Cazadores de Bestias

De crímenes, condenas y perdón.

Nadie, salvo el posadero y su sobrina, sabía quién era Kulthar y su papel en todo este embrollo, el rey solo conocía lo que había hablado con él, pero no tenía idea si tenía socios o si actuaba solo, según lo que le había contado el chico que apareció con las partes de los monstruos, eran varios cazadores que increíblemente habían derrotado a las arañas.

Cuando entraron al palacio, vieron que no había nadie, ni en los patios exteriores ni en los interiores, llegaron a la entrada y el teniente ordenó.

-    ¡Bajen señoras y renacuajo! ¡Vamos a ir a ver al rey!

-    ¿Y nuestros compañeros?


-    Estarán bien, ahorita los llevan a unos aposentos en donde los revisarán los médicos del rey.

-    Pero…

-    Sin peros, hasta el momento se les ha respetado y el rey cumple su palabra

-    Bueno, ¡Vamos! – dijo Bilmah mirando a Junio para que se contuviese y entendió que cualquier truco o trampa era mejor frente al rey, al que podría matar, sin importar la seguridad que tuviese.

Y entraron al palacio, escoltados por el teniente y cinco de sus soldados élite, los demás se quedaron a cargo de los otros cazadores que seguían paralizados.

Caminaron por un gran salón y de ahí a un pasillo largo y terminaron en la misma sala de audiencias donde pocos días atrás había recibido a Kulthar.

Entró primero el teniente y tras él iban las dos cazadoras, quedándose rezagado el joven Nemo que asustado de tener que vérselas de nuevo con el Rey quería pasar desapercibido.

-    ¿Así que ustedes son los cazadores de bestias?

-    Así nos llaman – dijo Bilmah cortante

-    ¿Y el joven Culpar o cultar, el de Melhiam?

-    Está abajo paralizado por la picadura de las arañas

-    Mmmm parece que nuestro pequeño amigo ha dicho la verdad hasta el momento, ¿No es así Melidor?

-    Así parece su Majestad, dijo el aludido presentándose ante ellas.

Melidor había estado oculto tras un panel, aunque translúcido dejaba ver una sombra sentada hojeando unos papeles, no le habían puesto atención pues en otros paneles también ser percibían otros, soldados o cortesanos, no se sabía.

Ante la mención del Rey, Melidor se había levantado y mostrado a los presentes.

Era un hombre ya mayor, de unos setenta años o más, alto, delgado de cabellera muy canosa y una corta barba de igual color, sus ojos eran inquisidores, parecían preguntar siempre, nariz afilada y una semi sonrisa lateral, le daban un aire de imponente sabiduría que era lo que Nemo había visto como “un hombre sabio”.

-    Cuéntenme niñas, cómo mataron a la bestia

-    ¿Quiere saber de cómo la descubrimos o solo cómo la matamos?

-    Y la otra chica ¿No habla?

-    Muy pocas veces su Majestad

-    ¿Es muda?

-    ¡No! – dijo Junio con un susurro que los dejó a todos helados por un instante.

-    ¡Entiendo! – dijo Melidor admirado, esta niña tiene el toque en su voz, pero no lo ha desarrollado, quizá ni lo sabe.

-    ¡Impresionante! – dijo el Rey, bueno mi niña, continúa tú, no quiero terminar…

-    ¡Cuéntanos todo! – dijo Melidor atajando al rey, no quería que dijera nada de más.

-    Bueno pues cuando supimos donde operaba la bestia decidimos ponerle una trampa y…

Bilmah narró desde el momento en que asignaron a Rimtok como señuelo, omitiendo claro las muchas torpes e infructuosas vueltas que habían dado, con Rimtok cantando desafinado y espantando a cualquier demonio o bestia a la redonda, decidiendo al fallar en el intento de atraerla, que buscarían a alguien más acorde a sus gustos, para provocar su ataque y en el puerto vieron al joven que parecía ser el señuelo perfecto y narró de cómo al perseguirlo sutilmente por el bosque Junio se les había adelantado a todos por ser la más rápida y cautelosa de ellos al avanzar y los había encontrado copulando con su cara y torso todavía humanos, pero debajo de ambos, el abdomen horrible con patas peludas de ambas arañas, macho y hembra entrelazados.

-    ¿Estás segura de que estaban copulando?

-    No creo que estuviesen viendo estrellas

-    No te pregunto a ti, sino a la niña morena. ¿Estaban…?

-    ¡Cogiendo! Si lo estaban haciendo y ella lo disfrutaba mucho

-    ¡Padre mío! – dijo Melidor visiblemente alterado - ¡Un macho!

-    ¡Si! – dijo Bilmah feliz de que alguien entendiera lo grave del asunto- ¡Un Jorōgumo macho! ¡No deberían existir!

-    ¡Correcto niña! ¿Cómo te llamas?

-    Bilmah y ella es Junio

-    Entiendes lo terrible que es solo pensar en la posibilidad.

-    Y lo horrible que es darte de cara con la realidad, ¡Lo sé!

-    Veo que sabes de bestias Bilmah – la hache se pronunciaba como una jota al final.

-    He leído el grimorio

-    ¿Cuál de ellos?

-    ¿Hay más de uno?

-    Cientos, pero solo unos pocos dicen la verdad

-    El que leí decía “Index daemonium bestiae” ser escrito por Seraphinianus

-    ¡El grimorio!

-    ¿No que eran muchos los que existían?

-    Si, listilla, pero has mencionado al principal que creemos es la base de todos, no sabía que hubiera una copia de este libro

-    Es muy antigua

-    ¿Portas esa copia contigo? – le preguntó dudoso

-    Aquí – dijo ella señalando su cabeza

-    Mmm, chica lista, muy lista. Dime Bijmah ¿Dónde viste ese libro?

-    En el santuario donde fui educada hasta los dieciocho años

-    ¿Y cuantos años tienes hoy?

-    Veintiocho

-    Qué interesante, ven a ver esto conmigo – le dijo ya emocionado de ver a alguien que compartía su pasión.

-    Vengan todos

-    Y todos se acercaron a la mesa donde Melidor había estado sentado antes y vieron ante ellos

esplegado una página con una ilustración de una mujer que se convertía en araña y texto que no podían entender, salvo Vilmah y Melidor




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