Charlie, al fin, se le había ocurrido una idea y era tan obvia que casi se sintió más estúpido de lo que ya era. Él recordó que en las películas los personajes hacían aparecer cosas repitiendo palabras.
—José, creo que, si repetimos el nombre del espejo algunas veces, puede que la frase aparezca o se active.
José no lo había pensado y esa idea se sintió, increíblemente, como encontrar oro en un montón de basura. Así que, ambos se pusieron manos a la obra. Y luego se sentaron delante del espejo.
—Digamos el nombre del espejo tres veces primero. Para ver si funciona —pero su amigo recordó lo que Charl le contó al inicio, recordó la advertencia del vendedor.
—Espera, Charlie, ¿recuerdas que el señor Scott te advirtió que no leas la frase por nada del mundo? quizás nos estamos dejando llevar demasiado por curiosidad.
Charlie si había pensado en eso, pero era demasiado fisgón. Y si, quizás no debía hacerlo. Sin embargo, la curiosidad era más grande y si no sucedía nada, al menos, se quedaría con la anécdota.
—Lo sé, pero piensa ¿tú crees que algo así sucederá? ¿qué repentinamente va aparecer una frase de la nada por unas palabras? —le preguntó, intentado persuadirlo. Su amigo encontró que tenía razón. Esas cosas no pasaban, solo querían ver si pasaba algo. No obstante, en cierto sentido era contradictorio —debemos hacerlo, ¿le entras? —José lo pensó por solo unos segundos y asintió. Ambos respiraron profundamente antes de decir el nombre del espejo. Se miraron, cerraron los ojos como si fuera una especie de ritual y dijeron al mismo tiempo;
“El espejo de los condenados”
“El espejo de los condenados”
“El espejo de los condenados”
Esperaron unos minutos antes de abrir los ojos, por los nervios, y a penas los abrieron empezaron a buscar la “supuesta” frase. Sin embargo, cuando terminaron de buscar se dieron cuenta que seguía exactamente igual. No hubo ningún cambio. No obstante, a José no se le escapaba nada.
—Charlie, tú compraste el espejo. Tú debes decir la frase ¿quizás? no estoy seguro, pero he visto en algunas películas que así funciona.
Él lo pensó por unos minutos y estuvo de acuerdo con José. Esta vez, se sentó solo al frente del espejo y repitió las mismas palabras tres veces. Una vez terminado, empezaron a buscar la frase y al darle la vuelta al espejo, quedaron asombrados. Era imposible. El espejo tenía la frase detrás, ambos la leyeron, pero no en voz alta, por precaución. Ambos no se lo podian creer. Era...verdad.
—¿Ahora que harás? —le preguntó su amigo asombrado todavia por la magia de las palabras.
Charlie no sabía que pensar al respecto. Pero, sabía que no debía decirlas. Así que le dijo a su amigo que no haría nada por ahora y que se tomaría la tarde y la noche para pensar muy bien su siguiente paso.
Por otro lado, la madre de Charlie se había pasado casi todos los días y noches asustada. En las noches, escuchando como los espejos vibraban sus espejos hacian un extraño ruido y sólo tenía dos, el que le regaló su hijo y el de su marido; aunque intentaba no prestarle atención a aquello. Sin embargo, no faltaría el día en que explotaría y saldría corriendo pidiendo ayuda por unos simples espejos.
En una de esas noches, sin falta, los espejos empezaron a vibrar a las tres de la mañana. María sabía que las cosas malas o los fantasmas se mostraban a esas horas. A ella le gustaban mucho las series y películas paranormales, pero ahora no le estaban gustando tanto. Así que, gritó groserías (tal y como le había enseñado su abuela) para que se fueran los fantasmas. Sin embargo, se sentía ridícula. No sé podía imaginar lo que pensarían sus hijos si la vieran en tal estado. Al reflexionar, María llegó a la certera respuesta de que las cosas empezaron a ir mal desde que su hijo le regaló ese espejo para su cumpleaños, así que, sospechaba que era eso, pero no podía botarlo ni ocultarlo, tenía miedo de que Charlie se sintiera triste al ver que su madre botaba su regalo. Entonces, no le quedó de otra que hacerle frente a la situación.
Sacó el espejo que se había comprado su ex-marido y lo puso al lado del otro y ambos empezaron a vibrar más fuerte. María hasta pensó que estaban provocando un terremoto. Todo en su habitación empezó a moverse y caerse, hasta el gran cuadro que tenía con sus hijos encima de su cama. María gritó de miedo cuando se rompió de un solo golpe, haciendo que los vidrios saltarán en diferentes direcciones.
En ese mismo momento, decidió llamar a sus hijos, aunque al parecer no la escuchaban. Fue corriendo a abrir la puerta para irse de ahí, pero esta se había cerrado con llave, no había manera de abrirla. Fue entonces a su velador y buscó las llaves e intento con ello abrir la puerta. Sin embargo, la perilla no giraba. Al ver que nada funcionaba se ganó en un rincón, lo más alejado posible de los espejos y ver qué sucedía “quizás se detengan” pensó. El vidrio del espejo que le regaló su hijo se puso negro y el espejo de su marido también y sus nombres empezaron a brillar por unos segundos (María no se había dado cuenta de aquellas palabras escritas hasta ese momento) con un intenso color rojo, el suyo tenía escrito "El espejo que te une con los que más quieres" y el otro tenía escrito... , se detuvo en seco, no pudo preocuparse más por las letras, su corazón palpitaba a mil, no podía con todo lo que le estaba sucediendo. Sin embargo, después de eso, los espejos dejaron de moverse y todo quedó en total silencio. María no sabía si acercarse o no.
Se levantó muy lentamente en caso de que tuviera que volver a su rincón. Empezó a caminar directo a la puerta, pero al llegar se dio cuenta que la puerta seguía sin abrirse. Se sentía tan exasperada. Luego miró de nuevo en dirección a los espejos que habían cambiado por completo. Sin embargo, por alguna extraña razón se acercó a ellos. Se paró en frente. María pudo jurar que ya no tenían vidrio. Se podía pasar a través de ellos. Sin embargo, solo te llevarían a la ¿oscuridad?, todo se veía muy oscuro. Qué raro. Sin embargo, sintió que alguien la empujó desde atrás y se asustó. Intento mirar, pero no podía, no podía mover su cuerpo. Y aquella persona no paraba de guiarla directo a los espejos. Los espejos se habian juntado y aquella cosa la llevaba directo al medio de ambos, iba chocar con los bordes de ambos espejos (que ahora se encontraban pegados uno al lado del otro). Cuando llegó, se dio cuenta que el marco en realidad era traslúcido, el color de ellos empezaba a desaparecer de a poco, pero no tuvo mucho tiempo para sorprenderse por qué aquella cosa la empujó con fuerza y María cayó dentro de ambos espejos, sin chocar con nada y desapareciendo en el acto.
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infierno, torturas y asesinatos, sangre y escenas un tanto fuertes
Editado: 18.09.2024