Celestia: Las Reliquias Del Poder

Capítulo XXXVII: Furia Irracional

Las cosmonaves imperiales acababan de arribar al manto estelar del Planeta Rubí con el objetivo inicial de posicionarse sobre el escudo que envolvía al planeta e iniciar un hechizo de desbloqueo para aterrizar en la superficie y apoyar a sus compañeros en la reorganización del planeta una vez que el Imperio tomara el control del mismo, desafortunadamente debido a la desastrosa situación en el planeta se tuvo que optar por el plan menos deseado: la retirada.

Al caer en cuenta de que luchaban en una batalla perdida y que sería imposible reunir por completo a cada escuadrón para escapar del mismo modo como se habían infiltrado en el planeta, la subcomandante, Selene Amaris, ordenó a las cosmonaves destruir el escudo de Rubí cuanto antes para emprender la huida, sin embargo, al momento en que las cosmonaves imperiales llegaron al lugar fueron interceptadas por las cosmonaves enemigas las cuales los neutralizarlos por medio de hechizos de inmovilidad, aparentemente buscaban capturarlos. Y eso no lo era lo peor de la situación, Selene tenía un problema mayor y era que desconocía el paradero de la emperatriz quien se limitaba a gritar por el comunicador que la batalla debía continuar, que nadie bajo su mando huiría como un cobarde, y ante todo, que no se iría sin asegurar de que su hechicero estrella fuera con ella; ante la negativa se dispuso a encontrarla para hacerla entrar en razón y obtener su autorización de la retirada.

Nuria Berenguer se encontraba arrastrándose de dolor por los callejones más oscuros y solitarios del planeta siendo su desmesurada soberbia lo que la mantenía de pie. Se sentía asqueada y humillada por casi ser derrotada y capturada por un vulgar y corriente galanight. Lo que había ocurrido fue que sus soldados, los que se le unieron en el asalto al cuartel, se vieron sobrepasados en número de un momento a otro, y por lo tanto, fueron vencidos con facilidad. Esto dio paso a que un gran grupo de soldados galanight interviniera en su batalla contra el secuaz de Halley de tal manera que, en una fracción de segundo, se halló tendida en el suelo con demasiados enemigos sobre su cabeza. Al verse rodeada y sometida, acumuló toda su energía en un poderoso hechizo explosivo que tomó desprevenidos a los galanight, la explosión lanzó por los aires a toda persona y objeto que se encontraba cerca suyo, aprovechó la neblina y la confusión generada por el estallido para salir corriendo del cuartel olvidándose de sus espadas en el proceso.

—Ah...ese maldito me las pagara —decía entre dientes mientras sujetaba su abdomen adolorido—, realmente guarda un profundo rencor hacia mí ¿Quién podrá ser? —se preguntó recordando la gallarda figura del hombre enmascarado.

Agotada se dejó caer en la parte más lúgubre del callejón, respirar le era doloroso hasta el punto en que sentía los pulmones arder con cada inhalación. Iba a revisar su comunicador cuando, en ese preciso instante, una señal fue captada por el aparato, reconoció al instante la voz de la subcomandante.—¡Selene, ya te dije que no nos rendiremos!

—¡Majestad, la misión ya es una causa perdida! ¡Debemos sacar a todos de aquí! Sé que está herida, por favor, dígame dónde se encuentra.

—¡Estoy bien y he dicho que nos quedemos, recuperaremos el planeta cueste lo que cueste! —decretó colgando con rudeza.

Exhaló procurando mantener la compostura y abrió su comunicador, al notar que la información que buscaba seguía sin aparecer, chistó la lengua y arrojó el aparato contra la pared más cercana.—¿Dónde carajo estás? ¿Cómo es posible que no pueda ver tu ubicación? —cuestionó para sí en un bajo bramido.

Al estar tan ensimismada en su ira e impotencia Nuria no advirtió la presencia del general Paul Wyatt a unos metros de distancia. El general había estado combatiendo y guiando a su escuadrón como solía hacerlo en cada misión desde años atrás, sin embargo, en esta ocasión la batalla lo tenía bastante incómodo y confundido, en el pasado habría ido corriendo en auxilio de su majestad, pero ahora no deseaba hacerlo. Su mente le gritaba lo que debía hacer, pero si su majestad descubría lo que tramaba sería su fin, por lo que se alejó cautelosamente para ir a informar a la subcomandante sobre la posición de la emperatriz, confiaba en que Selene manejaría la situación mejor que él.

En cuanto el general se marchó Nuria se puso de pie ya que si quería continuar luchando primero debía sanar sus heridas con ayuda de los soldados médicos, descendió por el callejón con pequeños y precavidos pasos en busca de alguno de ellos.

A un par de calles de donde se encontraba la emperatriz los jóvenes soldados Metztli y Elián recorrían el planeta apagando los incendios provocados por su propio bando, para ello, Mel creaba grandes esferas de agua que dejaba caer sobre los objetos ardientes y Elián desvanecía el fuego gracias a su dominio sobre dicho elemento, si las llamaradas eran demasiado intensas combinan sus habilidades para crear en una refrescante ráfaga de agua y aire que las sofocara. Con respecto a los soldados imperiales que intentaban deshacer los escudos que protegían los hogares de Rubí, se deshacían de ellos haciéndoles creer que un superior solicitaba su presencia en otro punto del planeta, o bien, Metztli los ponía dormir con un hechizo de sueño que recientemente había comenzado a practicar, pero solo lo hacía en caso de que los soldados se mostraban renuentes a abandonar su puesto o si desconfiaban de sus palabras, al caer dormirlos los resguardaban en un lugar seguro.

Tras extinguir el incendio de un edificio Metztli se percató que al pie de un callejón yacían tendidos en el suelo tres soldados galanight, incluso desde la distancia podía visualizar los profundos cortes y quemaduras que cubrían cada parte de sus cuerpos, nadaban en su propia sangre. Metztli en un primer momento la escena la dejó trastornada, sin embargo, sacudió su cabeza y se dirigió a ellos dando zancadas.



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En el texto hay: poderes magicos, fantasia magia, revolucion

Editado: 26.03.2024

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