Kora.
Camino entre los frondosos árboles, siguiendo su insistente llamado en medio de la tiniebla. Su voz es apenas un susurro entre la maleza. Un sonido ahogado por el viento, pero lo suficientemente perceptible para mis oídos.
Necesita mi ayuda.
Está casi rogando por ella.
No sé dónde está. No puedo ubicarla a pesar de ver perfectamente en la oscuridad. Sin embargo, las setas luminosas parecen guiar mi camino a medida que avanzo por el bosque. Algunas hojas crujen bajo mis pies y las ramas de los árboles susurran entre ellas sobre mi cabeza. Cuando levanto mi mirada, el cielo parece estar muerto.
No hay nada más que árboles a la distancia. Cuido mis pasos para no tropezar con las raíces de los árboles mientras que un grito desgarrador hace que me paralice por completo.
No fue un susurro como los llamados anteriores. Ha sido lo suficientemente fuerte para escucharse con claridad.
Acelero más el paso con la incertidumbre aferrándose a mi cabeza.
Sólo debe aguantar un poco más. Sólo debe esperar a mi llegada...
Me detengo con desconfianza ante una puerta a pocos metros de mí. Las setas terminan justo allí y parecen iluminar con más intensidad.
La extraña puerta está rodeada por rocas, raíces y hojas. Un peculiar brillo de color verde se cuela por un orificio diminuto en ella, atravesando la madera.
Ojeo a mi alrededor, vacilando ante la idea de acercarme a ella. Pero el siguiente quejido de dolor hace que todas mis dudas se alejen y me posicione frente a la puerta.
Está allí dentro.
Busco con agobio una cerradura o perilla que me permita abrir la puerta. Pero no hay nada en ella. Intento empujarla con mi cuerpo, usando toda la fuerza que puedo. Aun así, ésta no cede. Tampoco cede ante el impacto de una roca sobre la madera ni ante los múltiples golpes que realizo con mis puños.
Parece completamente inquebrantable.
Desesperada, ubico uno de mis ojos en el pequeño agujero luminoso, con la esperanza de verla tan siquiera. En vez de eso, lo único que puedo observar es una gran infraestructura alzarse en medio de los árboles. No hay setas luminosas de ese lado y el bosque parece reducirse a un claro, justo donde está la infraestructura. La luz proviene directamente de allí y es tan intensa que lastima mi visión.
De repente, una pequeña polilla blanca hace que retroceda con pavor. Sale por el agujero y se echa a volar hasta perderse por el bosque detrás de mí. Tras de ella, van saliendo cada vez más polillas hasta que me rodean por completo y me impiden ver a alguna parte del bosque.
Todo es blanco ahora.
Se mueven como un feroz tornado y yo estoy justo en el centro.
Extiendo la mano para dispersarlas, pero un inesperado ardor me hace retirarla de inmediato.
La reviso con preocupación y varias ampollas cubren ya mis dedos, expandiéndose con velocidad por toda mi palma. Froto mi mano con la tela de mi bata en un vago intento de quitármelas de encima y eso solo aumenta el dolor.
Las polillas me acorralan y su aleteo produce un zumbido en mi cabeza que se intensifica hasta el punto de hacerme sentir mareada.
No enfoco con claridad y mis oídos chillan de una manera irritante. El ardor consume por completo mi brazo. No puedo moverlo. Ni si quiera puedo respirar bien.
Las polillas están a punto de consumirme.
Están demasiado cerca de mí.
Se acercan con demasiada furia...
Estoy casi hiperventilando cuando percibo que unos dedos fríos se hunden en mis mejillas, sosteniendo mi cara con demasiada presión.
Parpadeo varias veces para enfocar a la persona que está soplando suavemente mi rostro, justo por encima de mi nariz. Pero no logro hacerlo. Su tacto abandona mi cara y doy enormes bocanadas de aire mientras busco con mis ojos algo en lo que apoyarme urgentemente. Sin embargo, en vez de estar rodeada de polillas, árboles y setas luminosas, me encuentro a poca distancia de una cama.
Ya no me encuentro rodeada de polillas y la extraña puerta ha desaparecido por completo. No hay el mínimo rastro de ella por más que busque en la habitación en la que estoy ahora.
Sin embargo, creo que mi corazón va a detenerse cuando reconozco por fin a la persona que me observa cerca a la puerta.
Aprieta su mandíbula con el enojo desbordando por completo todos sus rasgos, ocasionando que sus ojos brillen de forma escalofriante debido a la falta de luz.
Sus iris rojos hacen que de varios pasos hacia atrás, espantada y con la sangre completamente helada mientras parece que quiere atravesarme con la mirada.
No puede ser él de nuevo.
Quiero convencerme de eso, pero un temor se expande por todo mi sistema a medida que va acercándose a mí.
⚜︎ ⚜︎ ⚜︎ ⚜︎
Solo voy a decir una cosa:
Wataaaafaaaaccccc
Tu loca de confianza,
Lyly Ar
⚜︎ ⚜︎ ⚜︎ ⚜︎