Chicle sabor frutilla

Capítulo 5

Narra Elías

Miré a Tehuel en el recreo, estaba sentado con Juanma, Vicente y Mili, parecía que estaba entretenido con ellos, se reía mucho. Seguramente se aburría con nosotros, por eso no se había acercado desde que Mili se lo llevó cuando entramos. Por ahí éramos un poco aburridos, nosotros teníamos chistes que ya conocíamos desde siempre, ni siquiera teníamos que decirlos para empezar a reírnos. Miré a mis amigos, hablaban del juego que se había comprado Mati. Bueno, en realidad se lo habían comprado a su hermano, pero Mati se lo sacaba para que pudiéramos jugar nosotros. De repente, Tehuel me miró, sonrió y me saludó con la mano como si no nos hubiéramos saludado antes. Lo saludé también sonriéndole. Pensé que me gustaría pasar un poco más de tiempo con él, pero parecía que Mili no quería soltarlo y sus amigos aprovechaban eso. Las otras chicas también aprovechaban que ella se lo llevaba de un lado a otro, parecía que a todas les gustaba. Era simpático, era casi imposible que le cayera mal a alguien y, seguro, era copado con las chicas también. Vi que Mili le decía algo al oído y después me miraba riéndose, Tehuel sonrió, pero no parecía que se burlara de mí, al menos él, Mili siempre se burlaba de nosotros diciendo que éramos raros por juntarnos nada más entre nosotros y no con el resto del aula.

—¿Te gusta Mili ahora? Es fea —dijo Mati.

—Y pesada. Pero no la estoy mirando a ella.

—¿Entonces?

—A Tehuel. Se junta mucho con ellos.

—Tehuel se junta con todos, Eli.

—Ya sé...

—No mientas, Eli, estás mirando a Mili. ¿No sabés que la mitad del grado gusta de ella? —se metió Tomi.

—¿A vos también?

Lo miré sonriendo, la cara se le puso roja y miró para otro lado. Mati y yo nos empezamos a reír. No sabíamos que seguía gustándole, nos había dicho que le gustaba cuando estábamos en segundo grado, pero no lo había vuelto a decir o nos decía que no le gustaba más.

—No sabía que todavía te gustaba, Tomi.

Me burlé, Mati se rio recibiendo un empujoncito de Tomi. Me seguí riendo, ahora era su turno de pasarla mal. Nos burlamos de él por un rato, después nos pusimos a hablar del chico nuevo. Tehuel nos caía bien a todos, no era creído y era fácil llevarse bien con él. Lo miré de nuevo, ahora pateaban una botella como si fuera una pelota con Juanma y Vicente, ellos dos siempre hacían lo mismo los días que teníamos educación física, empezaban a jugar antes de la hora que teníamos después del recreo. Cuando el timbre sonó, nos juntamos con ellos para esperar al profesor, Tehuel pateó la botella para hacerme un pase, pero negué con la cabeza, no me gustaba jugar al fútbol, me gustaba más el vóley o el handball, él me sonrió.

—Dejalo, Tehuel, ¿no ves que es un marica que no juega al fútbol?

—¡Vicente! —dijo el profe haciendo que lo miráramos—. ¿Qué son esas formas de hablar a tus compañeros? Que a Elías no le guste el fútbol no lo vuelve más o menos algo.

Miré a mis amigos, intentaban no reírse, sabíamos lo que iba a decir el profe y no querían que los castigaran a ellos después.

—Hoy te vas a quedar al lado mío como mi secretario, no vas a jugar a la pelota hoy.

—¡No, profe! ¿Por qué?

—Porque las acciones tienen consecuencias.

Después de eso, nos mandó a trotar. Tehuel aprovechó para pegarse a nosotros en la entrada en calor. Siempre hacíamos ejercicios de a dos, a uno de nosotros nos tocaba con algún otro compañero. En los abdominales, Mati y Tomi se quedaron juntos mientras Tehuel me ayudaba a mí.

—Siempre corrés de Juanma y los chicos cuando podés.

—Es que no me gusta que hablen mal de los demás.

—Seguro que dicen que somos unos raritos. —Tehuel asintió—. Siempre nos lo dicen.

—Yo no creo que sean raros. Ustedes son los que mejor me caen.

Paré de hacer los abdominales y sonreí mirándolo, él me sonrió también. Me alegraba que le cayéramos mejor que ellos tres, normalmente era al revés, Vicente, Juanma y Mili se juntaban con todos los nuevos, se hacían sus amigos y les hablaban mal de nosotros o de cualquiera que les cayera mal. No eran muy buenos compañeros, pero la mayoría del grado los defendían como si lo fueran. Quería que Tehuel se quedara con nuestro grupo, pero sabía que no se iba a negar a estar con los demás del grado, así que me quedé callado y seguí haciendo abdominales hasta que el profe nos hizo cambiar.

—Tehuel, ¿tenés chicle en la boca? Tiralo ya.

Lo miré, él sonrió, se levantó y fue a tirar el chicle. No me había dado cuenta que lo tenía, sabía esconderlo, al menos por un rato, las otras seños no se habían dado cuenta que lo tenía. Esperé a que volviera. Cuando volvió, se sentó en el piso como estaba antes, pero el profesor nos mandó a descansar mientras ponía conos para marcar una cancha. Estaba seguro que hoy íbamos a jugar al handball, no había puesto la red y la pelota que íbamos a usar eran más chicas. Eligió a dos chicas y a mí para que fuéramos los capitanes de los equipos. Elegí a Tehuel antes que a mis amigos, como era el nuevo y a las chicas parecía gustarle, tenía que elegirlo para saber cómo jugaba. A los siguientes que elegí fueron a Tomi y a Mati, como siempre. Empezamos a jugar después de elegir a todos. Mi equipo era el primero y jugábamos contra el de Victoria. No me sorprendió ver a Tehuel jugar bien, parecía que todo lo que hacía le salía bien. Las chicas que estaban esperando su turno nos alentaban a nosotros por primera vez, cada vez que estaba en un equipo, fuera el capitán o no, siempre apoyaban a los otros, a menos que estuviera en el equipo de Juanma, que no pasaba siempre. En realidad me ponía con él si no quedaba otra opción.

Después de la primera hora, y de jugar algunos partidos, el profe nos dividió en grupos de nenas y varones. Como siempre, mis compañeros eligieron jugar a la pelota. Me aburría, pero si iba con las chicas, me iban a seguir molestando. Tampoco me podía sentar, el profe quería que jugáramos a algo en cualquiera de los dos grupos.




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