Candy se dirigía a su casa, se sentía tan eufórica y su corazón palpitaba tan a prisa que, de ser examinada por un miembro de la salud, de seguro sería diagnosticada con taquicardia, podía sentir su cuerpo caliente y ansioso por caricias, cariño y sobre todo ¡amor!
Con una negativa de cabeza y avergonzada, apresuró su andar hasta toparse con la puerta de entrada que daba al interior de su casa, cautelosa entró de un salto para encontrarse con su amado Luis, siguió su aroma y el de un perfume desconocido, feliz y ansiosa caminó por el pasillo buscándolo, pero, sería allí cuando notaría que se encontraría a una desconocida mujer en brazos de su ser más amado.
Ajenos a su llegada, él acariciaba con dulzura la melena de la extraña que reposaba sobre las piernas del traicionero Luis y el muy austero susurraba ñoñerías amorosas al oído de la sonrojada muchacha, tal y como siempre había hecho con ella, impactada y con el cuerpo entumecido maldijo por lo bajo, un hecho que le era imposible aceptar, se miraban tan felices y enamorados que su cuerpo ardió con furia.
“Inaceptable” era una palabra que se repetía en su mente sin parar, sobre todas las cosas, no soportaba la brillante mirada que Luis mantenía fija en la menuda mujer que sus brazos ocupaban, así, sin pensarlo dos veces, se lanzó en carrera contra el objeto de su ira y clavó sus garras en el pálido rostro de aquella delincuente.
Apenas logró hacerle un roce, puesto que él sinvergüenza le detuvo el brazo a Candy antes de que pudiese desfigurar a la malvada desconocida que se había interpuesto entre ellos dos, una insulsa que llegó para arrebatarle al amor de su vida, completamente enfurecida luchó en contra el cruel hombre que segundos atrás, había despedazado sus sentimientos.
Gritaba iracunda y trataba de acercar sus garras al horrible ser que la maniataba, de pronto, escuchó el crujir de una puerta y fue arrojada dentro de un polvoriento armario, sorprendida y cabizbaja se quedó llorando antes de que la puerta se cerrase de golpe, aun así luchó ferviente por salir.
Eso sería hasta que, resignada se acostaría en la fría madera pensando en el hombre que día a día le había manifestado su amor, ¿acaso ya no la quería?, ¿tan rápido la había olvidado?, ahora entendía él porque había cambiado tanto con ella, otra se encontraba en su lugar recibiendo el cariño de ese inhumano ser que la había castigado y que a ella le había sido arrebatado, rencor y tristeza inundaban a la pobre gatita que se encontraba en celo, mientras tanto, Luis se disculpaba con su novia por la actitud de su mascota e internamente se prometía esterilizarla, así su pequeña Candy ya no volvería a ser víctima de esas terribles hormonas que le hacían perder la cordura cada vez que la invadían.