Aquí yace un verso sin nombre,
olvidado entre lápidas rotas.
Su voz se perdió en la brisa,
su tinta se ahogó en las sombras.
Fue escrito con llanto y lamento,
susurrado por bocas sin alma.
Un eco de historias perdidas,
un grito atrapado en la nada.
Si acaso lo encuentras dormido,
no intentes romper su silencio.
Las palabras que yacen sin dueño
suelen volver como espectros.