Chicle sabor frutilla

Capítulo 4

Narra Tehuel

—¿Cómo te fue, mi amor?

Me preguntó mi mamá cuando nos sentamos Nati y yo a tomar la leche. Le conté como pude cómo me había ido, Nati no dejaba de hablar encima de mí, contándole sobre el último recreo, cuando nos vimos. Mi mamá trataba de hacerla callar, pero no le importaba, normalmente estaba acostumbrada a que todos le prestaran atención siempre por ser la más chiquita. Después de un rato, mi tía llegó y se la llevó, así mí mamá podía ayudarme con la tarea y podía contarle lo que no había podido antes.

—Te llevás bien con tus compañeros, ¿no?

—Sí. Estuve con dos grupos de chicos hoy. Hay un chico que dibuja re bien.

—¿Sí? —La miré asintiendo, ella sonrió—. Bueno, vamos a terminar esto antes que tu tía se canse de jugar con Nati.

Asentí, me ayudó a terminar mi tarea y después me fui a mi cuarto, Nati y mi tía estaban ahí jugando con muñecas. Mi hermanita me pidió varias veces que jugara también, pero negué con la cabeza y me acosté con el celular en la mano. Tenía varios mensajes de mis amigos del otro colegio. Sobre todo de Lourdes, mi mejor amiga. Me mandó varios mensajes contándome cómo iban las cosas allá y diciéndome que me extrañaba. Me puse boca arriba y le hice una videollamada. Tardó un poco para contestar.

—¡Tehuel! Te extrañé, ¿por qué no me contestaste los mensajes?

—Porque estaba haciendo la tarea, Lu.

—¿Cómo te fue? ¿Cómo es el colegio? ¿Estás muy lejos?

—Me fue bien. Los chicos son copados. Y no, mi mamá dijo que no estamos muy lejos, que podemos vernos si tu mamá te deja.

—¡Sí! Quiero verte, nunca estuvimos mucho tiempo separados. Hoy no fuiste y ya te extrañaba.

—Podemos hablar igual, Lu, no tenemos que vernos todos los días.

—Te vas a olvidar de mí.

—Que no. ¿Pasó algo interesante allá?

—Anto preguntó por vos, todo el día. Es una pesada.

—¿Por qué?

Mi hermanita se rio fuerte, me giré a mirarla, mi tía le estaba haciendo cosquillas. Volví a mirar a Lourdes. Ella no dijo nada, pero me escribió un mensaje.

—"Porque le gustás".

—No puede ser.

—Es verdad, te lo juro. Así que, estuvo todo el día molestándome con vos. Después, fue todo normal. ¿Ya hiciste amigos?

—Sí, ya sabés que me gusta conocer a todos en el aula.

—Y en el colegio.

Nos reímos. Después le conté por un rato cómo era la escuela y sobre Matías, Tomás y Elías, eran los que mejor me habían caído. Hablamos más o menos una hora, después a ella la llamaron y tuvimos que cortar. Aproveché para meterme a bañar. Salí un rato después y fui con mi tía, estaba corrigiendo mientras mi mamá miraba la tele con Nati. Me senté en la mesa y miré las pruebas que ya estaban corregidas.

—Hola, petizo. —Sentí que pasaban la mano por mi pelo—. Hola, ma.

Me giré, era Ana, había vuelto de la casa de su papá. Fue a saludar a mi mamá y a Nati y después se fue a su cuarto para dejar sus cosas. Me levanté y fui con ella, siempre nos habíamos llevado bien. Tenía la puerta del cuarto abierta, así que entré sin tocar. Ella, que estaba sacando algunas cosas de su mochila, me miró, sonrió y se sentó en la cama haciéndome señas para que me sentara al lado suyo. Me senté con ella, conectó los auriculares, me dio uno y se puso el otro. Puso YouTube y buscó algún video divertido. Nos quedamos ahí sentados hasta la hora de cenar, que vino Nati a buscarnos, aunque se terminó sentando con nosotros como la curiosa que era. Siempre quería saber qué miraba, más cuando estaba con nuestra prima, que era mucho más grande que nosotros. Mi tía terminó yendo a buscarnos para que nos sentáramos a cenar. Me senté al lado de Ana, ella dejó el celular al lado del plato con la pantalla para abajo, hacía lo mismo en navidad cuando íbamos todos a la casa de mi abuela. Cuando mi tía se distraía hablando con mi mamá, ella lo daba vuelta y miraba sus mensajes, siempre tenía un montón, pero no contestaba a todos. Me guiñó un ojo cuando se dio cuenta que la estaba mirando mientras mandaba mensajes. Ni mi tía ni mi mamá nos dejaban tener los celulares en la mesa mientras comíamos, pero ella sabía cómo hacer para que no se dieran cuenta que lo tenía. Miré a mi mamá y a mi tía, seguían hablando, cuidaban de vez en cuando a Nati para que comiera. Siempre terminaba jugando con su comida, después se le enfriaba y ya no la quería. Cuando terminamos de cenar, al menos Ana y yo, fuimos al cuarto de mi prima y nos pusimos a ver videos de nuevo.

—¿Qué tal el cole nuevo?

—Bien. Mis compañeros son copados.

—¿Te gusta el cole? Yo lo odiaba cuando iba ahí.

—Pero porque tu mamá enseña ahí.

—Sí, no me lo recuerdes. No podía hacer nada porque me retaba allá y después en casa. —Sonrió—. Igual, extraño a algunos de mis compañeros, hace mucho...

Apareció un mensaje en su celular, sacó el video que estábamos viendo y entró en WhatsApp. Era un chico, parecía que le gustaba Ana, o que se gustaban. Después de un rato, me aburrí, así que me fui a mi cuarto, Nati estaba ahí jugando con sus muñecas. Me tiré en la cama y miré mi celular, tenía un par de jueguitos descargados, pero no tenía ganas de abrirlos. Me acomodé en la cama y busqué algún video para ver.

***

Me desperté cuando mi mamá entró a mi cuarto llamando a Nati. Busqué mi celular, me acordaba que lo tenía en la mano cuando me acosté. Miré la mesita de luz que separaba mi lado del cuarto con el suyo. Mi mamá se dio vuelta, me miró y sonrió. Dijo algo, pero no le presté atención, seguía con sueño. Acomodé la cabeza en la almohada y traté de seguir durmiendo, pero alguien prendió la luz. Apreté los ojos, quería seguir durmiendo, estaba cansado.

—Pachu, hijo, dale, tu hermana ya está levantada.

—Tengo sueño...

—Ya sé, amor, pero tenés que ir al colegio. Dale, arriba.

Me destapó, me agarró de los brazos e hizo que me sentara en la cama. No abrí los ojos, ella se rio, me dio un beso en la frente y se fue a seguir preparando a mi hermana o a terminar de hacer el desayuno. Abrí los ojos un segundo y los volví a cerrar, la luz me molestaba, no podía ver nada. Los abrí y cerré varias veces hasta que me acostumbré. Me levanté, busqué mi ropa y me preparé, después fui al comedor, Ana se peleaba con mi tía porque la pollera que tenía puesta era muy corta para el colegio. Me senté al lado de mi prima, ni siquiera me miró, tomó un sorbo de café y se levantó para ir a su cuarto de nuevo.




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