Narra Elías
Mati y Tomi no dejaban de hablar del chico nuevo, diciendo que parecía copado y que podíamos hablarle. Yo pensaba lo mismo que ellos, se veía copado, pero Vicente, Juan Manuel y Mili no lo soltaban. No me caían mal, pero no hablábamos mucho y parecía que les caíamos mal o algo así. Lo miré desde mi lugar, hablaba con Vicente, sonreía mucho todo el tiempo, parecía que estaba contento siempre. Me miró de la nada y me saludó con la mano, me dio vergüenza que se diera cuenta que lo miraba, pero le sonreí también y lo saludé. Cuando sonó el timbre, Tomi, Mati y yo agarramos nuestras golosinas y salimos con la seño al patio con todos los demás. Los tres nos sentamos en el banco en el que nos sentábamos siempre antes de formar. Abrí el paquete de papas fritas que me había dado mamá. Mis amigos hablaban de un juego, pero no sabía de cuál, no les había prestado atención.
—Hola, chicos.
Dijo de repente el chico nuevo sentándose al lado mío, los tres lo miramos y nos miramos entre nosotros.
—¿Me puedo quedar acá?
—¿Te echaron del grupito? —preguntó Tomi.
—No. —Sonrió—. Pasa que me aburrí un poco de estar con ellos y quiero conocer a todos. Ya saben que me llamo Tehuel, ¿no?
Asentí.
—Yo soy Elías. Ellos son Tomás y Matías —dije señalando a mis amigos.
Tehuel sonrió saludándonos con la mano. Enseguida empezó a hablar con nosotros como si nos conociéramos desde chicos, como con mis amigos. Tehuel era bastante alegre, siempre estaba sonriendo, habláramos de lo que habláramos. Nos contó sobre su hermanita y que se había mudado hacía poco. Después respondió las preguntas de Tomi y de Mati. Yo me quedé callado, me daba un poco de vergüenza hablar con él, no sabía qué preguntarle o qué decirle.
—¿Y vos? No hablás mucho, ¿no? —Me miró con una sonrisa cuando mis amigos se quedaron callados.
—Es un poco tímido —dijo Tomi.
—Creo que todo lo que quería preguntarte ya te lo preguntaron ellos.
—Entonces, ¿te puedo preguntar yo?
Asentí, pero sonó el timbre antes que pudiera decirme algo, los cuatro nos levantamos, él se fue con Vicente, Milagros y Juan Manuel y nosotros entramos juntos. Me había quedado con ganas de hablar con él. Mientras íbamos al aula, pensé sin darme cuenta en cosas para preguntarle a Tehuel. Me senté en mi lugar con Tomi y saqué la hoja en la que había estado dibujando, tenía un par de dibujos tachados y uno al que solamente le hacía sombra.
—¡Fua! Dibujás muy bien, Eli.
Levanté la cabeza, Tehuel estaba repartiendo nuestros cuadernos.
—¿Ya sabés de quién es cada cuaderno?
—Me aprendí los nombres de todos ya. —Sonrió—. Dibujás muy bien.
—Gracias. —También sonreí—. ¿Cómo te aprendiste tan rápido los nombres? Recién llegaste hoy.
—No sé, siempre puedo. —Levantó los hombros—.Tengo buena memoria con los nombres. Tomá, tengo que seguir repartiendo.
Me dio mi cuaderno y buscó el de Tomi para dárselo también. Después pasó por los bancos de los demás. Era del tipo de chico que se llevaba bien con todos. Antes solamente estaba Marcos, el chico de quinto A, que se llevaba bien con todos de todos los grados. Seguramente iban a hablar en algún recreo, Marcos era muy chusma, seguro que se le iba a acercar cuando lo viera en el patio. Volví a concentrarme en el dibujo, era un personaje del videojuego que jugábamos en la casa de Tomi. No pude seguirlo mucho tiempo, la seño nos llenó los pizarrones de tarea. Era de lengua, no podía memorizarme las conjugaciones de los verbos, me parecía demasiado difícil. Tomi puso el libro en el medio del banco y empezamos a hacer el cuadro. Ninguno de los dos entendíamos muy bien qué estábamos haciendo, pero si terminábamos rápido, no nos iba a quedar tarea.
—¿Entienden algo? —preguntó Mati dándose vuelta—. Yo no sé qué hay que hacer.
—Nunca sabés qué hay que hacer —dije haciendo que Tomi se riera.
—Ahora entiendo menos. ¿Ustedes cómo están haciendo la segunda?
—Estamos recién por el cuadro —dijo Tomi—. ¿Cómo hiciste el cuadro?
—Ni lo copié. No tengo regla.
Agarré la mía y se la di, sabía que no le gustaba hacer cuadros, siempre le quedaban torcidos. No entendía cómo le podía quedar torcido con una regla, pero siempre le pasaba. A Tomi y a mí nos causaba gracia. Le di un codazo a Tomi y me puse sobre la mesa para mirar cómo hacía el cuadro, él hizo lo mismo del otro lado de la mesa. Las primeras líneas no le salieron mal, pero sí la que cerraba el cuadro en la parte de abajo. Nos empezamos a reír molestándolo. Hizo un ruido con la boca y nos miró enojado, pero no nos dijo nada, nunca se enojaba con nosotros, nos conocíamos desde jardín, sabía cómo éramos. Lo molestamos un rato hasta que la seño nos retó para que hiciéramos la tarea también. Me acomodé en mi lugar, pero Tomi no, siguió molestándolo, dándole golpecitos en el brazo para que las líneas le salieran mal. Mati se empezó a quejar, la seño volvió a retar a Tomi, que se sentó rápido. Lo miré con una sonrisa burlona, me dio un empujoncito. Decidimos ponernos a hacer la tarea entre los tres, Tomi era el que mejores notas tenía de nosotros, así que seguro que lo hacíamos rápido si nos ayudaba.
Cuando sonó el timbre del segundo recreo, no habíamos llegado a hacer ni la mitad de la tarea, odiaba tener que terminarlo en casa, pero después del recreo teníamos que cambiar de aula para las otras materias. Guardamos nuestras cosas y salimos. Tehuel se nos acercó en el recreo, estaba con las amigas de Mili. Estaban jugando con cartas sentados en el piso, él era el único varón con ellas. Sabía que nada más dejaban a Juan Manuel y a Vicente jugar con ellas porque eran amigos de Mili, a los demás nos echaban.
—Mirá, Eli.
Tomi me dio un codazo, lo miré y después miré a donde apuntaba, era a Tamara de la mano con un chico que no sabía quién era. Estaban sentados juntos en un banco. Había unos compañeros suyos cubriéndolos un poco para que las maestras no los vieran, aunque nosotros tampoco los podíamos ver bien cuando no se movían.