Cautivado por una pequeña mujer (en EdiciÓn)

Prólogo

Los Ángeles, California.

13 de marzo de 2005.

 

Estaba sentado sobre el pasto, algo aburrido, esperando a mi mejor amigo, Lucas Foster. Hoy es mi décimo cumpleaños y quería celebrarlo con su familia, a la que aún no conocía completamente. Tan solo había conocido a su madre, Sarah Foster, una mujer muy dulce y hermosa. A su padre, Stefano Foster, no he tenido la oportunidad de conocerlo debido a sus asuntos de trabajo. Me ha mencionado que tiene una hermana menor llamada Madison, aunque nunca la he visto en persona. Lo único que sé sobre ella es que es muy pequeña y suele llorar mucho.

Es la razón por la que no me gustan las niñas. Son muy lloronas y, cuando lo hacen, no me resultan nada agradables.

Intento ignorar la pelea que mantiene mi madre por su teléfono. Por lo que he logrado comprender, está discutiendo con mi padre, que no ha querido venir a mi décimo cumpleaños por estar con su nueva familia, conformada por su nueva esposa y la hija de ella, que al parecer tiene mi edad.

Un día simplemente se marchó. Recuerdo a mamá pidiéndole que se quedara, pero él no la escuchó y se fue en su camioneta sin mirarnos, sin importarle cómo nos lastimaba.

Suspiré, intentando ignorar sus gritos mientras cortaba el pasto que se encontraba entre mis dedos en pequeños trozos, hasta que no quedó más. Al levantar la vista, reconocí el auto de la madre de mi mejor amigo, así que me levanté, limpiando mi pantalón y corrí hacia el auto.

Mi mejor amigo bajó del auto de su madre con una gran sonrisa, ignorando lo que su madre decía. Se acercó a mí, haciendo el saludo de puños antes de darme un abrazo. Su familia también bajó del auto, pero lo único que me importaba era que mi mejor amigo estuviera aquí para celebrar mi cumpleaños.

—Hola, Lucas —saludé a mi mejor amigo con una gran sonrisa—. ¿Por qué se han tardado tanto?

—Tuvimos que ir primero a una gasolinera porque el auto se quedó sin gasolina y también porque Madison se puso a llorar porque quería que papá le comprara dulces —respondió Lucas, rodando los ojos y cruzando sus brazos.

No pude evitar reír al escuchar lo último. Mi mejor amigo siempre está quejándose de su hermana menor, que tiene la edad de mi hermano Alex. Dejé de prestarle atención cuando se acercó una pequeña niña rubia con algunas ondas en su cabello y grandes ojos azules que llamaron mi atención. Era linda.

—Lucas, se ensució mi zapatito de princesa —se quejó la niña, frunciendo los labios y arrugando la nariz de una forma graciosa.

—Madison, dile a mamá que te lo limpie —ordenó Lucas, rodando los ojos igual de azules que su hermana.

La niña asintió con la cabeza antes de correr hacia su mamá.

Era la primera niña que me parecía bonita. Debo admitir que era mucho más que bonita, era hermosa y tierna.

Espero algún día tener una hermana así de hermosa.

—¡Ashton! —gritó Lucas, llamando mi atención con molestia.

—¿Qué pasa? —pregunté, retirando mi mirada de su hermana para observar nuevamente su rostro, con su entrecejo fruncido y sus brazos cruzados.

—Llevo un buen rato hablándote y tú no me prestas la mínima atención —respondió—. ¿Tienes fiebre?

—¿Por qué lo preguntas?

—Tienes el rostro sonrojado y mi mamá me dice que es por tener mucha fiebre.

—Estoy bien —dije, pasando mis manos por mis mejillas, que estaban muy calientes, mientras mi corazón latía muy fuerte—. ¿Ella es tu hermana?

—Sí, se llama Madison —respondió Lucas con una sonrisa.

—Se ve que la quieres mucho, la cuidas mucho —sonreí, dirigiendo mi mirada hacia ella una vez más, viendo cómo le susurraba algo a su mamá.

—Sí, es muy dulce —suspiró nuevamente, llamando mi atención—. Entremos a tu casa para que juguemos con el Buzz Lightyear que le pedí a papá que te comprara.

—¡Es una fantástica idea! —grité emocionado antes de que corriéramos a casa para jugar.

—Ashton —escuché su dulce voz detrás de mí, así que volteé para mirar su hermoso rostro sonrojado, como el mío hace unos instantes.

—¿Qué sucede, pequeña? —cuestioné, notando que se veía muy nerviosa, mordiéndose los labios.

—Feliz cumpleaños, Ashton —respondió ella, entregándome un dibujo que tenía detrás—. Hice esto para ti, espero que te guste.

Con una sonrisa confundida, abrí la hoja de papel para contemplar su dibujo. Eran los típicos muñecos de palo, con círculos como cabeza y líneas como cuerpo. Había dos figuras, así que entendí que representaban a Lucas y a mí.

—Gracias, pequeña —me acerqué a ella, dejando un suave beso en su delicada mejilla—. Me encanta, serás una gran artista.

Cuando la abracé, los adultos a nuestro alrededor hicieron sonidos enternecidos al vernos. Sus rostros tenían expresiones dulces mientras nos observaban abrazados.

A diferencia de los demás, Lucas no se veía para nada feliz.

—Vamos a jugar — dijo Lucas con evidente enojo, jalándome del brazo para alejarme de su hermana.

 

 

 

 

 

 

—¿Por qué no invitas a tu hermana a jugar con nosotros? — le pregunté a Lucas, mirando a su hermana que estaba entretenida con sus muñecas.

— Madison, ven aquí a jugar con nosotros — le gritó Lucas para llamar su atención.

—¡Tú las traes! —exclamé cuando Madison se acercó a mí. Inmediatamente empecé a correr para alejarme de ella. Lucas también salió disparado en otra dirección. Me detuve al notar que Madison no corría para perseguirme y atraparme.

Regresé rápidamente al lugar donde estábamos antes. Ahí vi a Madison en el suelo, llorando desconsoladamente mientras se sujetaba la rodilla. Tenía un feo raspón que empezaba a sangrar.

—Me... me caí —sollozó Madison, mirando con ojos llorosos la sangre y tomando un pañuelo para tratar de limpiarse. —Siempre que jugamos, me termino cayendo y lastimando. Por eso, Lucas ya no quiere jugar conmigo...—añadió con voz quebrada por el llanto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.