Celestia: Las Reliquias Del Poder

Capítulo XLVI: Un frío encuentro

Enfrentando a los más feroces vientos, la compañía de su majestad, Nuria Berenguer, caminaba por los solitarios desiertos de hielo del planeta Isvind con destino a la entrada de una antigua gruta glaciar. Ha de mencionarse que dicha entrada no era más que una fisura provocada accidentalmente años atrás, un insignificante rasguño para un monstruoso bloque de hielo.

Después de una larga y friolenta caminata, llegaron a la enigmática entrada. Antes de entrar, la emperatriz se detuvo a contemplar tan majestuoso glaciar; el viento agitaba los mechones de cabello frente a su cara. Concentrando todo su poder sobre el glaciar, puedo detectar una energía mágica muy singular proveniente desde lo más profundo de aquellas grutas, por lo que algo interesante y poderoso debía estar resguardo en su interior; como por ejemplo la última reliquia. Ante el buen presagió, que iluminaba su día tras varios inconvenientes, una sonrisa confiada se trazó en sus labios. Ansiosa de alzarse con la victoria, ordenó enseguida la inmersión a las rutas; orden que el séquito acató a prisa.

Entre los integrantes de la compañía se encontraba el escuadrón 422, el mismo al que asistían Metztli Suré y Elián Ramsé y al cual pertenecía su amigo Luka Stellan, quien en ese momento estaba ausente. La exploración por aquella gruta invernal comenzaba tornarse demasiado desagradable para los mencionados muchachos. El problema no solo era la baja temperatura que calaba horriblemente los huesos —y que como personas provenientes de planetas cálidos resultaba más penoso de soportar—, sino también la preocupación por su querido amigo.

La noticia de Luka acompañando al príncipe a su exploración había ocasionado todo un alboroto cuando, finalizada la reunión con los generales y capitanes, la emperatriz solicitó la presencia del joven soldado y descubrió que este se había marchado por petición de Marth.

Tras conocer la imprudente decisión de su hijo, Nuria se mostró altamente disgustada, la idea de que “el soldado de la buena suerte” estuviera lejos de su vista era inconcebible. Los soldados interpretaron su disgustó basándose en el hecho de que Luka, habiendo estado involucrado en el hallazgo de las dos reliquias anteriores, no formará parte de su compañía para asegurar el encuentro de la tercera. Sin embargo, Mel y Elián intuían que el verdadero motivo detrás de su molestia era que no podría vigilar a Luka, idea que cobraba fuerza con la mirada recelosa que Nuria les dirigía cada cierto tiempo; ahora temían que algo malo fuese a sucederle a Luka durante o después de la exploración.

No obstante, en medio de las preocupaciones y el malestar, había algo maravilloso que venía a calmar como una dulce brisa la fatigada de sus almas: El mágico paisaje de las grutas glaciares. Al interior de aquella fortaleza de hielo, moderadamente oscura, ondeaban a lo largo encantadoras luces que alternaban entre tonalidades verdes, azules y púrpuras las cuales, junto al irregular camino congelado bajo sus pies, creaba la ilusión de caminar sobre auroras boreales. Y complementando el ambiente místico, nítidos trozos de hielo con una ligera capa de escarcha en la punta, emergían del suelo proporcionando brillo y una sensación de ensueño.

Además, para aligerar la pesada atmósfera provocada por las miradas de la emperatriz, Elián le contaba a Metztli algunos chistes y hacía caras graciosas cada vez que su pecoso rostro se reflejaba en algún bloque de hielo. A ambos les hubiera encantado explorar tan maravilloso camino en un relajante paseo turístico en lugar de una exploración con la cual no estaban de acuerdo ni se sentían seguros.

Cuando la compañía hubo adentrándose en las profundidades del hielo luminiscente, la subcomandante, Selene Amaris, se acercó a Metztli y Elián.

—¿Está todo en orden Mel? —preguntó caminando a un lado de la chica.

—Sí, Selene. Gracias por preocuparte.

—No hay nada que agradecer —respondió con amabilidad.

En seguida, Selene alzó una mirada aguda por todo su alrededor, asegurándose de que los demás estuvieran metidos en sus propios asuntos. Una vez que comprobó el sosiego del grupo, se acercó más a los chicos y continuó hablando en voz baja.

—Si necesitan algo o hay algún problema no dudes en decírmelo.

—Claro, te lo agradezco mucho —contestó Mel sonriente.

—De acuerdo, anden con cuidado, este camino es demasiado irregular y resbaladizo, y lo digo especialmente por ti, Ramsé —giró la cara hacia el chico—, siempre encuentras una forma de accidentarte.

—Descuide señora, saldré ileso esta vez —dijo llevando la mano derecha hasta la frente a manera de saludo marcial.

Selene torció los ojos mientras meneaba la cabeza.

—Más te vale.

Dada la advertencia, la subcomandante se retiró a supervisar el resto de escuadrones.

—¡Wow! Creo que empiezo a agradarle —comentó Elián—, nunca había sido tan amable conmigo.

—Ya le agradas, solo le cuesta expresarlo. Además, al conocer tu historial de incidentes debe estar alerta, cualquiera lo estaría —mencionó con gentileza.

—Oh, ya veo… ¿Incluso tú?

Metztli permaneció callada y sonriente. Ante su silencio, el chico pensó en lo su amiga quería insinuar con dicho gesto. Pero cuando hubo comprendido y se disponía a defenderse, fueron interrumpidos abruptamente por el general Paul Wyatt, quien se colocó en medio de ambos.



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En el texto hay: poderes magicos, fantasia magia, revolucion

Editado: 26.03.2024

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