Cazadores Nocturnos

Humanos

Sarah Kovacs

A Finales del verano había llegado a la conclusión de que mi jefe no me iba a perdonar el error que cometí en medio del operativo, lo irónico de la situación era que mi compañero Lautaro había tenido la mitad de la culpa. Solo que las estadísticas eran pocas para que a mi compañero le impusieran un castigo, como me sucedió a mí.

Lautaro como persona era lo máximo, pero, como compañero era diferente ya que estamos trabajando para ascender a un mismo puesto. Donde se rige la disciplina y la capacidad para seguir una orden, por ende, al cometer un error que pone en riesgo dicho puesto, no existen las amistades debe de salvarse uno de los dos. Entonces él tuvo la osadía de culparme sobre la muerte de la persona que debíamos de rescatar en el operativo, dada situación que no solo yo tuve la culpa de alertar a los secuestradores que los demás compañeros debían de capturar.

El sentido común que utilizó fue culparme de tal error y nuestro jefe no creyó en mis palabras, fue tanta la disputa que me quitaron la placa de detective y me redujeron a ser una policía de patrullaje en el pueblo de Polovragi. Triste, pero es la real verdad.

—Sarah debes de aceptar la realidad y cumplir los 11 meses de castigo que te acabamos de imponer. – Exclamó mi jefe inmediatamente ante el gesto que le proporcione.

—Sabes que lo que más amo en esta vida es el trabajo que realizo día a día en esta ciudad, pero veo que no me das ni la mínima oportunidad de dudar sobre los hechos que ocurrieron. –Le respondí al instante.

—Aun así, debes de viajar a primera hora a Polovragi. –Me contestó zanjando el tema.

—Perfecto, entonces me voy a empacar mis pertenencias. –Le respondo mientras busco mi bolso y las llaves de la camioneta.

 

Al pasar al lado de mi jefe le doy un asentimiento de cabeza como despedida mientras tomo el rumbo hacia la salida del edificio de investigación. Mientras bajo las escaleras que dan al estacionamiento voy proponiendo nuevas metas para solucionar el error que me está costando el puesto. Camino hacia la camioneta y me montó en ella y la pongo en marcha hacia mi apartamento ubicado en la ciudad de Transilvania, no muy lejos del sitio donde me encontraba.

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Minutos más tarde...

Llegue a mi apartamento y busque las dos maletas para alistar la ropa para viajar a mi nuevo hogar. Decidí hacer un emparedado y un café para no cocinar algo pesado, luego de ello me senté a comer y a leer un poco del libro "Los hermanos de la costa".

Lo curioso de aquel libro es que trata de una inspectora que debe de resolver crímenes insólitos y sin respuestas. Aquellos ubicados en la costa de Portosanto, en el transcurso de la investigación ella se encuentra con los curiosos Hermanos de la costa, una misteriosa asociación en la que se fusionan creación artística y ritos macabros.

Es un libro bastante interesante y de los cuales amo, durante mucho tiempo me he dedicado a ser detective y casos así me llaman mucho la atención. Aunque sean ficción, no obstante, podemos relacionar esa realidad imaginaria con la realidad de la humanidad. Mi abuelo, cuando yo era niña me contaba historias acerca de estos pueblos de Rumania, las creencias de criaturas peligrosas que habitan en medio de la noche, cuando la luna está en su punto más alto.

Según mi abuelo, la mitología habla acerca de un mito sobre los hombres lobo parece ser originario de Europa, y estaba muy vinculado con otras supersticiones y la magia negra. El mito es esencialmente masculino y, entre las causas de que un ser humano se convirtiera en hombre lobo, las más frecuentes eran Ingerir ciertas plantas vinculadas tradicionalmente con los lobos y la magia negra, ser mordido por un lobo.

También me hablaba acerca de las brujas, aquellas que se creían volaban en una escoba en el aire como medio de transporte y que realizaba pociones para hacer mal en hombres tanto en mujeres. Sin embargo, otros países explican que aquellas mujeres se dividían en dos grupos aquellas que hacen el bien o ya sea las que hacen el mal.

Seres bastantes peculiares y peligrosos a su manera. Eran grandes historias en mis años de niñez, en aquel entonces me daban miedo, solo que ahora las veo como historias de ficción sobre mitologías de antepasados.

Luego de leer y recordar todas aquellas historias, me dirijo a mi habitación para ir a dormir, antes de ello me lavo mis dientes y reviso que todo lo que necesito llevarme esté listo. En mi lista está tachado todo aquello que me llevaré por los siguientes 11 meses. Después me dirigí a mi cama a dormir plácidamente.




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