Chicle sabor frutilla

Capírtulo 21

Narra Elías

Cuando vi que Tehuel cerró los ojos, respiré profundo y le di un pico antes de separarme completamente. Sentía que el corazón me latía muy rápido, hasta me sentía mareado. Lo miré con vergüenza, parecía que él se sentía igual que yo ahora.

—N-no dejemos de ser amigos... —dije bajito.

—No...

Nos quedamos callados de nuevo, apenas nos movíamos, solamente nos mirábamos. No tenía idea de qué decir, me temblaba todo el cuerpo. De repente, me di cuenta que había dado mi primer beso, que se lo había dado a Tehuel, que él había dicho que sí cuando se lo pedí. Sonreí todavía nervioso y con el corazón latiéndome fortísimo. Ahora también estaba contento.

—¿Estás contento? —Asentí.

—Sos mi primer beso...

—¿No te molesta que haya sido conmigo?

—No... Creo que quería que fuera con vos... —Traté de dejar de sonreír, pero no podía—. ¿A vos te molesta?

—No... —Me sonrió.

—No le digamos esto a nadie, ¿sí? No quiero que Juanma y Vicente te molesten también.

—¿No querés que lo sepa nadie?

—¿No sentís que está mal?

—No sé...

—Yo creo que a mis papás no les va a gustar saber que besé a un chico.

—Creo que a mi mamá tampoco le gustaría...

Nos sonreímos sin decirnos nada.

—Eli. —Hice una seña con la cabeza para que siguiera hablando—. ¿Puedo darte otro?

Sentí toda la cara arderme, de nuevo me latía el corazón muy rápido. Asentí acercándome de nuevo, cerró los ojos antes que lo besara. Esta vez no me separé tan rápido, me gustaba como se sentía besarnos. Cuando nos separamos, lo miré, él me sonrió, miró para abajo, después sentí que agarraba mi mano, la apreté un poco, aunque no sabía qué hacer en realidad. Seguía nervioso, no sabía qué hacer o qué decir. ¿Siempre pasaba esto cuando besabas a alguien? Todo el cuerpo me temblaba, pero me sentía feliz, no podía dejar de sonreír. Un rato después, Tehuel dijo que teníamos que ir a dormir, apagamos la linterna y nos acostamos, pero no podía dormir, no podía dejar de pensar en lo que había pasado, en qué había besado a Tehuel, que me había gustado y que quería seguir haciéndolo. ¿Él me gustaba, entonces? ¿Eso quería decir que me gustaba como me había gustado Tamara? Estaba un poco confundido, no sabía qué sentía, además de sentirme contento. Cerré los ojos y di un par de vueltas antes de girarme para quedar boca abajo. Lo miré, parecía que ya se había quedado dormido. Pasé los dedos por su pelo, era un poco grueso, pero era suave. Se movió un poco, se acomodó y se quedó quieto de nuevo, se veía tranquilo, como si nada lo molestara. Apoyé la cabeza arriba de una de mis manos mientras con la otra seguía acariciándole el pelo.

***

Me desperté con un trueno, abrí los ojos dándome cuanta que ya era de día. Me giré para mirar a Tehuel, ya estaba despierto, tenía el celular en las manos y jugaba a algo. Le toqué el pelo haciendo que se girara rápido a mí, me miró y me sonrió. Parecía que no se sentía mal por lo que había pasado a la noche.

—Sigue lloviendo —dijo sonriendo—. Capaz te quedás un rato más.

—Ojalá, pero Sofi ya debe estar molesta. No le gusta estar lejos de mi mamá.

Puso una cara triste, dejó el celular en el piso y se giró quedando boca abajo como yo. Nos quedamos mirando en silencio. Me puse nervioso, últimamente siempre me ponía así con él. Pensé que iba a decir algo sobre lo que pasó, pero no dijo nada solamente sonrió y se levantó. Me senté mirándolo mientras salía de nuestra carpa. Me dijo que fuera al baño primero mientras él la desarmaba. Asentí y salí del cuarto para ir al baño. Me miré al espejo, estaba todo despeinado, aunque siempre estaba despeinado, mamá había dejado de pelear con mis rulos porque decía que eran imposibles de peinar y que quedaran prolijos. Me lavé la cara, después me pasé las manos por el pelo.

—Eli. —Escuché la voz de Tehuel mientras tocaba la puerta—. ¿Me dejás pasar?

Abrí la puerta y lo miré, él sonrió dándome un cepillo de dientes nuevo.

—Mi mamá me dijo que te dé uno.

—¿Querés entrar? Así hacemos más rápido.

Asintió, los dos nos paramos al frente del espejo, abrí el cartoncito del cepillo mientras él se lavaba la cara.

—¿Mi hermana está despierta? —pregunté mientras ponía dentífrico en el cepillo.

—No, Nati tampoco se levantó.

Hizo lo mismo que yo, mojamos un poco los cepillos y nos los metimos a la boca. Lo miré por el espejo, no podía dejar de pensar en el beso, pero él parecía que no le había importado mucho, se veía como siempre. De repente, me miró por el espejo, sentí la cara arderme, él sonrió con la boca llena de espuma haciéndome reír. Me enjuagué la boca y lavé el cepillo. Él hizo lo mismo, lo dejó en un vasito que estaba al borde del lavamanos, agarró el mío y lo puso ahí también, después me miró.

—¿Vamos a desayunar?

Asentí, pero antes que saliéramos, lo agarré de la muñeca. Miré al pasillo antes de mirarlo de nuevo, tenía una cara seria, me puso más nervioso así, no sabía cómo empezar a hablar, tampoco sabía qué quería decir en realidad. Nos quedamos así, mirándonos. Tehuel movió un poco la muñeca hasta que pudo agarrar mi mano. Ahora también sentía la cara entera arderme.

—¿Qué? —dijo.

—¿N-no te molestó lo de los besos?

—No, Eli. ¿Qué pasa?

—E-es que... no quiero que dejemos de ser amigos...

—No vamos a dejar de serlo, Eli. —Sonrió—. ¿Vamos a desayunar? Tengo hambre.

Volví a asentir, ahora sonriendo. Me llevó hasta el comedor todavía agarrado de la mano. La seño Sole y la mamá de Tehuel nos miraron, él parecía que no se había dado cuenta que todavía me agarraba la mano, pero tampoco nos dijeron nada. A mí me daba vergüenza, sentía que estaba haciendo algo malo. Sabía que los chicos no se tenían que portar así con otros chicos, los que se portaban así eran maricones, aunque me gustaba estar así con él, no podía.




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