Narra Elías
Cuando salimos del comedor, Tehuel me llevó hasta el pasillo donde se había besado con Romina. Seguía sintiéndome un poco raro después de verlo, no me molestaba, pero me hacía sentir un poco incómodo. Me paré con la espalda contra la pared y lo miré esperando que me dijera lo que quería decirme.
—¿Te gusta Romina?
—¿Eh? No, ¿por?
—No sé, después de vernos juntos te pusiste un poco raro. También antes, cada vez te ibas más al borde del banco.
Me dio un poco de vergüenza decirle que me sentía raro cuando rozábamos nuestras manos, me quedé mirándolo sin saber qué decirle, no se me venía nada a la cabeza para mentirle. Entonces, me acordé que habíamos hablado de Juanma y Vicente.
—Es que no quería que Juanma, Vicente y Mili nos vieran tan pegados. No quiero que te molesten también.
—Eli, ya te dije que no me molesta. Somos amigos y me gusta más estar con vos que con ellos.
Nos quedamos callados, nos miramos como si ya se hubiera arreglado todo. Él empezó a darme golpecitos en la punta de mi zapatilla con la suya, me hizo sonreír.
—¿Te puedo preguntar algo? —dije, él asintió—. ¿Qué se siente besar a alguien?
Las palabras salieron sin darme cuenta, me miró haciendo que me diera vergüenza de nuevo. miré para otro lado.
—E-es que, escuché que la chica que me gusta se besó con otro chico y cuando te vi pensé que podía preguntarte.
—¿Quién te gusta?
En vez de arreglarla, estaba empeorando todo.
—Tamara de sexto.
—Ah. —El tono de su voz fue raro, no era como el que usaba siempre—. Bueno, no sé como explicarte. Las dos veces que besé a alguien fue porque me lo pidieron.
—¿Dos veces? Se ve que le gustás a las chicas.
Tenía celos, para lo único que se me acercaban a mí era para pedirme que le dibuje princesas o Barbies.
—Sí, no sé.
—¿Y tu novia? ¿No la besaste todavía?
—Eh... Sí, bueno... —Levantó los hombros—. ¿Guardás secretos?
—Lourdes no es tu novia, ¿no?
—No... somos mejores amigos. Pero no le digas a los chicos, si no me van a seguir molestando con Romina.
Me reí, él me miró con los cachetes un poco rojos y después se empezó a reír también.
—Romina no es tan fea para mentir así.
—Pero no me gusta y no quiero que todos piensen que sí. Menos ellos que siempre estamos juntos.
—Tranquilo, no les voy a decir nada de tu mejor amiga.
—Gracias.
Nos quedamos callados de nuevo, él se paró al lado mío contra la pared, metió la mano en el bolsillo y sacó algo que empezó a abrir, era uno de sus chicles. Se lo metió en la boca, masticó un rato e hizo un globito que reventó. Me acordé que me había dado uno cuando entramos a la mañana, hice lo mismo que él y me lo metí a la boca.
—No comés mucho chicle, ¿no?
—Mi mamá no me compra mucho porque tiene que comprar para mis hermanos y ellos son chicos todavía.
—León no es tan chico.
—Pero ella no quiere que coman chicle.
Levanté los hombros, él asintió. Nos volvimos a quedar callados hasta que sonó el timbre para volver a las aulas, lo agarré de la muñeca rápido y me lo llevé al patio, si la seño nos veía en el pasillo, nos iba a retar, se suponía que no podíamos estar ahí. Salimos desde donde normalmente salían los chicos que iban al baño para que no se dieran cuenta que no estuvimos en el patio en el recreo. La seño nos llamó a todos y volvimos a entrar buscando a Mati y Tomi.
—¿Dónde estaban?
—En el pasillo hablando.
—¿Por qué no nos llamaron?
—Porque queríamos hablar de algo secreto —dije haciendo que los dos se miraran—. No se enojen.
—No tenemos secretos, Eli.
—Pero este era un secreto de Tehuel y con él sí puedo tener secretos.
—¡Tramposos! —dijo Mati haciéndonos reír.
***
Cuando salimos, me di cuenta que la mamá de Tehuel y la mía estaban hablando, seguro que lo hacían porque tenían que buscar a nuestras hermanas antes que a nosotros. León se soltó de mi mano y fue corriendo a mamá para abrazarla y darle su mochila. Yo me quedé con Tehuel aprovechando para hablar con él de cualquier cosa que nos sirviera para distraernos hasta que ellas decidieran que podíamos volver a casa. León no tardó en empezar a molestar para volver. Nadie le prestaba atención hasta que empezó a pelear conmigo, pegándome patadas y molestando a Sofi hasta que la hizo llorar. Era un pesado desde que nuestra hermanita nació. Mamá decidió despedirse y llevarnos a casa para que León se callara de una vez. Cuando llegamos, fui a mi cuarto y dejé la mochila en la silla del escritorio. Hoy sí tenía tarea, pero quería descansar un poco antes de hacerla. Me tiré en la cama con el celular para mirar videos, aunque no presté mucha atención. Seguía sintiéndome un poco raro cuando pensaba en Tehuel besando a Romina. Ni siquiera sabía por qué lo pensaba. No tenía que importarme, no me gustaba Romina, me parecía fea. Y Tehuel era un chico, éramos amigos, no me podía gustar nunca. Pero seguía pensando en eso y me hacía sentir raro, como si sintiera celos, como si quisiera estar ahí. Podía ser porque nunca había besado a nadie y quería saber qué se sentía, quería besar a Tamara, siempre tenía los labios pintados con la misma manteca de cacao que usaba mamá y que le ponía a mi hermanita para que no le agarrara los lápices labiales. Tenía un color rojito que le quedaba bien a las chicas y más a Tamara. Quería ser Tehuel, si era verdad lo que dijo, ya había besado a más chicas que Tomi, Mati y yo juntos. Pensé que, aunque fuera para saber cómo se sentía, besaría a Romina, aunque me pareciera igual de fea que Mili. Al menos sabía que ella no le iba a decir a nadie que la había besado.
—Eli, ¿tenés hambre? —dijo mamá abriendo un poco la puerta de mi cuarto.
—Sí.
—Bueno, vení. Ya le serví la leche a tus hermanos.
—¿Puedo merendar acá? León me molesta cuando estamos juntos.
—Pero tenés que compartir con tus hermanitos, Eli.