya levantó la vista del teléfono y lo miró con cierta satisfacción.
—Justamente hoy estoy ocupada. —Le mostró la pantalla—. Voy a cumplir lo que te prometí. He quedado con Gwen.
Peter asintió lentamente y se pasó una mano por la nuca con nerviosismo.
—Ah, sí... eso.
Arya frunció ligeramente el ceño, extrañada por su reacción. Esperaba algo más de entusiasmo por su parte.
—¿Pasa algo? ¿Ahora ya no te gusta?
—No, quiero decir, sí, me gusta, pero... —se rascó la nuca incómodo— ¿y si yo no le gusto a ella? Esto me pone nervioso.
Arya puso los ojos en blanco con una sonrisa divertida.
—¿Por qué no ibas a gustarle?
—Pues, no sé, salió con Flash. Supongo que no soy exactamente su tipo.
Arya negó con la cabeza.
—No digas tonterías, Parker. ¿Por qué no ibas a gustarle tú?
Él la miró sorprendido, y una media sonrisa apareció lentamente en su rostro.
Arya rodó los ojos, arrepintiéndose enseguida de haber dicho aquello.
—Olvida eso último. Además, no entiendo cómo puedes ser tan egocéntrico algunas veces y luego tan inseguro otras. De verdad eres contradictorio.
Peter sonrió con ironía, encogiéndose de hombros.
—Así es la naturaleza humana, supongo.
Arya suspiró, levantándose para recoger sus cosas.
—Lo que tú digas.
Caminaron juntos hasta la salida en silencio hasta que Arya recordó algo.
—Por cierto, ¿qué ibas a decirme antes?
Peter la miró confundido.
—Antes, preguntaste si haría algo hoy.
—Ah, sí. Es que tía May insiste en que vuelvas por casa. Pensé que a lo mejor te gustaría venir hoy.
Arya asintió lentamente.
—Adoro a May, pero ¿no crees que ya estamos pasando demasiado tiempo juntos últimamente? —rio suavemente—. Estamos tentando demasiado a la suerte.
—¿Acaso tienes miedo de empezar a caerme bien?
Arya puso los ojos en blanco, ajustándose la mochila sobre el hombro.
—No exageres, Parker. Es simple prevención. La tregua está funcionando, no quiero arriesgarla tan pronto.
Él rio suavemente, siguiéndola hacia la salida, entre alumnos que salían de clase.
—Bueno, como prefieras. Pero tía May seguirá preguntando por ti hasta que regreses.
Arya sonrió.
—Dile que iré otro día. Hoy tengo una misión importante.
Peter se giró hacia ella con una sonrisa burlona.
—Claro, tu misión como celestina. No olvides decirle lo inteligente y guapo que soy.
Arya apretó los labios. No imaginaba esas palabras saliendo de su boca refiriéndose a Parker. Aunque, siendo sincera, tampoco era mentira. Siempre había pensado que era un odioso, pero no podía negar lo evidente: Peter Parker era guapo. Al menos para ella, aunque eso nunca lo admitiría en voz alta.
—Haré lo que pueda, pero tampoco esperes milagros.
Él le dedicó una sonrisa exagerada antes de despedirse con un gesto de la mano.
Arya negó divertida mientras lo veía alejarse, preguntándose desde cuándo aquella dinámica con Parker se había vuelto tan fácil. Pero, sobre todo, preguntándose por qué sentía ese ligero pinchazo en el pecho al imaginarlo con Gwen.
Sacudió la cabeza para despejar esos pensamientos y se puso en marcha. Tras tomar un autobús y dos paradas de metro, llegó al edificio de Gwen, uno de los más altos que había visitado en la ciudad. Tocó el timbre y en segundos la puerta se abrió, revelando a una Gwen con la nariz extremadamente roja y los ojos llorosos.
—Hola —saludó Gwen con voz ronca y sonrisa débil—. Gracias por venir.
—Tranquila, espero que no te moleste.
—No, al contrario. Me salvas la vida —contestó Gwen, guiándola al salón—. Llevo días desesperada por los apuntes.
Arya entró y dejó la mochila sobre la mesa, sacando las carpetas.
—Aquí tienes todo lo que vimos estos días. Espero que no sea demasiado.
Gwen hojeó rápidamente las hojas antes de suspirar aliviada.
—Eres increíble. No sé qué habría hecho sin ti.
Arya sonrió y bajó la mirada por un momento, preguntándose cómo sacar el tema sobre Peter sin sonar demasiado evidente. Finalmente, optó por ser sutil.
—Oye... ¿has hablado últimamente con alguien del instituto?
—¿Como quién? —preguntó Gwen con curiosidad.
—No sé, tal vez... Peter Parker.
Gwen la miró con interés renovado, ladeando ligeramente la cabeza.
—¿Peter? Hablamos poco, pero parece simpático. ¿Por qué?
Arya tragó saliva, intentando disimular su leve incomodidad.
—Curiosidad. Últimamente nos llevamos mejor y mencionó que le gustaría conocerte más. Pensé que podría interesarte.
Gwen esbozó una sonrisa, pensativa.
—¿Peter Parker interesado en mí? Eso es nuevo.
Arya se esforzó por mantener la sonrisa en su rostro, aunque no entendía por qué se sentía así.
—Bueno, supongo que nunca se sabe. ¿Te parece si algún día quedamos los tres?
Gwen asintió lentamente, con una sonrisa amable.
—Claro, ¿por qué no?
Arya sonrió también, tratando de ignorar la extraña sensación que crecía en su pecho.