Capítulo 1: No me quiero despedir

Era un día como cualquier otro en la casa de la eriza rosada, ella se encontraba cocinando unas galletas.

El timbre de su casa suena, y ella se acerca para ver de quien se trataba, se trataba de Charmy.

-Hola, Amy, oye, ¿has visto a Marine?

-No ¿No estaba contigo? –respondió Amy dejándolo pasar a su casa.

-No. Me dijo que tenía unas cosas que hacer –se adentra a la casa-. Pero la verdad es que ya me está preocupando.

-Tranquilo ¿Por qué no vas a su casa? Lo más seguro es que esté allí –propuso Amy.

-Sí, tienes razón, eso haré. Gracias Amy –contesto y se apresuró hacia la puerta.

-De nada.

Cuando Charmy estaba por salir de la casa, se encuentra con Cream, quien estaba por entrar.

-Amy, ¿ya están las galletas? –pregunto animada.

Sin embargo, al percatarse de que Charmy se encontraba frente a ella sus mejillas se tiñeron de un leve color rojizo.

-Ho-Hola Charmy –desvía la mirada.

-Lo siento, Cream, debo irme. Adiós –se despide velozmente y se va volando.

-Oh... Está bien –baja la mirada desilusionada.

Amy se dio cuenta del desánimo que acababa de mostrar su mejor amiga y de inmediato intenta consolarla.

-Oww, vamos, no te pongas así Cream –coloca un plato con galletas y un vaso de leche en la mesa-. Mejor ven y come un poco.

Cream ríe levemente.

-Muchas gracias, Amy.

Acto seguido, Cream se sienta a realizar la acción que su amiga recomendó junto a su mascota Chao.

Mientras tanto, Charmy se encaminó hacia la casa de Marine y así descubrir donde se encontraba durante todo el día, pues ella no había contestado ninguno de los mensajes de su pareja.

-¡Marine! ¿Estás ahí? –gritaba mientras tocaba la puerta una y otra vez.

Tras no recibir respuesta, acerca su oreja hacia la puerta para lograr percibir algún sonido, lo cual, resulta ser un intento fallido.

Totalmente resignado, decide irse dando media vuelta, pero un sonido logra llamar su atención haciendo que vuelve a mirar la casa.

No tarda mucho para que decidiera entrar a la casa en busca del origen de aquel peculiar sonido.

Observa toda la planta baja de la casa, pero no encuentra nada.

-Tal vez... Fue mi imaginación –dudoso se dirige hacía la salida.

Sin embargo, sus pasos son detenidos por una voz familiar en la planta de arriba.

-¿Esa voz... no es la de Marine? –Sube las escaleras volando, para confirmar lo que sus oídos percibieron.

-Si mama, tomare el vuelo mañana en la tarde y llegaré en la noche –decía la mapache por el celular-. Está bien. Te amo mama. Cuídate -Marine cuelga la llamada-. Ok, me falta poco para terminar de-

Su frase es interrumpida por Charmy.

-¿Te vas?... –pregunto triste mientras dejaba de revolotear con sus alas.

-Charmy –lo mira sorprendida-. Yo... Sí... –Soltó después de pensarlo unos segundos.

-¿Cuándo me lo ibas a decir? –pregunto indignado.

-N-No lose –dice mientras acaricia su brazo izquierdo con su mirada hacia el suelo.

-... ¿Es mañana?

-... Sí... –contesto veloz.

-Está bien... Espero tengas buen viaje –da media vuelta revoloteando.

-¡Charmy! –Grito para llamar su atención.

Su contrario voltea por inercia

-Yo... Lo siento... –se disculpó mientras sus ojos comenzaban a querer llorar.

-Yo también.

Sin más preámbulo, Charmy se fue de la casa.

Al día siguiente, Marine se encontraba abordando el avión, pero se detiene para mirar a su alrededor, con la esperanza de encontrarse a su ex pareja, pero no logro verlo.

Charmy se encontraba viéndola desde la vitrina dentro del aeropuerto.

-¿Por qué no fuiste a despedirte? –pregunto su acompañante cocodrilo.

Mientras Charmy pensó en su respuesta, Marine entraba a su avión.

-... Porque no quería despedirme –confeso y tras ver despegar el avión, se aleja de la vitrina.

Vector solo lo miraba con lástima, no pudo hacer nada más que suspirar y seguirlo hacía la salida del lugar.