Capítulo 2.
улыбка (ulybka)
Los pequeños rayos de luz que se colaban por el ventanal alumbraron aquella habitación que hacía nada estaba en penumbras. Se estiró perezosa en la cama que era casi tan cómoda como la suya, salvo que no tenía la manta calientita que le había regalado su madre cuatro años atrás.
Cuando vio su reflejo en el espejo del cuarto de baño no supo si asustarse por su apariencia física o por el aura que reflejaba. Iryna había tenido una noche muy difícil, bueno ... casi todas sus noches lo eran. Lloró hasta cansarse, estuvo en la bañera hasta que vio demasiados arrugados sus dedos, vomitó ... vomitó hasta quedarse seca.
Piel pálida, ojeras muy marcadas, ojos hinchados y rojos, labios secos y sin color alguno, mejillas con su color rosado extinto. Iryna era eso, aunque las personas vieran su hermosa apariencia, con los ojos azules maquillados, los labios rojos y la piel jugosa. Esa no era la verdadera Iryna, porque la verdadera era aquella chica frágil, débil, rota, triste, cansada, sin ganas ... de nada.
Mientras ella lloraba en silencio, la habitación de al lado era todo menos eso.
—¡Alexander, levántate ya! —Charlotte hizo volar su pantufla desde la puerta hasta su hijo que seguía aún aferrándose a las sabanas.
—Mhm ... mamá, es muy temprano —se dio vuelta quedando boca abajo—. Estas loca —murmuró contra la almohada.
—Loca porque nadie me hace caso —ella se acercó y le quito las sabanas de un jalón—. ¡Arriba!
—Agh —hundió su cara en las almohadas.
Charlotte salió de la habitación de su hijo y se dirigió a la de Iryna. Cuando esta abre ... sintió un nudo en su garganta al instante, aunque ya estaba acostumbrada a verla así, siempre dolía igual. Siempre.
Iryna se derrumbó en sus cálidos brazos, Charlotte ... lo hizo internamente, no podía verse débil con ella. Sino ... ¿Quién levantaría a la otra?
Después de que Iryna se tranquilizó y paró de llorar, Charlotte se dispuso a trenzarle al cabello. Ese largo cabello dorado, el único que disfrutaba tocar ya que era casi tan suave como la seda, ambas se relajaban por aquel acto. Charlotte e Iryna, siempre ellas.
Alex gruño malhumorado al ver que el desayuno que le acababan de mandar a su habitación no era el que él pidió. Le dieron Bacon, y no le gustaba. Por suerte, él era demasiado tranquilo en todos los aspectos, así que hizo a un lado el Bacon con una mueca y se comió el resto.
Se acababa de salir de la ducha con la toalla atada por la cintura, abrió la puerta para pasar a la habitación y casi se le cae del susto.
-¡Mamá! —Agarró la toalla con fuerza—. ¿Qué demonios haces aquí? —Frunció el ceño, mientras tanto su madre estaba revisando algo en el móvil.
—Solo vine a apurarte, ya nos vamos —se levantó y antes de salir de la habitación lo volvió a mirar—. No seas exagerado, te he visto como Dios te trajo al mundo, soy tu madre —volteo los ojos y salió.
Estaba creyendo que todo lo de ese día iba salir mal, claro, para él. Ya que al ponerse los calcetines se dio cuenta que el que ese día se iba a poner tenía un hoyo en el empeine y cuando le cayó crema a su camiseta grito internamente, terminó cambiándosela. Un golpe en la puerta lo hizo reaccionar de nuevo, ya que se estaba quedando medio dormido en la cama, de nuevo.
Abrió la puerta perezosamente y se encontró a su madre en modo histérica. El único modo que ella tenía, según él.
—Andando, que el avión nos espera —hizo un gesto para que la siguieran y los modelos que ya estaban en el pasillo la siguieron al igual que él.
Se preguntó porque Iryna no estaba ahí junto al resto. Todas llevaban conjuntos de pans de todos colores, la mayoría de Stelee, grandes bolsos caros, cabelleras perfectamente arregladas, demasiado según él ya que solo volarían. Salvo a una chica que iba justo detrás de Charlotte, supuso que se trataba de Iryna. Iba toda de negro, con un bolso pequeño cruzado y el poco rubio que se miraba estaba de su lado izquierdo, un gorro negro impedía ver su cabeza.
Llegando a las camionetas todas las modelos se montaron en dos grandes, él y su madre irían en una más pequeña, bueno, tamaño normal. Charlotte abrazó por los hombros a Iryna y entraron a la camioneta, al instante él las imito. Iryna, su madre y él. Esas eran sus posiciones.
Según Alex, ella parecía totalmente otra, ni siquiera le había dirigido la palabra, podía jurar que ni siquiera lo había mirado, aunque se quedó con la duda ya que ella llevaba lentes oscuros. El silencio gobernó rápidamente en aquella camioneta. Para las dos mujeres era alivio, para Alex, desespero. Lo odiaba.
Iryna no tenía cabeza para pensar, se había tomado tranquilizantes y eso la tenía un poco en las nubes. Charlotte tenía la cabeza revuelta y llena de sentimientos, la que gobernaba era la preocupación. Le dolía darle a Iryna tranquilizantes y mantenerla medicada, pero era la única solución y por órdenes médicas lo tenía que hacer. Mientras que en la cabeza de Alex solo había nerviosismo porque subiría de nuevo a un avión.
Miedo, el único sentimiento que los tres compartían.
Ya en la pista apunto de subir al avión privado para Stelee, todas las modelos subieron primero entre risas y sonrisas. Iryna seguía distante y perdida. Simplemente sus compañeras no la extrañaban, ya que según ellas podía ser una carga.
—Iryna —alzó la mirada hacia la de Charlotte—. Te iras conmigo —ella solo asintió.
Charlotte siempre iba en el área de primera clase y las demás chicas iban distribuidas en la parte turista. Para ella esas horas de vuelo eran relajantes, podía dormir o simplemente ver alguna película sin ninguna chica que la estuviese molestando. Las amaba, pero también la ahogaban. Solo disfrutaba de la presencia de Iryna, por eso siempre la llevaba con ella, aparte Iryna no estaba bien y quería mantenerse a su lado.