Cautivado por una pequeña mujer (en EdiciÓn)

Capítulo nueve

El baile del instituto Liberty siempre ha sido uno de los eventos más esperados del año. Organizado en el gimnasio, es una oportunidad para que los estudiantes se relajen y se diviertan después de largas semanas de estudios y tareas. El director, con su visión única, entiende la importancia de estos eventos para el bienestar de los alumnos.

Lo que hace que nuestro baile sea aún más especial es la política de invitaciones abiertas. A diferencia de otras escuelas, aquí tenemos la libertad de invitar a quienes queramos, incluso si no son estudiantes del instituto. Esta flexibilidad nos permite disfrutar del baile con amigos de otras escuelas o incluso con personas que no están en edad escolar.

El director ha asignado a profesores y algunos estudiantes responsables la tarea de supervisar que las personas que llevemos como acompañantes no porten drogas u otras sustancias ilícitas, así como también que no lleven armas blancas.

Hace dos años, durante un baile de graduación, asistieron unos chicos que aparentaban ser pacíficos y no representarían ningún problema durante el evento. Sin embargo, para sorpresa de muchos, resultaron ser traficantes de drogas y lograron vender una gran cantidad de sustancias a varios alumnos, quienes perdieron el control. La situación se tornó caótica cuando estas sustancias fueron añadidas a los ponches y comidas preparadas por la cocinera del instituto.

Afortunadamente, los maestros se percataron del descontrol de los jóvenes al ingerir estas sustancias y lograron identificar a los responsables del caos. También descubrieron quién fue el estudiante que los invitó, ya que lo hizo para saldar una deuda al proporcionarles nuevos clientes.

Todos los involucrados terminaron siendo enviados a un reformatorio por un período de cuatro años como consecuencia de sus acciones.

Por esta razón, se lleva a cabo la estricta supervisión de los acompañantes en el baile, con el fin de prevenir la repetición de incidentes similares. El instituto está decidido a evitar que vuelva a ocurrir una situación como la ocurrida hace dos años.

Este año, decidí llevar a mi hermano y a Ashton como mis acompañantes al baile. Heather, por otro lado, llevará a su novio para finalmente presentárnoslo, y parece estar muy ilusionada con él.

Me alegra mucho por ella, porque sé que merece ser feliz con alguien que la ame y valore tal como es.

Sin embargo, por otro lado, me entristece la situación de mi hermano. Aunque él lo niegue, sé que está enamorado de Heather. También me he dado cuenta de que a mi amiga le gusta mi hermano, pero Lucas Foster es tan idiota que suele alejarla con las tonterías que hace normalmente.

Heather y yo estamos en una tienda vintage para comprar vestidos de los años ochenta para el baile. El instituto decidió hacer algo diferente este año y eligió que la temática del baile fuera de esa época. La idea fue de mi querida amiga, quien al ser una de las estudiantes más destacadas del instituto, fue solicitada para ayudar con la organización del baile. Se le ocurrió la grandiosa idea de hacer que el baile fuera al estilo retro de los años ochenta, inspirada en su película favorita, Grease. Siempre ha querido vestirse como en esa época, diciendo que era la última moda de entonces. Si lo intentara ahora, la considerarían rara, pero ella, como la reina que es, no permitiría eso. Vio el baile como su oportunidad de vestirse así.

Mientras espero pacientemente, Heather se prueba el vestido número quince que ha visto en la tienda. Aún no ha encontrado uno que le guste; es muy indecisa al comprar vestidos, zapatos u otras cosas. Siempre quiere verse bien arreglada y está aún más nerviosa porque irá Matthew, su novio. Desde que lo conoció, prácticamente hace todo por él: se maquilla, se viste con sus mejores prendas, se arregla. Y al parecer, eso la hace feliz. Así somos las mujeres cuando nos interesa mucho un chico: queremos vernos bien para evitar que miren a otras chicas más hermosas que nosotras.

Mientras ella sea feliz, tendrá mi completo apoyo. Solo espero que él realmente valore todo lo que ella hace para que su relación funcione.

Mi celular vibra con la llegada de un mensaje de un número desconocido. Frunzo el ceño al leerlo. ¿Quién podría ser y qué quieren de mí?

Número desconocido:

"No me gusta lo que estás haciendo, así que por tu propio bien detente o tendrás que enfrentarte a las consecuencias."

Frunzo el ceño ante ese mensaje con una amenaza explícita. Es muy probable que se haya equivocado de número o que se trate de una broma telefónica de mal gusto.

Respondo con cierto sarcasmo:

"Bueno, a mí no me gusta la remolacha, pero no por eso ando molestando a los demás. Mejor busca a otra persona a quien fastidiar y déjame en paz."

El número desconocido insiste:

"¿Crees que estoy bromeando? Muy bien, luego no me digas que no te lo advertí. Así que, cuídate."

Rodando los ojos, decido ignorar los mensajes. Probablemente sea alguna persona sin nada mejor que hacer tratando de asustarme. Hay demasiadas personas estúpidas en el mundo, y lo más probable es que este mensaje sea de Alexander tratando de hacer una de sus bromas.

Decido dejar de preocuparme por el asunto y concentrarme en encontrar un vestido de los años ochenta en el que me vea bien y con el que me sienta cómoda. Eso es lo único que importa ahora mismo, y nada va a detener mi objetivo. Estoy decidida a cautivar a Ashton, y no dejaré que nada ni nadie me detenga.

— ¿Qué tal me veo? — dice mi mejor amiga con una amplia sonrisa, mostrándome su atuendo ochentero. No puedo evitar reír ante su entusiasmo contagioso.

Su vestido es de color negro retro, sin tirantes y completamente ceñido a su diminuta cintura. Una cremallera en la parte posterior central resalta sus pechos, y unos guantes negros que le llegan casi a la altura de los codos complementan su look.




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