Cazados por Accidente

Capítulo 2: La boda, el vino y… ¿Qué están haciendo?

Copenhague, Dinamarca

Elin

El sonido insistente de los golpes en la puerta me arranca del sueño de golpe. Parpadeo confundida, con el corazón latiéndome fuerte en el pecho, mientras mi mente intenta descifrar dónde estoy y qué ocurre.

¡La boda!

Me incorporo de un salto en la cama y busco a tientas mi teléfono en la mesita de noche. Cuando veo la hora, mi estómago se hunde.

—¡Mierda! —exclamo, tirando las mantas a un lado.

Los golpes vuelven, más fuertes esta vez.

—¡Elin! —Sofia suena impaciente, pero también preocupada—. ¿Estás despierta?

Corro hacia la puerta y la abro de golpe. —¡Lo siento! Me quedé dormida.

Sofia me observa con los brazos cruzados y una ceja arqueada, pero su expresión se suaviza al ver mi rostro adormilado.

—Menos mal que vine a buscarte —dice con una sonrisa burlona—. ¡Vamos, dormilona! Tenemos mucho que hacer.

Me jala de la mano antes de que pueda responder, y salimos a toda prisa hacia su habitación. El pasillo del hotel está lleno de actividad: miembros de la familia, empleados y organizadores corren de un lado a otro, afinando los últimos detalles. Hay un aire de anticipación en todos, pero yo apenas lo noto.

Porque mi mente sigue atrapada en la noche anterior. En él.

En los ojos claros y penetrantes de Lars. En su voz grave, en la forma en que me miró, como si pudiera ver más allá de mi piel, como si hubiera descubierto algo en mí que ni yo misma conozco.

—¿Qué pasó contigo ayer? —Sofia pregunta mientras entramos a su habitación y nos preparamos para arreglarnos.

Me doy cuenta de que ha estado hablándome todo el camino, pero no he escuchado ni una palabra.

—¿Qué pasa?

—Eso me pregunto yo —se burla, mientras saca un vestido colgado en la puerta del armario—. Estás distraída. ¿Estás bien?

Me obligo a sonreír y asiento rápidamente. —Sí, sí. Solo… dormí un poco mal.

No es mentira. Apenas dormí. Me quedé despierta por horas, con la imagen de Lars grabada en mis pensamientos. Con la sensación de su tacto en mi muñeca cuando evitó que me cayera, con la intensidad de su mirada.

Pero decirlo en voz alta haría que todo fuera más real. Y no quiero que lo sea. ¡Me rehúso!

No quiero pensar en cómo me sentí cuando me tocó. En cómo su mera presencia pareció envolverme por completo. En cómo me sorprendí queriendo saber más sobre él, sobre su vida, sobre quién es realmente.

No quiero pensar en el hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, sentí algo. Porque eso es peligroso. Porque yo no me permito sentir.

—Si tú lo dices… —Sofia no parece muy convencida, pero no insiste. En su lugar, cambia de tema y empieza a hablar emocionada sobre la boda—. No puedo creer que el día por fin haya llegado. ¡Estoy tan nerviosa que siento que voy a vomitar!

Le sonrío, agradecida por el cambio de conversación.

—No lo hagas en el vestido, por favor.

Suelta una carcajada y me golpea en el brazo. —¡Eres terrible!

Nos reímos, y poco a poco, me dejo envolver por la emoción de ella. Por su alegría. Me concentro en ayudarla a arreglarse, en trenzar su cabello como cuando éramos niñas, en disfrutar el momento.

Pero, en lo más profundo de mi mente, la sombra de Lars sigue ahí. Observando. Esperando. Como si supiera que, por más que intente ignorarlo… Es imposible olvidarlo. ¡Maldito engreído transformador de mentes!

Horas más tarde, mi corazón late con fuerza mientras me aliso el vestido por enésima vez, tratando de calmar los nervios que no deberían estar allí. No es mi boda, pero el aire solemne de la iglesia, el murmullo de los invitados y el eco de los pasos contra el mármol hacen que mi piel se erice.

Desde mi posición en la parte trasera de la iglesia, observo el pasillo cubierto con pétalos blancos que lleva hasta el altar. Es un camino sencillo y hermoso, pero por alguna razón, siento que me falta el aire.

La música comienza suave, una señal de que es momento de avanzar. Tomo una bocanada de aire y doy mi primer paso.

Uno.

Dos.

Tres.

Miro al frente, manteniendo la compostura mientras camino con gracia entre los bancos repletos de rostros conocidos. Respiro con calma, con el único propósito de llegar a mi posición junto a las demás damas de honor sin contratiempos.

Pero entonces lo veo. Está de pie al lado de Nils, con un traje oscuro que resalta la intensidad de su mirada: está él. Lars.

El aire me abandona de golpe. Mi pie se tropieza con el borde de mi vestido y un pánico fugaz me recorre la columna. Por suerte, me recupero antes de hacer el ridículo y logro seguir caminando, pero ya nada es igual.

El latido de mi corazón se vuelve errático. Mis pensamientos se agolpan en mi mente, chocando unos con otros sinsentidos. ¿Qué hace aquí? Es el padrino del novio imbécil. ¿Cómo conoce a Nils? ¿Por qué me mira así?



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En el texto hay: drama, amor, matrimonio falso

Editado: 21.02.2025

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