Era de noche cuando llegaron.
Mientras se bajaban del auto, Ryeowook miró a la casa y dijo, no sin humor, “En realidad, algunas cosas acerca de ti ahora están comenzando a tener una horrible cantidad de sentido.” Era casi inapropiadamente risible llamarla una casa. Era una gran mansión de diseño clásico.
Bee dio unas palmaditas con entusiasmo. “¡Un palacio!”
“No seas estúpida,” dijo Yerin, con tono de superioridad. “Los reyes y las princesas viven en palacios. Nuestro país no tiene fidelidad (5)“.
“Realeza”, Yesung la corrigió, cerrando el coche. “Si vas a llamar a alguien estúpido, asegúrate de no cometer errores tú misma”.
Bee le sonrió a Yesung y le agarró la mano. “¡Me gusta Sr. Yesung!”
Yesung se quedó mirando a la pequeña niña con una expresión vagamente perpleja en su rostro, antes de mirar a Ryeowook.
Reprimiendo una sonrisa, Ryeowook dijo, “deja al Sr. Yesung en paz, Bee. Ven, toma mi mano”.
Bee puso mala cara, pero soltó la mano de Yesung y tomó la de Ryeowook. Yerin tomó su otra mano mientras que unos cuantos criados salieron para llevar su equipaje dentro.
“A mí no me gusta él,” Yerin dijo mientras caminaban hacia la casa.
“No seas maleducada, cariño”, dijo Ryeowook, mirando el hombre en cuestión, que caminaba al lado de ellos. “El Sr. Yesung puede oírte”.
Los ojos de Yesung se centraron en la casa; no mostró ningún signo de escuchar la conversación.
Ryeowook desvió la mirada. Era difícil creer que hace apenas unas horas, él tenía a este inmaculadamente vestido hombre, de rostro severo, gruñendo y moviéndose encima de él.
“Pero él no me gusta”, dijo Yerin obstinadamente, pero bajando la voz. “No me gusta la forma en que te mira.”
“¿Cómo me mira?” Repitió Ryeowook.
“Como Bee mira a un panqueque.”
Ryeowook forzó una sonrisa. Este fue un nuevo nivel de rareza. “Tú sólo estás imaginándolo, calabaza.”
“Pero-”
“Sólo imaginándolo”, repitió Ryeowook, esperando que Yesung no hubiera oído las palabras de Yerin.
El rostro de Yesung era duro y frío, desprovisto de todo el color. Este era un hombre que volvía a casa, a su padre y su familia después de quince años. Se veía casi tan feliz como un hombre en su camino a la prisión.
Un mayordomo un jodido mayordomo -abrió la puerta y saludó a Yesung con un tranquilo: “Maestro Yesung”.
Ryeowook guió a las niñas al interior. Se veían tímidas y nerviosas, y Ryeowook tuvo que admitir que no estaba en nada menos nervioso que ellas; él era simplemente mejor en disimularlo.
Su primera impresión de la sala fue por la inmensidad -del mármol y los pilares y bustos clásicos y la cúpula imponente.
“¡Yesung!”
Ryeowook miró hacia arriba. Una mujer alta de cabello oscuro iba caminando por las escaleras, una sonrisa vagamente aliviada en sus labios. Abrazó a Yesung y lo besó en la mejilla.
“Yoona” Yesung murmuró. “Te ves bien.”
Así que esta era la hermana que le había convencido para venir.
Ryeowook la miró con curiosidad. Él ciertamente podía ver el parecido familiar. Ella parecía unos pocos años mayor que su hermano, tal vez treinta y cinco.
Yoona se apartó y miró a Ryeowook y a las niñas sobre el hombro de Yesung, pero antes de que ella o Ryeowook pudieran decir nada, dos ancianos entraron en la casa.
Uno de ellos, el más alto, mostraba un extraño parecido con Yesung. De hecho, podrían haber sido gemelos si el hombre no tuviera alrededor de treinta años más. Ryeowook decidió que este debía ser el padre de Yesung, Heechul.
“El hijo pródigo regresa”, dijo Heechul con una sonrisa burlona. “Sabía que este día llegaría.”
“Entonces te equivocaste”, dijo Yesung fríamente. “Vine sólo porque Yoona no paraba de molestarme. Al parecer, estás prácticamente en tu lecho de muerte”.
“Yesung!“, Yoona dijo, viéndose indignada.
“Voy a tener que decepcionarte, entonces”, dijo Heechul. “Tengo un excelente estado de salud.” Él estaba mintiendo. Él tenía un matiz casi grisáceo para su complexión. “Así que no conseguirás mi dinero en el corto plazo.”
“Tú sabes que yo no necesito tu dinero”, dijo Yesung.
Se miraron el uno al otro con frialdad, y el parecido que compartían era sorprendente. Ryeowook se preguntó si Yesung lo sabría y lo resentía.
En este momento, Heechul desvió la mirada hacia Ryeowook.
Sus agudos ojos oscuros lo recorrieron de pies a cabeza, haciendo a Ryeowook ser dolorosamente consciente de su desgastada, ropa barata.
Los labios de Yesung padre se torcieron en tono de burla. “¿Y esto?”
Yesung dio un paso hacia Ryeowook y le puso una mano en el hombro.
“Este es mi amante, Ryeowook Kim”.
El otro anciano respiró hondo.