Charlie, corrió hacía la habitación de su hermana, pero no la encontró. “De seguro entró”, pensó. Aún así, no había tiempo que perder. Agarró el espejo y se lo llevó a su habitación. Al ubicarlo frente su espejo, pudo ver mariposas gigantes que hasta parecían que lo estaban viendo y, al parecer, querían salir del espejo. Pasaban tan cerca que creyó sentir el fuerte y estruendoso viento que provocaron las alas de una de ellas de un intenso color morado. Todas pasaron mirándolo de reojo. Era increíble.
Él tenía en cuenta que Emilia no podía entrar sin decir la frase de su espejo. “Quizas, solo quizás...” se dijo esperanzado. Y puso su idea en marcha, aunque con mucho miedo de que fallara, de todas formas siguió. Se le había ocurrido cambiar de espejo, al espejo del infierno.
Pensaba que nada lo sorprendería a ésas alturas, sin embargo, quedó anonadado cuando el espejo le mostró a su hermana, que podía verla claramente, escondida debajo de unas grandes hojas. Se veía asustada. Charlie debía entrar y sacarla, pero no había manera. “¿Emilia se habría quedado más de tres horas?”, de solo pensarlo le dió un escalofrio. Su rostro se puso pálido, él no quería estar en lo correcto, por primera vez. No obstante, no entendía por qué un espejo le mostraba a su hermana y el otro no. ¿Cuál era la diferencia? De todos modos, se vio en la obligación de cambiar sus planes e iría por Emilia primero y luego por sus padres. No sin antes dejarle una nota a su tía Helena, dónde le escribió: « Tía Helena, soy Charl; salí de paseo con mis amigos y me traje conmigo a Emilia para que no quedara sola en casa», con unas letras difíciles de entender; escribía como Doctor.
Después de terminar de escribir la nota, Charlie volvió a entrar en su espejo. Iría a ver a su confiable amigo.
Jack, no demostró ningún signo de felicidad al verlo de nuevo, porque a penas lo vio entrar junto con el espejo del infierno, por poco y se desmaya. El de su hermana lo dejó en su habitación para que Emilia llegara, directamente, a casa.
—¡¿Qué?! ¿Qué es lo que traes? —preguntó sobresaltado y tartamudeando mientras se acercaba lentamente a leer el nombre y, cuando terminó de verlo por completo, su rostro se arrugó del puro pánico.
—Jack, necesito qué me hagas un grandísimo favor. ¿Puedes guardarme el espejo, por unas horas? Si no te sientes bien al verlo, ¿Podrías ocultarlo entre todos los que tienes? Me urge, debo ir por mi hermana. Entró en el espejo de las mariposas y necesito ir a buscarla —Jack, no tenía ganas de quedarse con ese objeto ni por un minuto, pero terminó aceptando—. Gracias, prometo volver lo más rápido posible —al verlo tan preocupado, él sentía qué era lo mínimo que podía hacer por Charlie, pero no sin antes decirle:
—Charlie, detente —lo detuvo—. Si logras llegar al lugar exacto dónde está tú hermana..., eso significará que ella está condenada —Charlie lo había pensado un millón de veces. Pero estaba intentado creer que no, que no estaba condenada, que aún le quedaban minutos para salir, sin embargo, tenía miedo. Aún así, sentenció:
—Tengo que arriesgarme; es de mi hermana de quién estamos hablando. Si está condenada, buscaré una forma de sacarla —le contestó decidido. Jack se dio cuenta que solo podía desearle suerte.
Charlie, se preparó mentalmente para su desconocida y nueva aventura que era: regresar con ella, si o si.
Una vez listo, comenzó a repetir el nombre completo de su hermana tres veces, imaginando su rostro. Apenas puso el primer pie al otro lado del espejo; sintió un viento muy fuerte y caliente. Él era cobarde, demasiado.
—¿Cómo lograré lo qué he prometido, si hasta me tiemblan las manos y las piernas? —.le dio vueltas y vueltas al asunto. Llegó a la inesperada decisión de que si escaciaba de valor, tendría que crearlo.
A la cuenta de tres pasaria. Al terminar y entrar a ese lugar, sintió un calor abrumador “¿ Me voy a derretir? ¿Por qué este lugar parece un horno?”, se preguntó, mientras se quitaba el sudor de su cara con las manos que también tenía sudorosas. No podría limpiarse, nunca.
Miró a su alrededor para encontrar a su hermana y para su desgracia, en unos segundos la vio, porque estaba sentado al frente de ella.
Tal y cómo había dicho Jack y cómo sospechaba él; Emilia estaba condenada. Repentinamente, le dieron ganas de llorar al tener que admitir que estaba en lo correcto. Pero se lo aguantó, debía aparentar serenidad para que Emilia no se asustara o entrara en pánico.
—Emili, no puede ser, ¡¿Por qué no me hiciste caso?! ¡Ahora estás condenada! —le gritó angustiado.
Emilia, se dio cuenta, fácilmente del miedo y el pánico que estaba apoderándose de su hermano. Sin embargo, estaba sorprendida de verlo llegar dentro de su espejo (cómo si fuera puerta). Pero, toda la sorpresa se esfumó al escucharlo decir eso. Hizo que un escalofrío le recorriera la espalda y que su corazón se acelerará.
Empezó a sudar en frío, lo cuál era imposible porque hacia un calor infernal en todo el lugar.
No podía ser; ella había intentado salir apenas vio esas mariposas gigantes, pero se había alejado mucho de su espejo.
—¿Charlie, entonces…seré castigada? —Charlie miró las mariposas y no le vio lo peligroso. Quizás su castigo consistiría solo en quedarse ahí para siempre,aunque sonaba demasiado bueno para ser verdad. Seguramente su hermana se encontraba intacta porque durante tres horas y durante el día, no podían hacerle nada, el espejo no podía hacerle nada.
Charlie no sabía por qué, pero se imaginaba a Emilia montándolas, pero ella se había asustado. No pido evitar pensar que sin Emilia, habría perdido toda su familia. Él no podía vivir sin ella. No sé podía imaginar una vida, un futuro sin ella. Quería llorar y al mismo tiempo no podía hacerlo, no quería asustarla. El solo hecho de pensar que Emilia no podría salir era mucho y axficciante.
Para dejar esos trágicos pensamientos se puso a evaluar el lugar con más detalle. El lugar se veía demasiado tranquilo, así que, se pudo imaginar cómo podría ser castigada.
#428 en Terror
#2167 en Thriller
infierno, torturas y asesinatos, sangre y escenas un tanto fuertes
Editado: 18.09.2024