Capítulo Veintitrés

“Yesung”, dijo Ryeowook, cerrando la puerta.

Yesung no levantó la vista de su computadora. “Ahora no. Estoy ocupado y tú eres... tú eres demasiada distracción”.

Ryeowook sonrió. “Distracción, ¿eh?”

Yesung le lanzó una mirada, pero fue poco entusiasta como mucho.

“¡Vamos, dímelo ya!”

“Sin tratamientos especiales”, dijo Yesung. “Vas a conocer tu nota cuando todos los demás lo hagan. Mañana.”

Apoyándose contra la puerta, Ryeowook se mordió el labio. “¿He reprobado?”

No estaba seguro. Yesung le había ayudado mucho últimamente, explicándole muchas de las cosas que Ryeowook se había perdido al inicio del semestre. Ryeowook había pensado que su comprensión de la materia había mejorado y que lo había hecho bastante bien en el examen, pero ahora, mirando a la cara sombría de Yesung, ya no estaba seguro.

“No,” dijo Yesung. “No fallaste.”

Ryeowook exhaló. “Entonces, ¿qué me saqué? Una C, ¿verdad?”

Yesung frunció los labios. “Obtuviste una B.”

La boca de Ryeowook se abrió. “¿De verdad? Espera, acaso tú -”

“No, yo no te doy ningún tratamiento especial”, dijo Yesung, su tono un tanto a la defensiva. “Hiciste un buen trabajo. Tú no eres poco inteligente. Si realmente te molestaras en asistir a clases, no habrías tenido ningún problema en absoluto”.

Ryeowook sonrió, sintiéndose estúpidamente cálido y mareado. Dio un paso hacia el escritorio, pero Yesung espetó: “No lo hagas.”

“¿Por qué?”

Yesung fijó sus ojos en la pantalla delante de él, con la mandíbula apretada. “Te lo dije. Eres una distracción. Tengo que trabajar.”

Ryeowook no quería irse. Quería abrazarlo. Quería darle un beso. Quería celebrar con él. “Pero…”

Yesung suspiró entre dientes. “Bien. Ven aquí y bésame. Un beso.

Luego te vas”.

Ryeowook fue allí y lo besó.

Y lo besó de nuevo.

Y otra vez.

Y una vez más.

Cuando Ryeowook abrió los ojos a la mañana siguiente, encontró a Yesung observándolo.

“Buenos días,” Ryeowook murmuró, sus rostros a sólo pulgadas de distancia en la almohada. Se sentía insoportablemente íntimo. “¿Dormiste bien?”

“No, no lo hice”, dijo Yesung, su pesada mano sobre la espalda de Ryeowook. “Tú cama es terrible. Casi me caigo fuera dos veces”.

Ryeowook sonrió perezosamente. “Nadie te está obligando a dormir aquí.”

Yesung dibujó sus labios en una fina línea y desvió la mirada por un momento antes de mirarlo de nuevo. “Sería mucho más conveniente si utilizáramos la cama en mi casa”.

Ryeowook parpadeó. “Tú sabes que no puedo dejar a las niñas solas.”

“Tengo una habitación libre para ellas.”

Ryeowook se le quedó mirando. “¿Me estás pidiendo que me mude contigo?”

La cara de Yesung no mostraba nada. “Sería conveniente.”

“¿Conveniente?”

“Sí, conveniente.”

Presionando los labios juntos para evitar reír, Ryeowook asintió solemnemente. “Muy conveniente.”

“Cállate, Kim,” dijo Yesung.

Ryeowook sonrió lentamente y enroscó los brazos alrededor de su cuello.

Se miraron el uno al otro a los ojos durante un largo rato, y Ryeowook sintió algo apretando en su pecho. Dijo suavemente, “Te amo, también, Yesung.”

Yesung se lo quedó mirando durante lo que pareció una eternidad antes de que dijera, un poco sin aliento, “Sí.”

Ryeowook rió. “Está bien, vamos a tener que trabajar en eso -”

Yesung le cerró la boca con un beso.