-¿Quieren ir a las albercas después de comer? -preguntó mi papá.
-Yo si -le respondí con una sonrisa
—Sí, vamos —dijo mamá con entusiasmo.
Cuando terminamos de comer lo primero que hicimos fue subir a nuestra habitación y cambiarnos a trajes de baño.
Bajamos al lobby y después nos dirigimos a las albercas
Estuvimos ahí toda la tarde, pasándola muy bonito, hablando de trivialidades y obviamente nadando.
Aproximadamente a las 8 de la noche, después de cenar en el restaurante del hotel, subimos a nuestra habitación para descansar.
Salimos del elevador y entramos al pasillo que daba a las habitaciones.
Cuando papá estaba abriendo la puerta de la habitación, se escucho la puerta de al lado abrirse.
Volteamos a ver al lugar de donde provenía el ruido y vi salir al chico rubio con el que había chocado ayer en la mañana.
Se me quedó viendo por unos segundos, cosa que me puso muy nerviosa.
Sus hermosos ojos se posaron en mi cuerpo y me recorrió un escalofrio.
Entonces me volvió a mirar a los ojos manteniendo una cara totalmente seria y sólo le sonreí.
El volteó los ojos y se dirigio al elevador
Tonto.
Él entró al elevador y yo entré a mi habitación y sin más no nos volvimos a ver.
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Al día siguiente fuimos a desayunar al restaurante del hotel (si, teníamos miedo de perdernos por que la ciudad es muy grande y no nos ubicamos y por eso no hemos salido del hotel)
Cuando ibamos entrando para justamente sentarnos en una de las mesas de atrás, vi al chico rubio de ayer y de antier sentado al lado de una chica hermosa, rubia y de ojos azules que se parecía mucho a él.
Supongo que es su hermana.
También estaba con una señora y un señor rubios, como de la edad de mis papás, con ojos azules muy bonitos.
Cuando el chico me miró, solo volteé al frente y seguí a mis papás hasta la mesa en dónde nos acomodamos, ignorandolo por completo.
-Se que no conocemos la ciudad y que probablemente nos perdamos, pero no importa, ¿quieren ir a ver algunos estableciemientos para que se vayan dando una idea de en dónde y como quieren poner su despacho? -dijo papá justo cuando terminamos de comer.
-Yo si quiero ir, además, no podemos estar encerrados en el hotel todas nuestras vacaciones, literalmente venimos a conocer la ciudad -dije.
-Si, yo también quiero conocer un poco más aquí -dijo Matías.
Entonces nos salimos del hotel y fuimos a recorrer toda la ciudad.
Es muy grande y muy bonita, pasamos por el gran puente y vi el agua en la parte de abajo, se veía tan apacible y se movía suavemente creando pequeñas ondas que me daban muchísima paz.
Vimos algunos locales y tomamos de inspiración algunos despachos, pude notar que hay bastante competencia en esta área, pero aún así, los despachos se veían bastante elegenates y sofisticados, por lo que entendí que es una prfesión bien pagada en esta ciudad.
Así que entendía el por qué nuestros papás estaban tan empeñados en que ejercieramos aquí.
En la tarde decidimos regresar al hotel para comer y posteriormente bajar a la playa. Agradezco demasiado que no nos perdimos en la ciudad.