Cautivado por una pequeña mujer (en EdiciÓn)

Capítulo seis

Es sábado. Es el momento de poner en marcha el plan "Cautivando a Ashton Butler". Estoy nerviosa, pero no estoy dispuesta a echarme para atrás. Hoy es el día en que daré el primer paso hacia mi objetivo. Necesito estar preparada para cualquier cosa que se presente.

Empezaré con un desayuno sutil; poco a poco iré siendo más directa. Le preparé waffles con arándanos, pan tostado, ensalada de frutas y zumo de naranja. Acomodo todo en una bandeja con cuidado para que nada caiga o se derrame.

Antes de llevarle su desayuno, decido comer un tazón de cereales Trix con un poco de leche. Desayuno tranquilamente mientras reviso Instagram y veo las historias de mis amigos.

Especialmente Alexander, que decidió ser filosófico con sus típicas frases sin sentido. Entre risas, observo cómo comparte sus tonterías. 

En una de ellas, está sonriendo con la boca abierta y dice: "La vida es una montaña rusa, tú decides si disfrutarla o vivir en la mierda".

En otra, lo veo mirando fijamente hacia algún punto, y su frase dice: "Mirando al vacío, pensando en todo".

En otra, está abrazando a su peluche llamado Peluchín, con una amplia sonrisa en el rostro, y su frase dice: "Sonríe, es gratis".

En otra, tiene una pose de chico malo y una sonrisa pícara, con la frase: "Soy jodidamente sexy, llámame, nena".

Así suelen ser las frases que Alex comparte tanto en sus historias como en sus publicaciones de Instagram. Son tontas y sin sentido, pero al menos nos hacen reír un poco. No me sorprende que tenga tantos seguidores.

Termino mi desayuno y me levanto para lavar mi plato. Entra Lucas con el cabello desordenado, llevando solo unos pantalones de chándal, mostrando una expresión somnolienta en su rostro rascando su barba de pocos días.

— Oh, ¿ibas a llevarme el desayuno, hermanita? Tú siempre tan buena —sonríe acercándose al desayuno que le preparé a Ashton. Frunzo el ceño y golpeó su mano con una cuchara de madera — ¡Jodida madre!, ¿por qué hiciste eso? — Se queja, sobándose la mano.

— Porque el desayuno no es tuyo, Lucas. Come cereal —tomo la bandeja cuando intenta tomar algo nuevamente —. Es para Ashton, así que come cereal o prepárate algo.

— ¿Por qué es para él? Soy tu hermano favorito y estoy muy hambriento —hace puchero, frunciendo los labios con gesto de decepción —. Él puede cocinarse algo, que no sea tan perezoso.

— Es para él y punto —digo, saliendo de la cocina con la bandeja y subiendo las escaleras, dirigiéndome a su habitación.

Camino hacia su habitación, sintiendo muchos nervios al comenzar esta fase del plan, deseando que tenga éxito. Mi madre siempre ha dicho que a los hombres se les conquista por el estómago.

Así que empezaré cocinándole muchas recetas que me enseñó la tía Shannon. Ella es toda una experta en el arte culinario, y actualmente vive en Indonesia, donde dirige sus propias cadenas de restaurantes elegantes y sofisticados. A pesar de su éxito profesional, nunca se ha casado. Me contó que es un alma libre y prefirió dedicarse a ser la tía divertida y consentidora en lugar de tener una familia propia.

Una vez frente a la puerta de su habitación, respiró profundamente antes de llamar suavemente. La bandeja en mis manos tiembla ligeramente por los nervios.

Con cuidado, giró el picaporte, notando el silencio que reina en la habitación. Mi mente vuelve a ese momento de locura en el que lo observé dormir, y mis mejillas se ruborizan al recordarlo.

— ¡Te he dicho que me dejes en paz! — Gruñó Ashton, luciendo muy molesto, sin percatarse de mi presencia.

Permanecí quieta en mi lugar, sorprendida por su repentina irritación. Jamás había escuchado a Ashton tan enojado. En todos estos años, nunca lo había oído hablarle mal a ninguna persona. Siempre es amable, e incluso con mi hermano, cuando lo irrita, nunca le ha hablado de esta manera. Me sorprende cómo su tono de voz cambia, volviéndose más intimidante.

— No quiero volver a saber de ti —dice enfadado mientras habla por teléfono. — No quiero que sigas jodiéndome la existencia con tus idioteces, Stella —. Espera la respuesta de la otra línea telefónica. — No me interesan tus jodidas amenazas psicópatas. Lo que ha pasado entre nosotros se acabó, así que hazle un favor al jodido mundo y vete a la mierda — cuelga gritando y tirando su teléfono.

Su furia es palpable en el aire, y me siento como si estuviera presenciando una faceta completamente diferente de Ashton, una que nunca antes había visto. Me quedo en silencio, sin atreverme a moverme, mientras lo observo luchar con sus propias emociones.

La escena es impactante. Lo veo tirar de sus cabellos, golpear la pared con furia contenida, soltando maldiciones que cortan el aire. Cuando finalmente sus ojos se encuentran con los míos, puedo sentir la intensidad de su mirada, llena de frustración y agitación. Respira profundamente, como si intentara contener la tormenta que está rugiendo dentro de él.

— ¿Qué haces aquí, pequeña? — Dice con voz calmada y suave, a diferencia de hace unos instantes atrás.

Su cambio repentino de humor es sorprendente. De repente, su voz suena tranquila y controlada, como si la tormenta de emociones que lo abrumaba un momento atrás se hubiera disipado. Es impresionante cómo puede pasar de la ira a la calma en un instante.

— Te traje el desayuno — sonreí apenada, acercándome a él con la bandeja en mis manos, sintiendo un nudo en la garganta ante su repentino cambio de ánimo.

— Muchas gracias — sonríe un poco, su expresión aún tensa — ¿Escuchaste, verdad?

— Sólo un poco. No sabía que estabas hablando por teléfono. Cuando no bajabas, me preocupé pensando que podría haberte pasado algo —susurré, mirándolo a los ojos. — Lo siento, no quería escuchar tu conversación, Ashton.

— No te preocupes, pequeña — sonríe, mirándome — Es un lindo detalle — Toma la bandeja, y por un instante, nuestros dedos se tocan.




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