Chicle sabor frutilla

Capítulo 13

Narra Elías

Vi de lejos a Tehuel cuando llegó al colegio, pero parecía que no me había visto, no se acercó como siempre, simplemente se quedó ahí parado con su mamá, tenía a su hermanita agarrada de la mano. Decidí ir yo con él hoy, miré a mamá, la saludé y fui con Tehuel, que me sonrió cuando me vio. Nos saludamos y nos paramos contra la reja que había en la vereda donde empezaba la calle. Estábamos callados como si no nos conociéramos. No quería que esto fuera así ahora. Había sido raro lo del beso, pero no nos habíamos peleado, no teníamos que estar así. Su hermanita jugaba con su mano, después agarró la mía y empezó a tirarse para atrás mientras la sosteníamos. Sonreí porque mi hermana también jugaba así a veces.

—Le caés bien.

Dijo al fin, me miró con una sonrisita, también sonreí contento que no estuviera enojado, que por fin me hablara. La puerta se abrió, Natalia nos soltó a los dos y fue corriendo con su mamá, parecía que no tenía ganas de entrar. Tehuel se despidió de ellas y entró conmigo. Nos sentamos en el banco de siempre, poniendo nuestras mochilas a los costados para esperar a los chicos y que Juanma, Vicente o Mili vinieran a sentarse. Él sabía que me molestaba tenerlos cerca, por suerte, no le molestaba tener que dejar de hablarles un poco. Cuando los chicos llegaron, se sentaron uno en cada borde, Tehuel y yo quedamos en el medio, apretados. Me di cuenta que había empezado a mover la pierna cuando Tehuel puso la mano en mi rodilla. La miré, después lo miré, me sonrió. Me di cuenta que estábamos muy cerca y que, cuando estábamos así, no sabía sonreír. No sabía si lo había hecho o no, pero él volvió a mirar a Tomás, que estaba al lado suyo. Volví a mirar su mano. Él hacía estas cosas como si fueran normales con amigos, pero para mí no era así, mis amigos nunca hacían estas cosas. Sacó su mano despacio, como si fuera una caricia, parecía que no se daba cuenta de lo que hacía, seguía hablando con Tomi. Decidí tratar de pensar en otra cosa, distraerme un poco. Pensé en sumarme a hablar con ellos, pero Tehuel estaba pegado a mí y no podía pensar en nada más. Me sentía raro, pero no era incómodo estar cerca, ni que hiciera esas cosas, solamente me daba vergüenza. Cuando se hizo la hora, la seño nos llamó para formar. Los cuatro nos levantamos y nos pusimos uno atrás del otro, mientras uno de los de séptimo tocaba la campana para que sus compañeros se pusieran de cada lado del mástil.

Después de subir la bandera y desayunar, fuimos al aula. No tuve que hablar con Tomi y Mati para pedirles que Tehuel se sentara conmigo hoy, ya se había hecho costumbre. Nos sentamos como la primera vez, sabía que él era zurdo y que en algún momento íbamos a chocar nuestras manos, pero quería hacerlo. Miré su mano, la mía y después mi cuaderno. Ellos seguían hablando, pero yo no podía pensar mucho en lo que conversaban, solamente podía pensar en Tehuel. Era raro que siempre pensara en él, lo mismo me pasó cuando me había empezado a gustar Tamara. ¿Me estaba empezando a gustar Tehuel? Nunca me había gustado un chico... o alguien que no fuera Tamara. De repente, lo que había pensado, pasó, su mano había tocado la mía, pero cuando lo miré, tenía la mano abierta con la palma para arriba, tenía un chicle de los que comía siempre. Sonreí antes de agarrarlo y guardarlo en el bolsillo. Saqué una de las esquinitas del papel que tenía para dibujar y le escribí un "gracias".

No estuve muy concentrado en la clase, menos cuando Tehuel tocaba mi mano a cada rato mientras escribíamos. No me molestaba, pero me distraía, me hacía pensar en él a cada rato. No sabía si se daba cuenta de lo que me pasaba, pero esperaba que no, no quería que se diera cuenta de lo que pensaba. Podía terminar tratándome como me trataban Juanma y Vicente. No me gustaría que terminara así. Saqué la hoja donde dibujaba y seguí con lo que había empezado el viernes. Había empezado a dibujar un Transformers, pero no había terminado, no sabía sí lo estaba haciendo bien, cuando dibujaba de memoria, nunca salía bien.

—Me gusta —dijo bajito Tehuel—. Dibujás muy bien.

—Gracias.

—¿Me lo regalás cuando termines?

—Está lleno de otros dibujos y estupideces que escribí.

—No importa, no me molesta.

—Bueno... Si lo querés te lo doy.

Me sonrió, se acomodó y me miró dibujar hasta que sonó el timbre del recreo. Apenas se levantó, Mili se lo llevó con las chicas, Juanma y Vicente, los miré mientras salían del aula. Mis amigos me hicieron levantarme y salir también, no nos dejaban quedarnos en el aula en el recreo. Caminamos atrás del grupito que se llevaban a Tehuel, no pude dejar de mirarlo, sonreía y se reía mucho, como hacía siempre con todos. Era verdad que no le gustaba llevarse mal con nadie en el grado.

—¿Estás bien, Eli? —preguntó Tomi—. Estás serio.

—Estoy pensando, nada más.

Le sonreí antes de girarme a Mati y tratar de hablar de algo, de lo que fuera, de lo que me sirviera para poder distraerme. Fuimos al costado del escenario y nos sentamos en las escaleras. Tomi al lado mío y Mati un escalón abajo. Hablamos un rato, había dejado de pensar tanto en Tehuel, en todo lo que me estaba pasando con él. Mis amigos empezaron a molestarme de nuevo con Tamara, era obvio que no sabían que no me gustaba más ella, o no me habían querido escuchar, pero en vez de hacerme enojar, no podía dejar de reírme de ellos.

—¿Cuándo te le vas a declarar?

—Nunca, Tomi. No tengo ganas de que me mire con asco.

—No creo que te mire con asco —dijo Mati—. No creo que te diga que sí, pero no creo que le des asco.

—Es una chica linda, no creo que le guste que alguien como yo se le declare. Además, no quiero que todo el mundo se entere que ella me gusta, sabés que es amiga de Mili y ella no sabe guardar un secreto.

—Bueno, es verdad. Seguro que Tamara se lo cuenta y mañana mismo todo el colegio se burla de vos.

Asentí.

—Mejor no le digo nada.




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