Capítulo Veinte

Por lo general, Ryeowook era de sueño ligero.

Pero cuando la puerta de su habitación se abrió esa noche, Ryeowook tuvo dificultad para despertarse, su mente mareada. Él se hundió más profundamente en el hombro caliente de Yesung, sus manos apretando alrededor del brazo de Yesung.

Las voces parecían venir de muy lejos.

“Tu hermano está dormido”, dijo Yesung. “Regresa a la cama.”

“¡Pero yo tuve una pesadilla! Tengo miedo. ¡Ryeowook siempre me abraza cuando tengo miedo!” Era Yerin.

Ryeowook trató de abrir los ojos. No funcionó.

“Yerin”, dijo Yesung severamente. “Eres una niña inteligente. No puedes dormir con Ryeowook porque la cama es demasiado pequeña para nosotros tres.”

“Dormiré con Ryeowook. ¡Tú puedes ir a dormir con Bee!”

Yesung se rió entre dientes. “Yo no creo que vaya a caber en tu cama, enana.”

Yerin reflexionó. “Puedo dormir sobre ti. Tú eres grande, y a Ryeowook le gusta dormir encima tuyo”.

Ryeowook ciertamente lo hacía, a pesar de que era perturbador que Yerin supiera eso.

“No puedes dormir en mí.”

“¿Por qué?”

“Porque -porque... bien,” Yesung espetó al fin, para sorpresa de Ryeowook.

Chillando de alegría, Yerin trepó a la cama y al pecho de Yesung.

“Eres muy cálido”, dijo, bostezando.

Él lo era en realidad. La habitación era muy fría, pero Yesung era muy cálido. Tan cálido.

“Dormir. Y no te hagas pis encima mío”, Yesung se quejó. “Yo no soy un bebé. Soy grande. ¡No me hago pis en la cama!” “Bien. Ahora duérmete.”

“Tienes pelo divertido en el pecho. Ryeowook no tiene pelo divertido en su pecho. ¿Por qué?”

Eso hizo a Yesung pausar. “Dormir.”

“No te gusto,” Yerin murmuró. “Te gusta más Bee.”

Un suspiro pesado. “¿Por qué crees que ella me gusta más?”

“¡Le diste chocolate ayer!”

Ryeowook frunció el ceño. ¿Eh?

“Porque ella lo pidió. Debes pedirlo si quieres algo”.

“Así que si yo pido, ¿me darás algo? ¿Cualquier cosa, cualquier cosa?”

“¿Si digo que sí, vas a dejar de hablar y dormir?”

“¡Sí!”

“Bien. ¿Qué quieres?”

“¡Quiero un cachorro! ¡Negro y esponjoso! ¡Con una estrella blanca en la frente!”

Una pausa. “Elije otra cosa.”

“¡Pero dijiste cualquier cosa!”

Ryeowook volvió a dormirse, aun sonriendo.

“Entonces,” dijo Sungmin, echándose hacia atrás y meciéndose un poco en su silla. “¿Qué está pasando contigo y Yesung?”

Ryeowook levantó la vista de su plato a él. “¿Eh?”

Sungmin rió suavemente. “Vamos. No estoy ciego. Ha estado sucediendo desde hace semanas. Creí que te cansarías de él para ahora, pero todavía te ves totalmente jodido la mayor parte del tiempo-” “Yo no lo hago.”

Sungmin le dirigió una mirada condescendiente.

Pellizcándose el puente de la nariz, Ryeowook admitió: “Sí, está bien. ¿Entonces qué?”

Sungmin levantó las manos. “Hey, yo no estoy juzgando. Lo que sea que haga flotar tu bote.” Se encogió de hombros con una sonrisa torcida. “No es asunto mío si tú estás enamorado de su pene.”

Ryeowook se dejó caer en su silla y miró sombríamente a Sungmin. “Puede que sea un poquito más complicado que eso.” Se pasó una mano por la frente, suspirando. “Ni siquiera estoy seguro de cómo actuar con él en clases ya. Es como si mi cerebro dejara de funcionar cuando él está cerca.” Él hizo una mueca. “Yo lo besé ayer afuera de su oficina. No pude evitarlo. Tuvimos suerte de que era tarde y nadie nos vio -creo.”

Las cejas de Sungmin casi alcanzaron el nacimiento del pelo. Silbó. “Espera, ¿están, como en una relación?”

Ryeowook frotó el rabillo del ojo. “No -quiero decir -no lo sé. Yo... yo, como que le di una llave de mi casa.”

Sungmin se echó a reír.

Ryeowook le dio una patada bajo la mesa. “Cállate. Tenía mucho sentido hacerlo. A veces él viene muy tarde, y no quiero que despierte a las niñas con su golpeteo. Esto no significa lo que crees que significa.”

“¿Oh enserio?”

Ryeowook dejó escapar un suspiro. “No lo sé. Las cosas han sido raras últimamente. Él es tan bueno conmigo a veces, y me siento como... me siento tan bien con él, ¿sabes?” Feliz. “Es tan confuso.”

“No jodas. ¿Ustedes no hablan?”