Cazadores de Bestias

Plan de cacería

-    Al parecer los soldados no nos molestarán, andan como hormigas locas en todos los caminos aledaños.

-    Más tarde o más pronto lo pensarán y entrar a los bosques decidirán.

-    No lo creo, no parecen muy desesperados por encontrarnos, míralos pasear de arriba abajo.

-    Aquellos dos están flirteando con esas chicas-

-    El gordo presume ser un teniente y el otro, un sargento vulgar y corriente.

-    Entonces. ¿Nos quedaremos aquí toda la noche?

-    No es conveniente, no podremos encender fuego ni tenemos comida y no quiero dormir sobre esas piedras, mi capa se estropearía.

-    Yo si me puedo quedar, tengo mi hamaca y no parece que vaya a llover.

-    ¡Como siempre! ¡Kulthar el solitario guerrero!

-    Recuerden que el portal mantiene la ubicación solo una hora si no hay enlace cuántico, así que si Kulthar se queda podremos estar aquí temprano.

-    Me quedo entonces, pero hagamos ya el plan de cacería.

-    De acuerdo, Bilmah cuéntanos lo que sabes del esa joroma o joraga

-    ¡Jorōgumo!

Bilmah los puso al tanto del tipo de bestia al que se enfrentaba, que era muy peligrosa y no había documentación precisa sobre las formas de matarla, la única vez que había sido registrada una muerte de este tipo de bestias había sido casi por suerte y tras una masacre en la que participaron varios guerreros, prácticamente había sido vencida por agotamiento peleando contra un verdadero ejército de soldados, que habían sufrido casi treinta bajas mortales. 

Acordaron las siguientes características, atacaba solo a hombres guapos y jóvenes, eso descartaba automáticamente a las dos chicas y lógicamente a Kulthar y Andorak, quedaba Rimtok que no era precisamente la personificación de Adonis, pero pensaron que bastaría.

-    ¿Por qué he de ser yo el que exponga su pellejo? Aunque sé que me ama el espejo.

-    Ya lo dijiste guapo, a estos dos viejos feos, ni siquiera los mirará

-    Puede ser que la bestial dama tenga otros gustos en la cama – le contestó a Bilmah apretando la boca, arqueando las cejas y mirándola de arriba hacia abajo.

-    ¡Por supuesto que no! Ya oíste que todas las víctimas son jóvenes guapos

-    Pero entonces se perderán del mejor guerrero del grupo

-    ¡Cállate ya cobarde! ¡Serás tú y punto! – Susurró Junio

Superado ese punto discutieron la estrategia a seguir, al anochecer se acercarían por camino a la entrada del bosque, dejarían los caballos atados antes de llegar al bosque y caminarían ellos primero y al momento de entrar al bosque, Rimtok cabalgaría despreocupadamente y se internaría en el bosque solo, ellos esperarían un momento y seguirían avanzando lenta y sigilosamente, esperando su señal, sabían lo que las víctimas anteriores no sabían, se aparecía como una bella y sensual jovencita que le pedía ayuda o se le insinuaba, seduciendo al incauto, induciéndolo a fornicar y atacándolo una vez estuviera a su merced, por lo que al momento de aparecerse, el exclamaría fuertemente y emitiría un agudo silbido de admiración, esa sería la señal para correr y atacar.

En todo caso desconocían el efecto que ella causaba en los hombres y previendo de que lo hipnotizaría él tendría que chiflar incluso antes de poder verla, es decir en cuanto detectara algo o alguien en el camino, después podría ser que se quedara embobado.

No sabían cuánto tiempo tendrían que esperar para que los caminos quedaran despejados de soldados así que posiblemente tendrían que pasar acampando varios días en ese pequeño cerro, pero tendrían que dejar a uno solo por momentos y el designado debería tener una forma de ocultarse, por si llegaban a investigar los soldados, así que decidieron hacer una plataforma en lo más alto de uno de los frondosos árboles que cubrían la cima del cerro, escogieron uno bastante alto y fueron de árbol en árbol cortando las ramas adecuadas para armar la plataforma que menos de una hora quedó lista, camuflándola entre el denso follaje del árbol, a una altura suficiente como para ser indetectable desde cualquier punto, para eso, Rimtok subió al punto elegido y se cubrió con un velo anaranjado chillón que hubiera sido visible desde el mismo castillo del rey y ellos se alejaron en diferentes direcciones para asegurarse de no verlo ni por casualidad, tuvieron que cambiar varias veces la ubicación donde poner la plataforma, hasta encontrar un lugar prácticamente invisible desde cualquier punto. 

Al caer el sol, la plataforma ya estaba terminada y los soldados estaban regresando a la capital a descansar, lógicamente no les interesaba pasar la noche sabiendo que rondaba una bestia peligrosa que los podía matar y comer mientras buscaban a un triste asesino que seguramente a estas horas ya andaba por las Islas Panderkan. 

-    Nos vamos señores. ¿Quieres algo de cenar? – Dijo Andorak entregándole a Kulthar una gruesa cadena de plata con un pequeño y simple anillo del mismo material en medio de la cadena.

-    Un guiso me caería bien y una pinta de cerveza negra – dijo poniéndose la cadena al cuello y ocultándola dentro de su jubón.

-    ¿Algo más, Milord? – le dijo Bilmah imitando el aniñado tono de Lina

-    Prepárame el baño, pero antes puedes tomar uno tú, has sudado mucho

-    Nada me encantaría más, Milord que bañarlo en aceite… Hirviendo.

-    ¡Adelante señores!

Andorak había abierto ya el portal cuántico, que era una especie de amplia ventana circular a escasa altura por la que cabía perfectamente un hombre corpulento agachándose un poco, que daba a una estancia a oscuras, pues en Taragorth también era de noche y no habían pasado ahí por varios días.

El famoso portal cuántico era una ventana de conexión desde esa habitación de una gran casa rural en las afueras de Lutbar, una pequeña, olvidada y bucólica población del reino de Taragorth, al punto en donde se encontraba el enlace cuántico, que era el anillo atado a la cadena que portaba en estos momentos Kulthar. 
Si todos entraban a la habitación el portal seguiría enlazado por cerca de una hora, después se perdería y estaría nuevamente conectado al lugar donde se encontrase el anillo en esos momentos, por eso cuando deseaban regresar horas después a un lugar en específico uno de ellos debía quedarse cuidando el anillo, pues mientras lo tuviera, el portal se abriría a menos de dos metros enfrente del anillo.




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