Durante las siguientes semanas no hubo rastro de Alain, era como si se hubiera desvanecido en el aire. Y, más que un alivio, la situación generaba gran angustia en Luka. Por una parte no quería verlo por el mayor dolor que ello implicaría, pero por otra parte estaba preocupado por él. Todo eran sentimientos confusos, quería ir en su búsqueda y, a la vez, temía hacerlo. En una ocasión creyó verlo al final de un pasillo quedando completamente petrificado y con una ansiosa sensación de querer salir huyendo. Solo recobró la compostura cuando se dio cuenta de que se trataba de alguien más. La situación lo estaba asfixiando.
Sin embargo, las cosas cambiarían repentinamente un día que Metztli citó a Elián y a él en uno de los cubículos de la enfermería. Al estar todos dentro, Metztli cerró la puerta con suma cuidado asegurándose que nadie los viera.
—Chicos, ¿Sienten algún tipo de magia o algo? —preguntó en voz baja.
—¿A qué te refieres? —dijo Elián confundido.
—Ya sabes, sentir que nos observan o escuchan.
Ambos chicos miraron alrededor e intercambiaron miradas.
—No siento nada extraño —declaró Luka.
—Yo tampoco, Mel ¿qué sucede?
Metztli suspiró para calmarse.
—Verán, el día de ayer la emperatriz me citó en su sala. Me pidió ir a una misión diplomática a mi planeta, Aztlán… Quiere que hable con el Consejo y los convenza de unirse al Imperio.
La sorpresa y preocupación de Luka y Elián fue evidente.
—¿Y qué le dijiste? —preguntó Elián.
—Que lo pensaría y le daría mi respuesta el día de hoy. Estoy pensando en aceptar, tengo que prevenir a mi gente de la clase de persona que es Nuria en realidad y exponer sus acciones, pero… No quiero hacerlo sola, estuve pensando en aceptar la misión solo si ustedes van conmigo.
—Por supuesto que te acompañamos, Mel —respondió Elián tomando sus manos—. Los tres estamos juntos en esto.
Metztli soltó una sonrisa suave que se borró casi de inmediato. Fijó su mirada en Luka.
—Lo que sucede es que también quisiera que Alain viniera con nosotros… Sé que algo pasó entre ustedes Luka, pero siento que esta es una oportunidad para que Alain también exponga al Imperio o, por lo menos, arreglar las cosas con él. Si queremos tomar acciones contra la emperatriz necesitaremos su ayuda.
Luka no se movió. De pronto, sentía un sudor frío por todo el cuerpo y la confusa mezcla de sentimientos de las últimas semanas alborotando sus sentidos.
—Wow no tengo contexto, pero debió ser grave —comentó Elián con perplejidad mientras observaba la reacción en la cara de Luka.
—Solo es una propuesta —se apresuró Metztli en intervenir—, no es necesario pedirle que venga con nosotros si te incómoda.
—Está bien —respondió abruptamente tras agitar la cabeza—. Supongo que lo peor que podría pasar es que nos ignore.
Con la mirada en alto, Luka dirigió una leve sonrisa a sus amigos aunque en sus ojos carecían de brillo alguno. Aquello no convenció a Metztli y Elián, pero antes de que pudieran protestar Luka reafirmó estar de acuerdo.
—No se preocupen por mí, ¿A qué horas te reunirás con ella?
—Dentro de una hora —respondió Mel.
—De acuerdo, nos avisas lo que suceda.
—Sí, los llamo después… —Metztli iba agregar algo más que decidió mejor callar—. Será mejor regresar a nuestras labores antes de que alguien sospeche.
En seguida, en intervalos y con sigilo, uno por uno fue abandonando el cubículo.
*
Exactamente una hora después, Metztli se encontraba sentada en la sala personal de la emperatriz. Frente a ella, sobre una mesa fina de mármol, tenía una tacita de té que apenas había tocado. El silencio profundo empezaba a inquietarla cuando Nuria entró aceleradamente a la habitación, su uniforme tenía algunas manchas negras. Por apariencias, Metztli se levantó haciendo una reverencia.
—Oh, no te molestes, toma asiento —indicó la emperatriz su deslumbrante fachada de cortesía mientras se sentaba al frente. — ¿Y qué has decidido respecto a mi petición?
Antes de hablar, Metztli optó por una postura con las piernas cruzadas y la espalda lo más erguida posible.
—Majestad, antes que nada me gustaría saber por qué me ha elegido a mí para esta misión. Tengo una idea de las razones, pero quiero estar segura.
Nuria alzó una ceja.
—Bueno, no crea que no he intentado previamente ir por mí misma o mandar escuadrones a Aztlán. Sin embargo, tu gobierno me lo ha puesto muy difícil, rechazan todas nuestras solicitudes de ingreso —Y su escudo protector es muy fuerte, pensó—. Creo que la única forma de entablar diálogo es con un intermediario que pertenezca a ellos, ahí es donde entras tú.
—Veo que mis ideas eran ciertas, su majestad. Y me temo que aunque yo sea originaria de Aztlán mi presencia no será suficiente para dejarme ingresar con fines diplomáticos, somos muy estrictos en ese aspecto… —Metztli detectó una mirada recelosa en Nuria ante cada palabra, hizo una breve pausa para retomar la postura—. Es por esa razón que lo ideal sería ir acompañada de un grupo de mi confianza y de buena reputación con el Imperio.