Cautivado por una pequeña mujer (en EdiciÓn)

Capítulo uno

Doce años después.

Enero de 2018, Los Ángeles, California.

 

Es un nuevo año, lo que significa un nuevo comienzo y nuevas oportunidades para vivir experiencias diferentes. Espero que este año marque un cambio en mi vida monótona, permitiéndome crecer como persona.

Es otro año que he pasado sin verlo. Otro año en el que no he tenido la oportunidad de mirar sus ojos almendrados ni de ver cómo se forma un hermoso hoyuelo en su rostro cuando sonríe. Un año más en el que no he tenido la oportunidad de hablar con él.

Ashton Butler fue mi primer amor, y aún no logro superarlo. Todavía estoy enamorada de él.

Todo comenzó con una dulce sonrisa suya y un beso en la rodilla cuando me caí en su fiesta de cumpleaños número diez. Lo recuerdo muy bien porque mi mamá solía contármelo con frecuencia, y también lo plasmé en mi diario. Fue el comienzo de un enamoramiento secreto hacia el mejor amigo de mi hermano.

Con el paso de los años, aquel recuerdo se convirtió en una chispa que alimentaba mi imaginación adolescente. Cada vez que él venía a casa para ver a mi hermano, yo de repente sentía la necesidad de estar más cerca, solo para poder vislumbrar su sonrisa o escuchar el sonido de su risa. 

Era como si el destino quisiera ponerlo en mi camino: en los partidos de fútbol de la escuela, en las fiestas de cumpleaños e incluso en las tardes cuando venía a ver alguna película. Siempre estaba ahí, siempre con su encanto y amabilidad, como si fuera el único capaz de ver más allá de mi caparazón adolescente y entender lo que realmente anhelaba.

Con el tiempo, las páginas de mi diario se llenaron de sueños y susurros acerca de él, palabras escritas con inocencia que intentaban capturar la esencia de lo que sentía. Pero por mucho que lo intentara, nunca pude encontrar las palabras adecuadas para describir la forma en que mi corazón latía más rápido cuando estaba cerca, o cómo el simple roce de sus dedos enviaba una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.

Ashton solía cuidarme mucho, protegiéndome de cualquier cosa que pudiera hacerme daño, lo que hizo que mis sentimientos hacia él se volvieran más fuertes y profundos. A menudo me abrazaba, dejando suaves besos en mi cabeza, y me llamaba "su pequeña". Cada vez que pronunciaba esas palabras, mi rostro se sonrojaba y mi corazón latía con fuerza, como si hubiera corrido un maratón.

Solía salir con muchas chicas realmente hermosas y agradables. Algunas las conocía cuando salía a alguna fiesta con mi hermano, y escuchaba contarle a mi hermano cuándo las cosas resultaban con alguna chica, sin saber cuánto me lastimaba escucharlo, hablar de otra chica que no fuera yo.

Ashton se marchó cuando cumplió la mayoría de edad para vivir en Londres con su padre, para estudiar en una reconocida universidad. Según escuché a mi hermano contarles a mis padres, su papá lo incluyó en su equipo de trabajo en su empresa.

En sus redes sociales suele compartir publicaciones sobre cómo se divierte en su tiempo libre con sus nuevos amigos. Se ve feliz, rodeado de muchas mujeres hermosas con las que siento que nunca podría compararme.

—Madison, apresúrate, tienes que asistir a tu primer día de clases —dice mi madre, entrando a mi habitación sin tomarse la molestia de tocar la puerta.

Le echo un vistazo a través del espejo, tomándome un momento para admirar su belleza que se mantiene intacta con el paso de los años. Mi mamá siempre ha sido una mujer hermosa, elegante y encantadora. Siempre he admirado su belleza; pueden pasar muchos años, pero ella seguirá igual de hermosa.

Su tono de piel es pálido, con un ligero bronceado que le da un aspecto radiante. Su figura es esbelta y alta. Sus ojos tienen el color del mar, un azul profundo y sereno, mientras que su cabello es rubio natural, al igual que el mío. Lo lleva recogido en una larga coleta de caballo, y su maquillaje es sutil y natural. Su nariz tiene una forma respingona y está adornada por unas adorables pecas apenas visibles bajo el maquillaje. Sus labios, carnosos y definidos, están pintados con un sutil color carmín. Su mirada es dulce y transmite serenidad, aunque esconde un carácter fuerte y decidido detrás de ella. Viste una elegante camisa blanca de algodón, una falda lápiz negra y unos tacones que realzan su estatura.

—Estaré lista en un minuto, mamá —le digo, regalándole una pequeña sonrisa mientras retoco un poco mi maquillaje.

—Está bien, no tardes —responde con una sonrisa antes de salir de mi habitación y cerrar la puerta detrás de ella.

No puedo evitar sonreír satisfecha al observar mi reflejo en el espejo de cuerpo entero que tengo en mi habitación. Mi rostro está maquillado de forma natural, y las ondas que he hecho en mi cabello sabiendo que no se mantendrán por mucho tiempo, ya que tengo el cabello lacio debido a la genética de la familia de mi mamá.

Nunca he tenido un problema con mi aspecto físico. Quizás no tengo la apariencia del prototipo de rubia despampanante, pero no puedo negar que me considero una joven hermosa en un término medio.

Mi piel es un poco pálida, así que no tengo que preocuparme por usar polvo compacto. Mi figura siempre ha sido delgada y alta, lo que me ha llevado a soportar comentarios negativos de otras personas de que debería visitar a un nutricionista porque, según ellos, no me alimento bien. Eso ha sido difícil para mí, pero he contado con el apoyo de mis dos mejores amigos, quienes me han ayudado un poco con mis inseguridades. Mis ojos son grandes y azules, adornados por unas pestañas largas y voluminosas, y mis labios son gruesos, que suelo pintar de color coral.

Me observo una vez más en el espejo, evaluando si he escogido el atuendo adecuado para ir a mi primer día de clases, ya que no me agrada llamar la atención, a diferencia de mi hermano, que le encanta tener las miradas sobre él.




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