Charles Lions: sinfonía de amor

Capítulo 7: Belleza y magnetismo

Por la mañana, decidí llamar a Brit.

Me contestó su mamá y me dijo que no estaba disponible.

A pesar de haber escuchado su voz, decidí dejarlo pasar y centrarme en preparar los cantos para nuestra presentación de esa noche.

Algunas de las partituras no las tenía en mi poder, por lo que tuve que imprimirlas. Pasé toda la tarde ensayando con la banda.

Cuando dieron las cuatro de la tarde, volví a llamar a Brit. Comenzaba a preocuparme, pero después de tres intentos, finalmente respondió.

—¡Brit! Hoy es mi primera actuación con la banda. Me preguntaba si querías venir a acompañarme —le dije con entusiasmo, aunque sabía que ella no era fanática de ese tipo de eventos. Aun así, quería que estuviera a mi lado.

Su respuesta me dejó desanimado.

—Leoncito, no puedo. Tengo mucha tarea y quería irme a dormir temprano —dijo ella, desinteresada.

Aunque negué con la cabeza, decidí no discutir en ese momento. Después de todo, solo era una presentación.

—Está bien, amor. Te veré mañana —respondí, aunque me sentía realmente triste.

—Sí, como digas. Hablamos luego. Adiós, adiós —me dijo antes de colgar rápidamente.

Quedé mirando el teléfono durante unos eternos segundos.

En ese momento, Abraham me interrumpió, pasando su mano por mi rostro. Siempre le gustaba molestarme.

—¿Qué pasa? ¿En qué estabas pensando? —preguntó. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba cerca.

—¿Ya estás listo para irnos? Sabes que tenemos que llegar con algunas horas de anticipación. ¿Usamos tu auto o el mío? —me preguntó.

Sabía que su auto era mucho mejor y, además de la música, tenía una pasión por los autos deportivos. En su caso, el auto tenía muchos caballos de fuerza, aunque a él no le gustaba conducir tan rápido.

—Necesito ducharme y después nos vamos. Es mejor utilizar tu auto. ¿Y nuestros padres? —le pregunté, esperando que no estuvieran en casa.

Cuando mis padres estaban ahí, no podíamos hacer nada fuera de lugar.

—No saldrán. No tendremos que cuidar a la niñita —dijo, y suspiré aliviado.

—Ok —subí las escaleras lentamente hasta llegar a mi habitación.

Mi novia había rechazado la invitación para acompañarme, y mis nervios estaban a flor de piel.

¿Acaso podía ponerse peor? Después de casi una hora arreglándome, bajé y nos fuimos al lugar donde se llevaría a cabo la presentación.

Parecía un bar desde afuera, pero al adentrarnos, nos dimos cuenta de que era un espacio destinado a jóvenes.

Nos topamos con un grupo de hombres vestidos con atuendos que simulaban ser doctores, mientras que otros lucían trajes más elegantes.

Al llegar, una pequeña niña salió del asiento trasero, y su apariencia desaliñada nos hizo soltar un grito involuntario de sorpresa.

—¡Aaahhh! —exclamamos al unísono, impactados por su aspecto descuidado.

—¿Acaso quieres que nos dé un paro cardíaco? —le preguntamos al mismo tiempo, con preocupación evidente en nuestras voces.

Wendy, sin embargo, nos respondió con una linda sonrisa, y su explicación nos conmovió.

—No quería perderme la presentación de mi hermano mayor —dijo Wendy, mostrando entusiasmo.

En ese momento, me invadió una cálida sensación al darme cuenta de lo feliz que estaba de tenerla a mi lado.

No podíamos ignorar el hecho de que ella era menor de edad y no podía ingresar a ese lugar, por lo que Abraham intentó explicarle la situación.

—Eres menor de edad, no puedes entrar aquí —le dijo Abraham con firmeza.

Wendy, sin embargo, nos miró a ambos con una expresión traviesa y sugirió de manera juguetona:

—¿Y si me escondo?

Nuestra respuesta fue inmediata y sincronizada.

—No —respondimos al unísono, evitando que tomara una decisión arriesgada.

A pesar de la negativa, ella no se dejó intimidar y se acomodó el cabello con gracia, mostrando su firmeza.

Ante la situación, decidí que lo mejor era ir a apoyar en los preparativos de la presentación.

—Tengo que ir a ayudar —dije rápidamente.

Mi hermano se ofreció a llevar a Wendy de regreso a casa, pero ella no parecía estar muy conforme.

—Es su día —protestó, dejando claro su deseo de quedarse.

Abraham, sin embargo, no cedió.

—Sí, pero hay reglas —dijo él, lo que provocó un suspiro de mi parte.

Era evidente que la situación era complicada, pero no había mucho que hacer al respecto.

Apresuradamente, me dirigí a solucionar algunos problemas técnicos de sonido. Justo minutos antes de la presentación, vi a mi hermano acompañado de una mujer cubierta completamente con un velo negro. Abraham negó con la cabeza y puso los ojos en blanco, lo que me hizo sonreír.

Sabía perfectamente que, detrás de ese disfraz, estaba mi pequeña y querida hermana.

Antes de que la presentación comenzara, sentí la necesidad de ir al baño. Sin embargo, al entrar, me encontré con algo que me destrozó el corazón: mi novia, muy cerca de otra persona, en una situación que claramente indicaba que me estaba engañando.

Un nudo se formó en mi estómago, y mis pies amenazaron con avanzar hacia ellos, pero el vocalista del grupo apareció justo en ese momento, evitando que hiciera algo de lo que me pudiera arrepentir.

—Hermano, mi voz... —comenzó a decir, con una mirada llena de preocupación.

—¿Qué... qué le pasa a tu voz? —pregunté atónito, sin poder apartar la vista de mi novia, quien se entregaba por completo a ese hombre.

Negué con la cabeza, intentando bloquear la dolorosa realidad que se desplegaba ante mis ojos.

El vocalista me jaló del brazo, arrastrándome hacia donde estaban los demás miembros de la banda.

—No sale, Charles. Tienes que cantar tú —dijo, empujándome hacia adelante, sin dejar espacio para discusión.

—No, no puedo cantar. No puedo —expresé, sintiéndome abrumado y desconcertado por la traición que acababa de presenciar.

Una oleada de emociones negativas me envolvía, dificultando mi concentración y mi voluntad.



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En el texto hay: musica, familia, sueños

Editado: 03.10.2024

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