Durante décadas, El Salvador ha sido sinónimo de violencia. Calles dominadas por tatuajes que cuentan historias de muerte, barrios donde el miedo es la única ley, y una población atrapada entre la delincuencia y la impotencia. Para entender por qué nació el CECOT, primero hay que comprender la raíz del problema: las pandillas.
📜 Orígenes del terror
Las maras no surgieron en El Salvador, sino en las calles de Los Ángeles, Estados Unidos, donde miles de salvadoreños llegaron como refugiados tras la guerra civil (1980-1992). En medio de la pobreza y la discriminación, los jóvenes formaron grupos para protegerse, pero la protección pronto se convirtió en crimen. Así nacieron la Mara Salvatrucha (MS-13) y el Barrio 18, dos de las pandillas más temidas del mundo.
A finales de los 90, EE.UU. comenzó a deportar a miles de pandilleros a El Salvador. Sin control ni oportunidades, estos hombres replicaron el modelo criminal en su país de origen. Para 2010, la violencia ya era insostenible: El Salvador se convirtió en uno de los países más peligrosos del mundo, con tasas de homicidios que superaban los 100 por cada 100.000 habitantes.
💀 El dominio de las maras
Las pandillas se expandieron como un cáncer. No eran simples criminales: controlaban barrios enteros, imponían "impuestos" a comerciantes, reclutaban niños y declaraban la muerte a quienes los desafiaban. La población vivía entre la obediencia y la muerte.
El miedo era absoluto. El gobierno intentó diversas estrategias para frenar la violencia: treguas con pandillas, despliegues militares, medidas de "mano dura", pero nada funcionaba. El Salvador estaba en guerra consigo mismo.
⚡ El ascenso de Bukele y el "Estado de Excepción"
En 2019, Nayib Bukele llegó al poder prometiendo lo que ningún presidente había logrado: acabar con las pandillas. La población, harta del miedo, le dio su apoyo.
El punto de quiebre llegó en marzo de 2022, cuando un estallido de violencia dejó 87 muertos en un solo fin de semana. La respuesta del gobierno fue inmediata: Estado de Excepción. Miles de soldados tomaron las calles y comenzaron una cacería masiva de pandilleros. En menos de un año, más de 70.000 personas fueron arrestadas.
La guerra contra las maras había cambiado para siempre. Pero con tantos nuevos prisioneros, había un problema: ¿dónde encerrarlos?
La respuesta fue clara: construir la cárcel más grande y segura del mundo.